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¿Qué hay detrás de la crisis?

¿Qué hay detrás de la crisis?

¿Qué hay detrás de la crisis?

“En la Línea Directa para Granjeros con Estrés estamos preparados para ayudarlo a sobrellevar la tensión que conlleva su trabajo. Somos —al igual que usted— agricultores y ganaderos, o lo fuimos en el pasado, por lo que entendemos las dificultades que afrontan las familias de las zonas rurales. Le pondremos en contacto con gente que lo puede ayudar. [...] Todas las llamadas son confidenciales.” (Fragmento extraído de un sitio en Internet del gobierno canadiense.)

HOY día, muchos profesionales de la salud concuerdan en que el estrés que padecen los trabajadores del campo es un riesgo propio de su profesión. A fin de ayudarlos, hay psicólogos clínicos especializados que ofrecen a las comunidades rurales varios servicios, como grupos de apoyo y líneas telefónicas directas para combatir la tensión.

Jane, quien fuera esposa de un granjero, asiste a terapia de grupo todos los jueves por la noche. “Empecé a asistir porque mi esposo se suicidó —explica—. Su sueño siempre fue ocuparse de la finca de la familia; supongo que debió de pensar que si no podía hacerlo, no haría ninguna otra cosa.”

Se ha observado un aumento sin precedentes en el número de agricultores y ganaderos que están luchando contra el estrés. Pero ¿cuáles son las causas de la crisis que afrontan?

Los desastres naturales y las enfermedades

El sitio en Internet mencionado al principio señala: “La misma naturaleza del trabajo agrícola implica que gran parte de los asuntos que son importantes en su vida diaria —el estado del tiempo, los precios del mercado, las tasas de interés y las averías mecánicas— no están bajo su control. Dado que los resultados de las decisiones tomadas son impredecibles, puede ser estresante incluso escoger entre un cultivo u otro, o entre vender la tierra o traspasársela a un acreedor”. Cuando estos factores se suman a las enfermedades, la amenaza de una grave sequía o la posibilidad de perder la hacienda, la tensión puede ser abrumadora.

La escasez de lluvia, por ejemplo, tiene en ocasiones un doble efecto. Un granjero llamado Howard Paulsen explicó que la sequía de 2001, una de las peores de la historia de Canadá, hizo daño tanto a sus cultivos como a su ganado. Sin pastos ni cosecha, tuvo que comprar alimento para los animales. “Ya he gastado 10.000 dólares en dar de comer al ganado, y ahora estoy alimentándolo con lo que debería reservar para el invierno —dijo Paulsen—. Si empiezas a hacer eso, ni siquiera la cría de reses te da dinero.” En otras zonas han sido las inundaciones las que han devastado muchos cultivos, haciendo que se pierdan cosechas enteras.

En Gran Bretaña, el brote de fiebre aftosa que se produjo en 2001 fue tan solo el último de una serie de problemas que han afligido a los ganaderos británicos, quienes también han tenido que hacer frente al mal de las vacas locas y la fiebre porcina. Estas enfermedades —y la alarma social que generan— no solo causan estragos económicos. La agencia de noticias France-Presse informó: “Hombres de campo fuertes y robustos, la clase de personas que no suelen conmoverse con facilidad, sollozaban mientras los veterinarios del gobierno quemaban en una pira sus vacadas, las cuales habían tardado en reunir toda una vida”. Después del brote de fiebre aftosa, la policía empezó a confiscar las escopetas de algunos ganaderos por temor a que trataran de suicidarse. Los servicios que ofrecían orientación a los granjeros preocupados se vieron inundados de llamadas.

La inestabilidad económica

También se han producido cambios drásticos en el panorama económico. “Desde 1940 hasta mediados de la década de 1980 —dice la contraportada del libro Broken Heartland (Una tierra desolada)—, los gastos de producción en el interior de Estados Unidos se triplicaron, la compra de maquinaria y otros bienes se cuadruplicó, los pagos de interés se multiplicaron por diez, las ganancias cayeron un 10%, el número de agricultores se redujo dos terceras partes, y disminuyeron la actividad comercial, la estabilidad económica y la población de casi todas las regiones agrícolas.”

¿Por qué han aumentado más los gastos que los beneficios? En la comunidad mundial en la que vivimos, agricultores y ganaderos dependen de los mercados internacionales. Tienen que competir con productores de alimentos que se encuentran a miles de kilómetros de distancia. Es cierto que, gracias al comercio exterior, los productos agrarios y de granja han hallado nuevos mercados, pero la inestabilidad del mercado mundial es muy peligrosa. Por ejemplo, en 1998, varios cultivadores de cereales y criadores de cerdos de Canadá se arruinaron cuando sus clientes asiáticos sufrieron un revés económico.

La desaparición de las comunidades rurales

Mike Jacobsen, profesor de la Universidad de Iowa y especialista en temas agrarios, afirma que la crisis agropecuaria es causante a su vez de la crisis que afecta a las comunidades rurales. Él observa: “Cuando uno piensa en una de estas localidades, se imagina un lugar limpio, ideal para los niños, con buenas escuelas; en fin, un lugar donde uno quisiera casarse y criar a sus hijos. ¿Verdad que sí? Pues bien, el nivel económico de estos pueblos depende muchísimo de las pequeñas granjas familiares de la zona”. Por consiguiente, la crisis agraria y ganadera también provoca el cierre de escuelas, hospitales, restaurantes, tiendas e iglesias. Así es, está desapareciendo uno de los mayores atractivos de la vida en el campo: sus comunidades estrechamente unidas.

Por tanto, no sorprende que, como indica la revista Newsweek, casi el dieciséis por ciento de la población rural estadounidense a duras penas tenga lo necesario para vivir. En el informe “The Rural Crisis Downunder” (La crisis rural australiana), Geoffrey Lawrence escribe que en Australia, “los índices de desempleo, subempleo y pobreza son mucho más elevados en el campo que en las ciudades”. La inestabilidad económica ha obligado a numerosas familias —sobre todo a los jóvenes— a emigrar a los centros urbanos. Sheila, quien trabaja en una finca junto con su familia, pregunta: “¿Cuánto más podremos aguantar antes de quedarnos sin gente que quiera cultivar la tierra?”.

Debido al éxodo de los jóvenes a las ciudades, la población de numerosas localidades rurales ha envejecido considerablemente. Dichas comunidades no solo han perdido el vigor de la juventud, sino el medio que tienen de cuidar de sus mayores, a menudo cuando más lo necesitan. Así pues, es comprensible que muchos ancianos se sientan confusos y asustados ante estos rápidos cambios.

Como hemos visto, la crisis agropecuaria es demoledora, y sus efectos tienen un gran alcance. De hecho, nos perjudica a todos. Sin embargo, hay razones para creer que esta crisis se acerca a su fin. De eso tratará nuestro siguiente artículo.

[Comentario de la página 6]

En la comunidad mundial en la que vivimos, agricultores y ganaderos dependen de los mercados internacionales

[Comentario de la página 6]

“¿Cuánto más podremos aguantar antes de quedarnos sin gente que quiera cultivar la tierra?”

[Ilustraciones y recuadro de la página 7]

ALIMENTOS ECOLÓGICOS

Los alimentos ecológicos (también llamados orgánicos o biológicos) tienen cada vez más aceptación. En Canadá, la venta al por menor aumenta todos los años alrededor de un quince por ciento.

¿Qué son los alimentos ecológicos? Un informe del Departamento de Agricultura, Alimentación y Desarrollo Rural de Alberta los define como “los alimentos que se obtienen evitando el uso de sustancias químicas sintéticas y promoviendo la biodiversidad, la salud del terreno, las prácticas que respetan el medio ambiente y una ganadería menos intensiva”.

Los productores de alimentos orgánicos sostienen que este sistema contrasta mucho con el de las grandes granjas y cultivos comerciales. “Las enormes extensiones agrícolas suelen dedicarse al monocultivo, cuya elevada producción se obtiene gracias a una intensa mecanización y al abuso de pesticidas y fertilizantes artificiales —escribe Katharine Vansittart en la revista Canadian Geographic—. Además de los residuos químicos que quedan en el producto, el valor nutritivo de este disminuye cuando se recoge antes de su maduración, algo indispensable si el mercado está a gran distancia. A fin de que llegue intacto a su destino, tal vez haya que aplicarle gas o cera, o someterlo a un proceso de radiación nuclear.”

¿Quién compra alimentos ecológicos? El informe de Alberta responde: “Desde adolescentes interesados en su salud hasta madres preocupadas y adultos nacidos después de la II Guerra Mundial. [...] Ya no se reducen a los hippies estereotipados de los sesenta”.

Pero no todo el mundo está convencido de que estos alimentos sean mejores. Canadian Geographic observa: “El precio normalmente más elevado de los productos biológicos y la ausencia de pruebas científicas sólidas que demuestren sus beneficios hacen que los escépticos se cuestionen su valor. A otras personas les preocupa la existencia de un sistema de alimentación de dos niveles que excluya a los pobres”. Los defensores de los alimentos orgánicos arguyen que con algunos cambios en la dieta y en la comercialización y la distribución, estos podrían estar al alcance de todo el mundo, sin importar su poder adquisitivo. En vista de la gran diversidad de opiniones y datos científicos, es probable que la polémica todavía se prolongue por algún tiempo.

[Ilustraciones y recuadro de la página 8]

PESTICIDAS EL DILEMA DE LOS AGRICULTORES

En algunas partes del mundo, las plagas y las enfermedades han dañado hasta el 75% de los cultivos. Una solución obvia es plantar una mayor variedad de productos. El periódico The Globe and Mail informa: “Los agricultores canadienses han tratado de ponerse a la cabeza de la competición adoptando métodos de producción diseñados para aumentar el rendimiento de sus tierras, de modo que tengan más que vender”. Sin embargo, Terence McRae, de la Oficina de Medio Ambiente de Canadá, advierte: “Muchos de estos cambios han hecho aumentar los posibles daños medioambientales causados por la agricultura”.

¿Qué puede decirse del empleo de pesticidas? Este asunto también supone un dilema para los agricultores, ya que todavía se debate la eficacia y los posibles riesgos para la salud de estas sustancias químicas. Un informe de la Organización Mundial de la Salud admite que aún no se conocen bien los peligros ni la toxicidad que entrañan la mayoría de los pesticidas. Lo que sí se sabe es que a medida que estos pasan de un eslabón a otro en la cadena alimenticia, pueden agravarse sus posibles consecuencias: los animales se alimentan de vegetación contaminada con pesticidas, y el hombre, a su vez, se come a los animales.

[Reconocimiento]

USDA Photo by Doug Wilson