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El gato cimarrón

El gato cimarrón

El gato cimarrón

DE NUESTRO CORRESPONSAL EN AUSTRALIA

AVANZANDO con la cabeza gacha y los ojos fijos en su objetivo, el rubio felino anda al acecho. Se detiene, dobla las patas bajo el cuerpo, tensa los músculos y, como una flecha, se lanza contra su despavorida presa, la derriba de un zarpazo y la inmoviliza contra el suelo.

El marco de la cruenta lucha no es África, sino Australia, y el ágil depredador no es el poderoso león, sino el pequeño gato cimarrón (o asilvestrado). Se calcula que en la isla continente alcanza los 12.000.000 de ejemplares, que habitan las junglas tropicales del extremo norte, las gélidas montañas meridionales y los ardientes desiertos de las llanuras centrales.

El origen del gato cimarrón australiano

Este felino se parece mucho en su aspecto a los gatos domésticos, de quienes desciende. Con ellos comparte el colorido del pelaje, de tonos negros, blancos, grises y leonados, que puede ser liso o con dibujos, manchas o rayas. Sin embargo, presenta el cuello y los hombros más musculosos, pesa entre tres y seis kilos (la hembra entre dos y cuatro), y en vez de depender del ser humano, es autosuficiente y lo rehúye.

Sus antepasados llegaron con los primeros colonos europeos, y durante el siglo XIX se dispersaron por toda Australia. Muchos gatos se escaparon, y otros fueron soltados en la década de 1880 con objeto de poner coto a la plaga de conejos que asolaba los pastizales. No tardaron en aclimatarse, de modo que, de las muchas especies introducidas, es hoy una de las que tienen mayor difusión. En la actualidad pueblan todo el continente y hasta sus islas menores.

Colonizador muy adaptable

El cimarrón es muy prolífico. Antes de cumplir doce meses de vida, la hembra llega a parir siete cachorros la primera vez, y luego sigue con hasta tres camadas anuales, cada una de entre cuatro y siete crías. Además, será fecunda durante los siete u ocho años que viva. Si engendrara solo tres hembras y tres machos anualmente, y si sus respectivas hijas hicieran lo mismo, tendría miles de descendientes en solo siete años.

Pero sobrevivir al riguroso clima australiano no es solo cuestión de cifras. Por lo general, el gato asilvestrado caza durante el fresco de la noche o de la mañana y se guarece del calor diurno durmiendo en troncos huecos y conejeras. Ha logrado establecerse en los más terribles desiertos gracias a su capacidad de prescindir del agua, la cual suple con los jugos de la carne de sus presas.

Por otra parte, es muy adaptable en la dieta. Aunque le encanta el conejo, “caza más de 100 especies de aves australianas, 50 de mamíferos y marsupiales, 50 de reptiles y muchas otras de ranas e invertebrados”, según indica una prestigiosa organización para la defensa del mundo natural (New South Wales National Parks and Wildlife Service). En efecto, tiene un apetito voraz. Todos los días, el macho engulle entre el 5 y el 8% de su peso corporal, porcentaje que alcanza hasta un 20% en el caso de una hembra que esté amamantando. En una isla apartada bastaron 375 ejemplares para devorar 56.000 conejos y 58.000 aves marinas en un solo año.

El gato cimarrón se impone sobre la mayoría de los animales autóctonos. Se cree que su depredación es responsable del “escaso éxito que han tenido los programas para reintroducir especies amenazadas en la Australia árida”, señala la revista de ecología Ecos.

¿Dulce minino, o animal dañino?

El gato ya era una mascota popular en el antiguo Egipto. En Australia, el 37% de las familias posee al menos uno, en muchos casos sin esterilizar, así que cuando nacen crías indeseadas, se las suele abandonar en los campos cercanos, donde crecen y se aparean, engrosando de este modo la población de cimarrones.

A fin de evitar que un dulce minino se convierta en una fiera dañina para el medio ambiente, el citado organismo para la conservación de la naturaleza ofrece los siguientes consejos, que pueden resultarle útiles: téngalo en casa, sobre todo de noche; dele suficiente comida; póngale un collar o chapa de identificación, o implántele un microchip; cuélguele tres cascabeles grandes que pondrán en alerta a los animales salvajes; esterilícelo; rodee su propiedad con una cerca a prueba de gatos para evitar que se le escape.

Aunque la aplicación de estas recomendaciones exige tiempo y dinero, para los australianos amantes de los gatos bien vale la pena.

[Ilustración de la página 20]

Uno de los 12.000.000 de gatos cimarrones de Australia

[Reconocimiento]

Joel Winter/NSW National Parks and Wildlife Service, Australia

[Reconocimiento de la página 21]

Autorizado por The Department of Natural Resources and Mines