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La crisis se acerca a su fin

La crisis se acerca a su fin

La crisis se acerca a su fin

“SEGURO que quienes observan desde fuera nuestra situación se preguntan por qué no cambiamos de trabajo”, dice Rodney, hijo y nieto de granjeros. Sin embargo, millones de ellos siguen cultivando la tierra y cuidando de su ganado. En algunos países en desarrollo existen muy pocas posibilidades de hallar empleo, y el cultivo o la cría de animales por lo menos permiten que las familias tengan algo que poner en la mesa.

Además, para muchos granjeros, su trabajo es más que un modo de ganarse el pan: es un estilo de vida. El que un gran número de ellos hayan seguido adelante a pesar de sequías, enfermedades, duras condiciones económicas y otros problemas es prueba de que tienen un gran poder de recuperación y que aman lo que hacen. Antes de examinar la solución a la crisis que les afecta, veamos cómo han logrado algunos hacerle frente.

Cómo algunos han afrontado la crisis

Es inevitable que quienes se dedican a las actividades agropecuarias corran ciertos riesgos. Tienen que reconocer que hay muchos factores fuera de su alcance, como por ejemplo la economía y el estado del tiempo. “Una lección difícil de aprender para muchos granjeros es el hecho de que el trabajo duro no siempre redunda en beneficios —dice un informe publicado por la Extensión de la Universidad Estatal de Carolina del Norte—. La ética del trabajo por la que rigen su vida no siempre les brinda las recompensas esperadas. Todos afrontan situaciones o problemas que escapan de su control.” Un agricultor ya mayor resume así cómo se las arregla para estar contento: “Sencillamente he aprendido a cooperar con lo inevitable”.

Un antiguo proverbio dice: “El que está vigilando el viento no sembrará; y el que está mirando las nubes no segará” (Eclesiastés 11:4). Así es, la incertidumbre y la indecisión pueden ser paralizantes, de modo que sustituir los pensamientos negativos por acciones constructivas contribuirá a reducir el estrés.

Alimentarse bien, descansar lo suficiente y hacer ejercicio también puede dar resultado. The Western Producer indica que los granjeros que se mantienen en buena forma “toman mejores decisiones”. Un agricultor llamado Eugene y su esposa, Candace, dijeron a ¡Despertad!: “Descansar lo necesario nos ayuda a sobrellevar el estrés. Los problemas parecen más pequeños y fáciles de resolver cuando uno está descansado. También es bueno comer bien, sobre todo en compañía de la familia”. Este consejo armoniza con lo que menciona la Biblia: “Que todo hombre coma y realmente beba y vea el bien por todo su duro trabajo. Es el don de Dios” (Eclesiastés 3:13).

Cómo mantener la familia

Un granjero dijo a ¡Despertad!: “Muchas familias de agricultores han tenido que realizar otros trabajos para mantenerse. Aunque lo hacen con el motivo de aliviar sus presiones económicas, pueden surgir otras presiones dentro del círculo familiar. Por eso, algunas familias que antes estaban muy unidas ahora se han distanciado”. ¿Cómo afrontar la situación?

Hace unos dos mil setecientos años se dio a los cabezas de familia el siguiente consejo: “Prepara tu trabajo fuera, y alístatelo en el campo. Después también tienes que edificar tu casa” (Proverbios 24:27). Un agricultor llamado Randy, padre de familia e hijo, nieto y bisnieto de agricultores, dice: “Es indispensable mostrar agradecimiento a los miembros de la familia. Todos ellos necesitan apoyo y amor. Unas palabras y gestos de cariño hacen que se sientan necesitados y apreciados”.

Cuando tienen lugar cambios drásticos, son los niños los que más atención precisan. El sentimiento de pérdida que tienen los pequeños tras el embargo de la propiedad familiar se ha comparado al de los niños cuyos padres se han divorciado o han fallecido. A los niños les hace falta saber que ellos no tienen la culpa de lo sucedido y que la familia seguirá unida.

Cómo pueden ayudar los demás

Es posible que los agricultores y ganaderos agobiados se aíslen y eviten incluso la compañía de sus amigos (Proverbios 18:1). Sin embargo, en tiempo de dificultades, uno necesita más que nunca el apoyo de otras personas.

¿Tiene usted algún amigo o vecino que esté sufriendo a causa de la crisis agropecuaria? Pues con solo demostrarle empatía ya podrá ayudarlo. “El mero hecho de que nuestros amigos sepan por lo que estamos pasando nos consuela”, dice un granjero llamado Ron. De modo que tome la iniciativa, visite a sus amigos y escuche cuando le digan cómo se sienten.

A Jack le beneficiaron mucho las visitas. Cuenta: “Recuerdo con cariño las ocasiones en que mis amigos, al darse cuenta de la difícil situación en que me encontraba, me hacían una afectuosa visita para darme ánimos”. No es necesario saber mucho de agricultura o ganadería para brindar apoyo. Rodney, citado al principio, señala: “Saber que mis amigos comprenden la pesada carga de trabajo que tengo ya me da las fuerzas y el ánimo que necesito para hacer lo que pueda”. Estas palabras nos recuerdan el proverbio bíblico que dice: “Un compañero verdadero ama en todo tiempo, y es un hermano nacido para cuando hay angustia” (Proverbios 17:17).

La solución definitiva

La crisis agropecuaria constituye una de las muchas pruebas existentes de que el ser humano es incapaz de administrar apropiadamente la Tierra y sus recursos. El profeta Jeremías dijo: “Bien sé yo, oh Jehová, que al hombre terrestre no le pertenece su camino. No pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso” (Jeremías 10:23). Es obvio, pues, que necesitamos la ayuda divina, y podemos estar seguros de que tal ayuda está en camino.

La Biblia señala: “Jehová Dios procedió a tomar al hombre y a establecerlo en el jardín de Edén para que lo cultivara y lo cuidara” (Génesis 2:15). En efecto, fue el mandato de nuestro Creador lo que dio comienzo a la agricultura. Siglos más tarde, Dios introdujo a su pueblo Israel en Canaán. El registro inspirado dice respecto a aquella tierra: “De la lluvia de los cielos bebe agua; una tierra de la que Jehová tu Dios está cuidando. Los ojos de Jehová tu Dios están constantemente sobre ella, desde el principio del año hasta el fin del año” (Deuteronomio 11:11, 12). Jehová también entregó a su pueblo leyes que protegían la Tierra Prometida de una mala explotación. Por ejemplo, a fin de que el suelo se conservara fértil, los israelitas tenían que dejar sus campos, viñedos y olivares en barbecho cada siete años (Éxodo 23:10, 11).

Podemos tener la seguridad de que bajo el futuro Reino de Dios —un gobierno celestial en manos de Jesucristo—, la Tierra disfrutará de una productividad agrícola sin precedentes (Isaías 35:1-7). Mientras estuvo en la Tierra, el Rey nombrado de este Reino, Jesucristo, demostró su capacidad para controlar las fuerzas naturales que perjudican los cultivos (Marcos 4:37-41). El Salmo 72, que describe las condiciones que existirán cuando Cristo ejerza su poder para restaurar el planeta y sanar a sus habitantes, nos asegura: “Llegará a haber abundancia de grano en la tierra; en la cima de las montañas habrá sobreabundancia. El fruto de él será como en el Líbano, y los que son de la ciudad florecerán como la vegetación de la tierra” (Salmo 72:16). Sí, al pueblo de Dios le aguardan cosechas excepcionalmente abundantes en el nuevo mundo, que serán segadas con infinito gozo.

[Comentario de la página 9]

“Una lección difícil de aprender para muchos granjeros es el hecho de que el trabajo duro no siempre redunda en beneficios”

[Ilustraciones de la página 10]

Atender las necesidades emocionales y espirituales de los miembros de la familia puede ayudarlos a hacer frente a la situación

[Ilustración de la página 10]

Bajo la gobernación divina, la Tierra producirá sobreabundante alimento

[Reconocimiento de la página 9]

Garo Nalbandian