Ir al contenido

Ir al índice

Cuando los microbios no hagan daño

Cuando los microbios no hagan daño

Cuando los microbios no hagan daño

LOS microorganismos son esenciales para la vida. Constituyen una parte considerable del suelo y de nosotros mismos. Como indica el recuadro “Tipos de microbios” (pág. 7), “en nuestro cuerpo habitan billones” de bacterias, la mayoría de las cuales son beneficiosas —de hecho, indispensables— para la salud. Aunque son relativamente pocas las que provocan enfermedades, podemos estar seguros de que en un futuro ninguna hará daño a nadie.

Antes de identificar el medio por el que se eliminarán los efectos perjudiciales de los gérmenes, veamos qué se está haciendo en la actualidad para combatir los agentes infecciosos. Además de leer el recuadro titulado “Qué puede hacer”, observe cómo luchan los profesionales de la salud contra los microbios resistentes.

Estrategias a nivel mundial

En un informe del año 2000 sobre las enfermedades infecciosas titulado “Contengamos la resistencia microbiana”, la doctora Gro Harlem Brundtland, ex directora general de la OMS, menciona las medidas adoptadas para combatir este problema, así como la necesidad de diseñar “una estrategia mundial para contener la resistencia” de los gérmenes. También recomienda que se forjen “alianzas entre todos los prestadores de asistencia sanitaria”, y recalca: “Tenemos la oportunidad de desplegar un esfuerzo monumental contra las enfermedades infecciosas”.

En el año 2001, la OMS presentó un documento titulado “Estrategia mundial de la OMS para contener la resistencia a los antimicrobianos”. Dicho informe, dirigido tanto al personal médico como al público en general, propone un plan concebido para dar respuesta a los siguientes interrogantes: “¿qué hay que hacer? y ¿cómo hacerlo?”. Entre sus objetivos se encuentran el de enseñar a la comunidad a prevenir las infecciones y a utilizar debidamente los antibióticos y otros antimicrobianos.

Dicho documento también anima a los trabajadores de la salud —médicos y enfermeras, así como al resto del personal de los hospitales y las residencias de ancianos— a tomar mejores medidas para evitar la propagación de las enfermedades. Lamentablemente, algunos estudios han revelado que un gran número de los profesionales en este campo todavía olvida lavarse las manos o cambiarse los guantes antes y después del contacto con cada paciente.

Algunos estudios también indican que los médicos prescriben antibióticos innecesariamente. Esto se debe en parte a que mucha gente presiona a los doctores para que se los recete pensando que así se curará antes, y estos acceden solo para complacer a sus pacientes. Además, no suelen dedicar tiempo a educarlos ni cuentan con los medios necesarios para identificar el agente infeccioso que los aqueja. A veces, los médicos prescriben antibióticos más nuevos, pero son más caros y de espectro más amplio, lo cual también agrava el problema de la farmacorresistencia.

El informe de la OMS también recomienda que haya cooperación entre hospitales, sistemas nacionales de salud, productores de alimentos, compañías farmacéuticas y legisladores para combatir la amenaza mundial de los microbios resistentes a los medicamentos. Pero ¿funcionará este plan de acción?

Algunos obstáculos

La estrategia mundial de la OMS alude a un importante obstáculo para resolver los problemas de salud: el dinero. Como dice la Biblia, “el amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales” (1 Timoteo 6:9, 10). La OMS hace la siguiente exhortación: “También habrá que considerar la interacción con la industria farmacéutica, incluso el control apropiado del acceso de los representantes de dicha industria al personal clínico y el monitoreo de los programas educacionales auspiciados por la industria para los proveedores de atención de la salud”.

Las compañías farmacéuticas han ofrecido con insistencia sus productos a los médicos y ahora también los presentan al público por medio de los anuncios televisivos. Esto ha contribuido, según parece, al uso excesivo de medicamentos, lo cual, a su vez, ha sido un factor determinante en la proliferación de los microbios farmacorresistentes.

En su capítulo sobre la administración de antimicrobianos a los animales destinados al consumo humano, el informe de la OMS señala: “En algunos países, [el] 40% o [más] del ingreso de los veterinarios está constituido por la venta de medicamentos, de modo que no hay incentivos para limitar el uso de antimicrobianos”. Hay abundancia de pruebas de que la aparición y multiplicación de microbios resistentes se debe al uso desmedido de antibióticos.

La producción de estos fármacos es, de hecho, increíble. Tan solo en Estados Unidos, por ejemplo, se fabrican anualmente unos veinte millones de kilos. De toda la producción mundial, únicamente la mitad está destinada a las personas; el resto se rocía sobre los cultivos o se da a los animales. Es común que se añadan antibióticos al alimento de los animales destinados al consumo con el fin de acelerar su crecimiento.

El papel de los gobiernos

Es muy significativa la siguiente declaración, recogida en el resumen oficial del mencionado informe de la OMS: “Gran parte de la responsabilidad de la aplicación de la estrategia recaerá en cada uno de los países. Los gobiernos tienen que desempeñar un papel decisivo”.

Hay que admitir que algunos estados han elaborado programas a fin de contener la farmacorresistencia. Dichos programas, que hacen hincapié en la colaboración dentro y fuera de las fronteras nacionales, incluyen las siguientes medidas: llevar mejor registro del consumo de antimicrobianos así como de los microbios que presentan resistencia; aumentar el control de las infecciones; asegurarse de que se dé a los antimicrobianos un uso apropiado en el campo de la medicina y de la agricultura; investigar para comprender mejor la resistencia, y crear nuevos medicamentos. Un informe de la OMS sobre enfermedades infecciosas publicado en el año 2000 no es muy optimista a este respecto. ¿Por qué?

Dicho informe subraya “la falta de voluntad política de los gobiernos, cuyas prioridades quizás no [tengan que ver con la] salud pública”. Y añade: “Las enfermedades, y por lo tanto la resistencia, también prosperan en situaciones de disturbio civil, pobreza, migración masiva y degradación del medio ambiente, en las cuales un gran número de personas quedan expuestas a enfermedades infecciosas”. Lamentablemente, los gobiernos humanos nunca han podido solucionar estos problemas.

Sin embargo, la Biblia habla de un gobierno que no solo eliminará las causas de las infecciones, sino que acabará con todas las enfermedades de una vez por todas. Quizá usted piense que algunos microbios siempre nos harán daño, pero hay buenas razones para creer que no será así, que nos aguarda un futuro más prometedor.

Cuando ningún microbio nos haga daño

El profeta Isaías aludió hace mucho tiempo a un gobierno sobrehumano e identificó a su dirigente. Observe lo que dice la siguiente profecía bíblica: “Porque un Niño nos es nacido, Hijo nos es dado, y el gobierno estará sobre su hombro. Será llamado Maravilloso, Consejero, Dios Poderoso, Padre eterno, Príncipe de Paz” (Isaías 9:6, Nueva Reina-Valera, cursivas nuestras).

¿Quién es este niño, o príncipe, que recibiría el poder gubernativo? Fíjese en cómo se le identificó incluso antes de que naciera. El ángel Gabriel le dijo a la joven virgen María: “¡Mira!, concebirás en tu matriz y darás a luz un hijo, y has de ponerle por nombre Jesús. Este será grande [...], y de su reino no habrá fin” (Lucas 1:31-33).

Cuando Jesús alcanzó la madurez física, aportó pruebas de que era realmente el prometido Rey del Reino de Dios. No solo recorrió el país proclamando “las buenas nuevas del reino”, sino que demostró su poder para acabar con todas las enfermedades. La Biblia relata que “se le acercaron grandes muchedumbres, teniendo consigo personas que eran cojas, mancas, ciegas, mudas, y muchas en otras condiciones, y casi se las tiraron a los pies, y él las curó; de modo que la muchedumbre se asombró al ver que los mudos hablaban y los cojos andaban y los ciegos veían” (Mateo 9:35; 15:30, 31).

En efecto, sin importar qué enfermedad o padecimiento tuviera la gente, Jesús la curaba. Hasta resucitó a varias personas (Lucas 7:11-17; 8:49-56; Juan 11:38-44). Es cierto que quienes fueron sanados, o incluso quienes fueron resucitados, con el tiempo murieron. Pero aun así, los milagros de Jesús constituyeron una muestra de lo que él hará en el futuro por las personas que vivan en la Tierra bajo su Reinado. Las Escrituras prometen que entonces “ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’” (Isaías 33:24; Revelación [Apocalipsis] 21:3, 4).

En la actualidad, como todos sabemos muy bien, estamos sujetos a la enfermedad y la muerte. Los microbios hacen sufrir a millones de personas, y a menudo resultan letales. Sin embargo, el cuerpo humano está tan maravillosamente diseñado que hay quienes se preguntan por qué contraemos enfermedades. Lewis Thomas, médico que escribió acerca del papel fundamental de las bacterias, comentó que las enfermedades son “como un accidente”. Señaló: “Quizá sea que los mecanismos de defensa de los pacientes están de algún modo defectuosos”.

De hecho, las personas que tienen un sistema inmunológico fuerte sufren pocas infecciones bacteriológicas, si acaso alguna. Sin embargo, con el paso del tiempo envejecemos y morimos. La Biblia dice que el pecado heredado del primer ser humano, Adán —que en un principio era perfecto—, es el defecto que causa la enfermedad y la muerte. “Por medio de un solo hombre —explican las Escrituras— el pecado entró en el mundo, y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado.” (Romanos 5:12.)

Dios, sin embargo, envió a su Hijo a la Tierra para que entregase su vida perfecta como rescate a fin de liberar a los seres humanos de las consecuencias del pecado (Mateo 20:28). La Biblia explica: “El salario que el pecado paga es muerte, pero el don que Dios da es vida eterna por Cristo Jesús nuestro Señor” (Romanos 6:23; 1 Juan 5:11). Bajo la gobernación del Reino de Dios se dejarán sentir los efectos sanadores del sacrificio redentor de Cristo. Entonces, ningún microbio, ni siquiera los que hoy causan enfermedades, hará daño a nadie.

¿No cree que le conviene aprender más acerca del Reino que promete la Biblia, el cual solucionará los problemas de la humanidad? Los testigos de Jehová le ayudarán con gusto a hacerlo.

[Recuadro de la página 9]

Qué puede hacer

¿Qué puede hacer usted para minimizar la amenaza de los microbios resistentes a los medicamentos? La OMS bosquejó en primer lugar algunas medidas para reducir los casos de enfermedad y la propagación de las infecciones, y en segundo lugar explicó cómo utilizar los antimicrobianos adecuadamente.

Como es lógico, el mejor modo de reducir las infecciones y su propagación es haciendo lo necesario para mantener una buena salud. ¿Cómo evitar, pues, caer enfermo?

Medidas para no enfermarse

1. Trate por todos los medios de alimentarse bien, hacer suficiente ejercicio y tener un buen descanso.

2. Cuide su higiene. Los especialistas han dicho una y otra vez que lavarse las manos es el modo más sencillo y eficaz de no contraer ni transmitir enfermedades.

3. Asegúrese de que los alimentos que consume la familia estén en buen estado. Recuerde sobre todo que las manos, así como las superficies donde se prepara la comida, han de estar limpias. Cerciórese también de que esté limpia el agua que emplea para lavarse las manos y enjuagar los alimentos. Puesto que los microbios medran en la comida, sirva la carne cuando esté bien hecha. Almacene y refrigere los alimentos apropiadamente.

4. Si en su país los insectos voladores transmiten graves enfermedades, procure no salir mucho de casa por la noche ni a primeras horas de la mañana —pues entonces los insectos están más activos—, y utilice siempre mosquiteros.

5. Las vacunas pueden preparar su sistema inmunológico para combatir algunos microbios que sean comunes donde usted vive.

El empleo de los antibióticos

1. Consulte a un profesional de la salud antes de comprar o tomar cualquier antibiótico. Las ofertas de medicamentos dirigidas al consumidor a menudo benefician más al vendedor que al comprador.

2. No presione a su médico para que le prescriba antibióticos. Tal vez se los recete solo por temor a perder un paciente. Los resfriados, por ejemplo, son causados por virus, de modo que los antibióticos no curan esta dolencia. Tomarlos cuando se tiene un virus puede eliminar las bacterias beneficiosas y permitir que se multipliquen las más resistentes.

3. No insista en tomar los medicamentos más nuevos; puede que no sea lo mejor en su caso y que, para colmo, tenga que pagar más de lo necesario.

4. Obtenga información confiable sobre cualquier medicina que vaya a tomar. Averigüe para qué sirve, cuáles son los efectos secundarios, cómo interactúa con otros fármacos y si presenta peligros para su salud.

5. Cuando realmente es necesario tomar antibióticos, por lo general se recomienda acabar el tratamiento, aunque uno se sienta mejor antes de ingerir todas las dosis prescritas. Las últimas dosis sirven para asegurarse de que desaparezca la infección.

[Ilustración de la página 10]

Bajo el gobierno justo de Dios disfrutaremos de la vida sin que haya microbios que nos hagan daño