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El imponente Amazonas: indispensable para millones de seres

El imponente Amazonas: indispensable para millones de seres

El imponente Amazonas: indispensable para millones de seres

DE NUESTRO CORRESPONSAL EN BRASIL

UN GIGANTESCO río surca la mayor selva tropical de la Tierra. Para los entendidos, es una corriente esencial en el planeta; para exploradores y naturalistas, un paraíso, y para millones de brasileños, una vía de comunicación indispensable. Se trata del Amazonas, eje de la Amazonia.

Veamos de cerca el “mar Dulce”

Desde sus humildes comienzos en las alturas de los Andes peruanos, a menos de 160 kilómetros del Pacífico, el Amazonas crece, nutrido por las aguas de muchos afluentes, y desciende unos 5.000 metros hasta llegar al Atlántico. Cambia de nombre varias veces antes de entrar en Brasil, donde se llama primero Solimões. Tras confluir cerca de Manaos con su tributario más caudaloso, el río Negro, se convierte en el imponente Amazonas.

En este punto se produce un hermoso espectáculo singular: las oscuras aguas del río Negro se encuentran con las lodosas del Solimões, y ambas siguen fluyendo lado a lado, sin mezclarse, a lo largo de unos 10 kilómetros. Este fenómeno se atribuye a factores tales como la diferencia de composición, densidad y temperatura de las dos corrientes.

La controversia que existe tocante a los principales afluentes del Amazonas y las cabeceras de estos, así como las complicadas características geográficas de su delta, dificultan la labor de determinar con exactitud dónde empieza y dónde termina el río. Si tomamos como extremo la desembocadura más distante del estuario de Pará, punto de entrada de barcos, alcanza unos 6.750 kilómetros de largo. * No obstante, su longitud total exacta es “más un asunto de definición que de medida”, dice el Libro Guinness de los récords.

En materia de caudal, nadie discute su primacía, pues deja atrás al Misisipí, al Nilo y al Yangtsé juntos. * Con una descarga media de más de 200.000 metros cúbicos por segundo, vacía en el Atlántico entre el 15 y el 20% del total de agua dulce que penetra en los océanos de todo el planeta. En tan solo medio minuto saciaría la sed de la población mundial durante un día: un litro para cada uno de los 6.000 millones de habitantes de la Tierra.

Esta extraordinaria descarga “empuja” el mar y forma una capa de agua dulce que se adentra 200 kilómetros en el Atlántico. No es de extrañar que al ver la desembocadura del río, Vicente Yáñez Pinzón, navegante español que penetró en el Amazonas en junio de 1500, lo denominara “mar Dulce”.

Quienes viajan por este inmenso río están de acuerdo con lo anterior: parece un mar que inunda la alfombra selvática. En algunos puntos alcanza tal amplitud (durante las crecidas llega a los 50 kilómetros de ancho) que desde una orilla no se divisa la otra. La profundidad oscila entre los 50 y 80 metros en ciertas zonas y varía en función de la anchura. En la localidad de Óbidos (estado de Pará), que es el punto más estrecho, supera los 130 metros de profundidad.

La pendiente del Amazonas es en su mayor parte muy leve: un promedio de dos centímetros por kilómetro. El suave declive del estuario permite que la marea penetre corriente arriba hasta grandes distancias, sintiéndose sus efectos incluso en Óbidos, a 800 kilómetros de la desembocadura.

Dado que circula casi paralelamente al ecuador, el Amazonas se beneficia de los veranos de ambos hemisferios. Las crecidas alternan entre los afluentes de la margen izquierda y los de la derecha. Al subir y bajar los niveles de los ríos, primero en la región norte y luego en la sur, el entero Amazonas palpita como un enorme corazón. La oscilación anual del nivel de sus aguas varía entre 9 y 12 metros. Las inundaciones son importantes para la agricultura de la zona, pues el río arrastra consigo una cantidad considerable de minerales y residuos orgánicos que deposita en las riberas, fertilizando amplias extensiones de tierras bajas.

¿Quién lo descubrió, y cómo se pobló la región?

El explorador español Francisco de Orellana fue el primer europeo en descender por el Amazonas, al que dio nombre en 1542. * Ahora bien, ¿por qué lo llamó así? Porque, según afirma, presenció batallas tribales de mujeres guerreras que le recordaron a las amazonas de la mitología griega. Tras esta expedición vinieron otros exploradores de España, Inglaterra, Holanda y Portugal. De acuerdo con la Enciclopédia Mirador Internacional, los portugueses efectuaron “innumerables incursiones de conquista en los cursos del Negro, del Solimões y del Branco, y tomaron posesión formal de la región en nombre de la corona”.

A fin de consolidar su presencia, Portugal fundó misiones en la zona. La citada enciclopedia señala que, con objeto de diseminar la fe católica y ampliar el comercio de “drogas del campo” (maderas, resinas, hierbas y especias), “los religiosos con frecuencia transferían sus misiones de un punto a otro, siguiendo siempre las márgenes de los ríos. De aquellos múltiples asentamientos surgieron decenas de poblados”.

Estas primeras actividades de los siglos XVII y XVIII, así como el posterior auge del cultivo de plantas caucheras a finales del XIX, marcaron la tónica de los asentamientos en la región. Dado que los ríos constituían un medio natural para introducirse en las selvas, los pobladores se afincaban en sus orillas, formando pueblos y aldeas. Los centros urbanos situados hoy en el curso medio del Amazonas son antiguas ciudades de los siglos antes mencionados.

¿Cómo se desplaza la gente?

La mayor cuenca fluvial del mundo es la amazónica, con casi 6.000.000 de kilómetros cuadrados, superficie que supera a la de Europa si se excluye Rusia. Junto con sus 1.100 afluentes y otras corrientes menores, el Amazonas constituye una compleja red de comunicación comparable al aparato circulatorio del cuerpo humano, cuya mayor arteria, la aorta, sería el Amazonas. Esta enorme red hidrográfica, que contiene dos tercios de toda el agua dulce del planeta y más de 25.000 kilómetros navegables, desempeña un papel fundamental para el transporte y la vida de la gente de la zona.

Millones de habitantes de la Amazonia emplean este extraordinario canal navegable natural. Lo recorren en naves de todos los tamaños, entre ellas transatlánticos que viajan contra corriente 1.500 kilómetros hasta Manaos. Otras embarcaciones de carga y pasaje menores alcanzan localidades tan remotas como la ciudad peruana de Iquitos, a 3.700 kilómetros de la desembocadura. Buena parte de las riquezas de la Amazonia se exportan a otros lugares del mundo por esa gran corriente fluvial, y los productos extranjeros se reciben por la misma vía. El río Madeira, el más largo de los afluentes, con sus 3.000 kilómetros de longitud, también sostiene una gran actividad comercial, que mueve anualmente 2.000.000 de toneladas de mercancías por la cuenca amazónica. El tramo fluvial con más vida mercantil se extiende entre las ciudades de Manaos y Belém, esta última localizada en la desembocadura.

¿Cómo es la vida en las riberas?

La distribución de los habitantes a lo largo de las orillas revela que dependen del transporte fluvial y prefieren las fértiles tierras bajas. Un residente de la zona llamado Altomir dice que “la población ribereña atiende pequeñas fincas dedicadas principalmente al cultivo de mandioca, o yuca —con la que se elabora harina—, que junto con el pescado constituye su alimento básico. También cultiva sandías, bananas y maíz, y cría ganado”. Pero cuando llegan las crecidas, hay que llevar rápido las reses a otras regiones, a veces en balsas.

Para soportar los caprichos del río, las viviendas de la orilla suelen construirse sobre pilotes, y las casas flotantes, sobre balsas que se amarran en las cercanías de los pueblos. La gente “es muy hospitalaria y saluda sonriente a los extraños”, señala Belarmino, quien viaja a menudo por el río.

No es raro ver pequeñas canoas acercándose a embarcaciones más grandes para comprar y vender o para pedir que las remolquen. En esos casos se le echa una cuerda al barquero y este la ata a su barca. Los productos locales, sean los que proceden de palmeras (como la Euterpe oleracea y la Mauritia vinifera) u otros como la harina de mandioca, frutos secos, pescado o cangrejos de agua dulce, se venden o truecan por cereales o artículos industrializados.

Miles de brasileños se ganan la vida transportando mercancías o pasajeros por el río, que también es un medio natural para acarrear la madera cortada en los aserraderos del interior de la selva.

Además, del río sale buena parte de las proteínas que consumen los habitantes de la región. “Se calcula que el Amazonas alberga cerca de dos mil especies de peces, muchas más que cualquier otro sistema fluvial del mundo”, afirma el libro Vida Selvagem nos Rios (Vida salvaje de los ríos). Tras recorrerlo en una de sus expediciones, el famoso oceanógrafo Jacques-Yves Cousteau llegó a afirmar que “hay más especies de peces en el Amazonas que en el océano Atlántico”.

Entre las criaturas acuáticas se encuentra el manatí, mamífero herbívoro en peligro de extinción. Su captura es muy codiciada, pues un ejemplar mediano, que como promedio mide 2,5 metros de largo y pesa 350 kilos, pudiera proporcionar unos 100 litros de aceite. Otra especie acuática es el pirarucú —también llamado arapaima o pez rojo gigante—, que suele medir dos metros de largo y pesar 70 kilos. Además, la inia o delfín amazónico, así como el delfín tucuxi, deleitan al observador con sus fugaces apariciones.

Singulares viajes en barco

Los barcos son, desde hace mucho, parte esencial de la vida en la Amazonia. Con ellos se ganan el sustento los miles de vendedores que comercian con sus productos y llevan un poco de civilización a remotas comunidades ribereñas. También brindan transporte asequible a ciudades y pueblos del interior a los que no puede accederse por carretera. La mayoría de los pasajeros viajan en hamacas que abarrotan el reducido espacio. Se comprende, entonces, la agitación que se produce cuando la nave atraca, pues todo el mundo quiere un buen lugar para colgar su hamaca. Los que ocupen la cubierta inferior tendrán que compartir el espacio con una amplia variedad de mercancías. Dado que los viajeros son conversadores, no es difícil entablar amistad, pues además hay tiempo de sobra, ya que el trayecto suele tomar varios días.

Cerca de Manaos, el tráfico fluvial es muy intenso, pues su puerto es el más importante de la Amazonia. Allí se reciben mercancías de una amplia zona, la cual abarca regiones de Perú, Bolivia y Colombia. Una actividad en alza es el ecoturismo, que atrae visitantes de Sudamérica y del resto del mundo.

Una visita inolvidable

Es posible que el lector tenga algún día la oportunidad de visitar esta región que ha fascinado a tantos exploradores y que aún guarda muchos secretos. Además de ofrecer los encantos de la selva, el viaje por la Amazonia despierta sentimientos de reverencia hacia el Creador de todas las cosas, incluido este imponente sistema fluvial (Salmo 24:1, 2).

[Notas]

^ párr. 7 Con esta medición, el Amazonas supera por unos 80 kilómetros la longitud del Nilo antes de la construcción de la presa de Asuán, y se convierte en el río más largo del mundo. Hay estudios que le asignan una longitud total de 7.100 kilómetros.

^ párr. 8 El segundo río más caudaloso es el Congo, en África centrooccidental. Con todo, dos de los principales afluentes del Amazonas, el Negro y el Madeira, descargan tanta agua como el Congo.

^ párr. 14 Véase ¡Despertad! del 22 de marzo de 1997, pág. 3.

[Ilustración y recuadro de la página 17]

EL FENÓMENO DEL POROROCA

En la desembocadura del Amazonas se produce un fenómeno ruidoso y sumamente destructivo al encontrarse las aguas fluviales con las olas de la marea ascensional. La rápida descarga de agua dulce frena las aguas de la marea, de modo que el nivel del mar crece fuera de la desembocadura hasta volverse incontenible. Entonces, una ola descomunal, semejante a un muro, arremete con ímpetu contra el río, cauce arriba, cambiando el sentido en que fluyen sus aguas, desgajando secciones de la orilla, arrancando árboles y dejando a su paso una estela de destrucción. Las enormes olas formadas por la fuerza de estas dos corrientes enfrentadas llegan a alcanzar los cuatro metros de altura, y el estrépito ocasionado por el choque se oye desde muy lejos. Es el sonido de la violenta marea alta llamada pororoca.

[Mapas de la página 13]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

ANDES

Nacimiento del Amazonas

Machu Picchu (Perú)

CUENCA AMAZÓNICA

Iquitos (Perú)

Alto Amazonas (Solimões)

MANAOS

Negro

Madeira

Óbidos

Amazonas

Pará

BELÉM

[Reconocimiento]

Globo terráqueo: Mountain High Maps® Copyright © 1997 Digital Wisdom, Inc.

[Ilustraciones de la página 15]

1. Joven aldeana.

2. Casas sobre pilotes a lo largo de la ribera.

3. Las oscuras aguas del río Negro se encuentran con el lodoso Solimões.

4. El río Negro alimenta el Amazonas

[Reconocimientos]

Fotos 1, 2: Ricardo Beliel/SocialPhotos; fotos 3, 4: Lidio Parente/SocialPhotos

[Ilustraciones de las páginas 16 y 17]

1. Puerto de Manaos.

2. Pasajeros en hamacas.

3. Pesca en canoa

[Reconocimientos]

Foto 1: Lidio Parente/SocialPhotos; fotos 2, 3: Ricardo Beliel/SocialPhotos

[Reconocimientos de la página 17]

Puesta de sol: Ricardo Beliel/SocialPhotos; surfista: AP Photo/Paulo Santos