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Cómo se salvará la Tierra

Cómo se salvará la Tierra

Cómo se salvará la Tierra

PESE a la desesperada situación que afronta el planeta, queremos pensar que va a sobrevivir. Al fin y al cabo, es nuestro hogar, y esperamos que también lo sea para nuestros hijos y nuestros nietos. ¿Hay algo que podamos hacer para fortalecer esa perspectiva?

Lo cierto es que aunque casi a todo el mundo le preocupa el medio ambiente, a muchos no les molesta en absoluto arrojar basura al suelo, verter desechos en los ríos o dejar luces prendidas cuando nadie las utiliza. Parecen cosas de poca importancia, pero si cada uno de los miles de millones de habitantes de la Tierra pusiera su granito de arena, la situación sería muy distinta. Acciones como conservar energía, colaborar con los programas de reciclaje y deshacerse debidamente de la basura contribuyen a conservar el medio ambiente. Nuestros hábitos indican si nos preocupamos por la Tierra o no.

De todas formas, no tenemos control sobre las acciones de la mayoría de las personas que nos rodean. ¿Significa esto que la situación es desesperada?

Está en camino una solución superior

La revista Time publicó el siguiente comentario de Thilo Bode, representante de Greenpeace, sobre la esencia del problema medioambiental: “Nuestro principal objetivo ha sido intentar que las empresas tengan en cuenta cómo van a desecharse sus productos. Han de verlo como si fuera una trilogía: la manera de producirlos, usarlos y desecharlos”. Lamentablemente, sabemos fabricar y utilizar productos, pero no los desechamos de la forma adecuada. En algunos casos lo que sucede es que no sabemos cómo deshacernos de ellos sin contaminar.

Los seres humanos tenemos limitaciones, pero el Creador de la Tierra no. Él ya ha demostrado su sobresaliente sabiduría en las obras creativas que contemplamos a nuestro alrededor. Él sabe cómo hacer, usar y desechar las cosas adecuadamente. Muchos de los procesos que ha establecido son automáticos. Por ejemplo: una semilla germina, se convierte en una planta, crece y produce fruto. Cuando al final muere, se descompone sin contaminar, y todos sus elementos quedan listos para reutilizarse. Este es el mejor método de reciclaje que existe: un método completamente limpio.

El Creador no piensa dejar que la Tierra se deteriore hasta el punto de convertirse en un vertedero inhabitable. La Biblia dice en Isaías 45:18: “Esto es lo que ha dicho Jehová, [...] Él, el Dios verdadero, el Formador de la tierra y el Hacedor de ella, Él, Aquel que la estableció firmemente, que no la creó sencillamente para nada, que la formó aun para ser habitada”.

Si Dios formó la Tierra para ser habitada, ¿por qué ha permitido que llegue a un estado tan deplorable? La Biblia explica que el primer hombre fue colocado en un paraíso. De hecho, Dios se propuso que aquel Paraíso se extendiera por todo el globo y se llenara de personas (Génesis 1:28). Pero nuestros primeros padres se rebelaron, no quisieron seguir sometiéndose a la autoridad divina.

Dios permitió que los seres humanos probaran sus propias fórmulas de gobierno. Los resultados los vemos hoy: un terrible fracaso. La humanidad ha demostrado a todas luces que es incapaz de resolver sus problemas. Pero no podemos culpar a Dios. Las siguientes palabras de la Biblia son aplicables a toda la sociedad humana: “Ellos han obrado ruinosamente por su propia cuenta; no son hijos de él; el defecto es de ellos mismos. ¡Generación torcida y aviesa!” (Deuteronomio 32:5).

Ahora bien, Dios ve la ruina de la Tierra y actuará antes de que sea demasiado tarde, antes de que esta se convierta en un lugar desolado e inhabitable. ¿Cómo lo sabemos? Revelación (Apocalipsis) 11:18 explica: “Las naciones se airaron, y vino tu propia ira, y el tiempo señalado [...] para causar la ruina de los que están arruinando la tierra”. El arruinamiento de la Tierra cesará.

Dios transformará nuestro planeta en un paraíso, cumpliendo así su propósito original para este. En varias ocasiones ha reiterado que cumple sus promesas, como cuando dijo: “Así resultará ser mi palabra que sale de mi boca. No volverá a mí sin resultados, sino que ciertamente hará aquello en que me he deleitado” (Isaías 55:11). ¿Por qué no lee el capítulo 35 de Isaías, donde Dios describe la transformación de campos desolados en parques ajardinados y campos fértiles? Seguro que le gustará.

Incluso ahora, en algunos lugares donde se ha detenido la contaminación, la Tierra ha demostrado tener una sorprendente capacidad de renovación. Dios la creó con esa capacidad. Si se deja de sobrecargarla de contaminantes, una amplia variedad de microorganismos presentes en el agua y el suelo pueden reparar mucho del daño causado. Además, hay razón para creer que cuando Dios intervenga y dirija los asuntos, este proceso de recuperación será aún más efectivo, pues Él suministrará la preparación y la perfecta supervisión que la gente no tiene hoy día.

De modo que el futuro de la Tierra no es sombrío. La flora y la fauna se salvarán: ya no habrá listas de especies en peligro de extinción. El aire y el agua volverán a ser puros, y las personas obedientes disfrutarán de ese entorno. ¿Le gustaría ser una de ellas? ¿Qué debe hacer? La respuesta está en la Biblia. ¿Por qué no la estudia de manera sistemática para averiguarlo por usted mismo? Pida a los editores de esta revista que lo pongan en contacto con alguien que lo ayude a empezar dicho estudio. ¿Por qué dejar pasar la oportunidad de aprender lo que usted y su familia deben hacer para vivir para siempre en una Tierra limpia?