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Una visita a las fuentes termales de Japón

Una visita a las fuentes termales de Japón

Una visita a las fuentes termales de Japón

DE NUESTRO CORRESPONSAL EN JAPÓN

¿QUÉ le viene a la mente cuando piensa en Japón? ¿El majestuoso monte Fuji? ¿El veloz tren bala? ¿La megalópolis de Tokio? En la tierra del Sol naciente hay muchas otras atracciones turísticas. Millones de personas acuden todos los años a los onsen —nombre que reciben las fuentes termales en Japón—, sea con fines medicinales o simplemente para relajarse. Se calcula que en un año reciente, 140 millones de personas se alojaron en los albergues y hoteles que cuentan con baños termales. ¿A qué obedece la popularidad de estos establecimientos?

La historia de los onsen

Los japoneses llevan muchos siglos bañándose en aguas geotérmicas. Algunos escritos que datan del siglo VIII E.C. mencionan el uso de las fuentes termales. Además, en el siglo XVI hubo un señor feudal llamado Takeda Shingen que por lo visto sostuvo que los manantiales minerales tenían un valor medicinal. Después de las batallas, él y sus guerreros samuráis se bañaban en las aguas termales para que las heridas de espada, las fracturas de huesos, los cortes y las contusiones sanaran más pronto. Esos baños también servían para aliviarles la tensión y prepararlos para la siguiente batalla.

Ahora bien, existía el problema de que durante el baño los samuráis se hallaban desarmados y podían ser atacados por sorpresa, por lo que Takeda Shingen utilizaba una serie de manantiales remotos y aislados que con el tiempo llegaron a conocerse como los baños ocultos de Shingen. Curiosamente, a estas mismas fuentes acuden hoy deportistas profesionales, entre ellos luchadores de sumo y jugadores de béisbol, con la creencia de que las aguas les tonificarán el cuerpo para futuras actividades deportivas.

Rasgos geográficos singulares

La geografía de Japón es ideal para las fuentes termales. El archipiélago cuenta con unos doscientos cuarenta y cinco volcanes, de los cuales 86 están activos. Su presencia hace reflexionar en lo que sucede muy por debajo de la superficie terrestre. ¿A qué nos referimos?

Las islas de Japón están situadas sobre placas litosféricas —segmentos de corteza terrestre— convergentes. Se cree que en la línea de convergencia de estas gigantescas placas se forma el magma, masa rocosa en estado de fusión. Justo encima y funcionando a modo de válvulas de escape, se encuentran los volcanes. Esta zona geotérmica también produce el calor que calienta las aguas subterráneas. Por el contacto con el magma o las rocas calientes, el agua aumenta de temperatura y absorbe minerales, lo que crea las condiciones ideales para que se formen onsen. De ahí que el libro The Hot Springs of Japan (Las fuentes termales de Japón) diga: “Ningún país del mundo está dotado de tantas fuentes naturales de aguas termales como Japón”. Y no le falta razón, pues según un recuento efectuado en 1998, hay 2.839 manantiales termales en ese archipiélago.

Las fuentes termales de Japón tienen diversos estilos, tamaños, formas y colores. Con el fin de clasificar su valor terapéutico, el Ministerio de Medio Ambiente de este país las ha organizado según nueve categorías químicas, aunque los nombres que reciben suelen aludir a otras características. Por ejemplo, dado que las aguas ricas en hierro tiñen las toallas de un color entre anaranjado y rojizo, a las denominaciones de esos manantiales se les incorpora el término rojo. Cuando las aguas contienen muchas sales, las fuentes reciben el nombre de baños salobres. ¿Y qué le parecería meterse en un baño de anguilas? Hay que reconocer que no suena muy atrayente. Pero no se preocupe, no hay anguilas. Se le denomina así porque cuando la persona sale del agua, tiene la piel resbaladiza como la de estos peces debido a la alcalinidad de las aguas.

Hermosos entornos

Bañarse en manantiales termales en medio de un hermoso entorno de montañas, valles, ríos, llanuras o a la orilla del mar es una experiencia tan agradable que difícilmente se olvida. Como muchas de las fuentes termales de Japón están al aire libre, los bañistas se recrean la vista con unos paisajes de inmensa belleza. Por techo tienen el cielo de color azul intenso, y por paredes, las montañas circundantes. Los sonidos que perciben en esta “habitación al aire libre” pueden corresponder a un coro de pájaros cantando por la mañana o a la melodía que produce un arroyo en su suave fluir. Lo cierto es que las fuentes termales poseen una serie interminable de atractivas características.

¿Le gustaría darse un baño bajo una cascada? Pues puede hacerlo. Al caer con fuerza, las aguas proporcionan una especie de masaje y aportan otra dimensión a estos baños al estilo japonés. También es posible bañarse en una cueva, donde las calientes aguas minerales salen borboteando de las profundas grietas de las formaciones rocosas. Algunos manantiales se encuentran en la playa, desde donde se tiene una perfecta vista de la puesta del Sol, mientras que otros se hallan enclavados junto a ríos.

Prescindiendo de cuál sea la ubicación o el tipo de fuente termal que se escoja, una cosa es cierta: quien se baña en aguas termales volcánicas siente alivio de la tensión del diario vivir, aunque solo sea por unos momentos. Sale del agua como nuevo y tal vez un poco más imbuido del estilo de vida japonés. De modo que si usted tiene la oportunidad de visitar esta parte del mundo, no deje de acudir a los onsen, las fuentes termales de Japón.

[Ilustración y recuadro de la página 14]

LAS FUENTES TERMALES Y LOS SHOGUNES

Las aguas minerales eran muy valoradas durante la época de Edo (1603-1867). Los dictadores militares, llamados shogunes, hacían que se las llevaran desde Atami hasta Edo (Tokio) —una distancia de 110 kilómetros— dentro de barriles de madera transportados con varales sobre los hombros de porteadores. En varios puntos de la ruta, las preciadas aguas se pasaban a otro grupo de porteadores que recorrían su tramo correspondiente del trayecto. De esta manera, las aguas minerales llegaban a su destino con rapidez. Se recogían en la fuente termal estando casi en su punto de ebullición y, tras un arduo viaje de quince horas, llegaban a la temperatura ideal para que el shogun se diera un baño rejuvenecedor en su castillo de Edo.

[Reconocimiento]

A Chronological Table of the History of Atami

[Ilustración y recuadro de la página 16]

LA ETIQUETA DE LOS ONSEN

La costumbre dicta que la persona se enjabone, se lave y se enjuague bien fuera de las fuentes termales. Hecho esto, puede sumergirse en las limpias aguas minerales. * Lo mejor es entrar despacio, pues la temperatura de algunos manantiales puede ser bastante elevada. Al terminar, no hay que enjuagarse, solo secarse con una toalla. Se dice que los minerales que penetran en la piel contribuyen a suavizarla.

[Nota]

^ párr. 22 Otra característica distintiva de los onsen es que los hombres y las mujeres se bañan en lugares separados.

[Ilustraciones de la página 17]

Los baños de aguas termales se pueden disfrutar en cualquier época del año

[Reconocimiento]

Otoño: Yubara, Okayama Prefecture; invierno: The Mainichi Newspapers

[Reconocimiento de la página 15]

Hakkoda Onsen Yusen