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Las mascotas: una actitud equilibrada

Las mascotas: una actitud equilibrada

Las mascotas: una actitud equilibrada

COMO se mencionó en el artículo anterior, al hombre se le encargó el cuidado de la Tierra y de los animales. La Biblia dice: “Todo lo has puesto debajo de sus pies: ganado menor y bueyes, todos ellos, y también las bestias del campo abierto, los pájaros del cielo y los peces del mar” (Salmo 8:6-8; 115:16).

Es importante que los seres humanos cumplan con su responsabilidad para con los animales. La Palabra de Dios declara: “El justo está cuidando del alma de su animal doméstico” (Proverbios 12:10). En realidad, las leyes que Jehová le dio a Israel enfatizaron una y otra vez la necesidad de tratarlos con consideración (Deuteronomio 22:4, 10; 25:4). Con el tiempo, las personas han disfrutado de la compañía de los animales domésticos, e incluso han logrado domar a los salvajes y convivir con ellos (Génesis 1:24).

Sin embargo, conviene recordar que la Biblia pone de relieve la distinción que existe entre el hombre y los animales. Son los humanos, no los animales, los que fueron hechos a la “imagen” y “semejanza” de Dios (Génesis 1:26). Además, mientras que los animales fueron creados con una expectativa de vida limitada, a la humanidad se le brindó la perspectiva de vivir en la Tierra para siempre (Génesis 3:22, 23; Salmo 37:29). Jesucristo dijo que para disfrutar de “vida eterna”, debemos ejercer fe y adquirir conocimiento de Dios, algo imposible para cualquier especie del reino animal (Juan 3:36; 17:3). En esa misma línea, en la Biblia se compara a quienes son indignos de la resurrección con “animales irracionales nacidos naturalmente para ser atrapados y destruidos” (2 Pedro 2:9-12).

Creados para el bien del hombre

Los animales fueron creados por Dios para el beneficio del ser humano, pues pueden ayudarle en su trabajo y hacerle compañía. También sirven para magnificar el amor y la sabiduría de Dios. No hay duda de que es un placer observar la belleza que poseen y aprender más sobre el Creador estudiando su maravillosa sabiduría instintiva (Salmo 104:24; Proverbios 30:24-28; Romanos 1:20). En el mundo de los insectos se puede apreciar uno de los muchos ejemplos de tal sabiduría. No deja de sorprender la forma en que las abejas se comunican entre sí y siguen instrucciones para llegar a donde hay alimento, por no mencionar cómo construyen sus complejos panales.

Otra característica útil de los animales es que pueden usarse para la alimentación. En un principio, la vegetación fue la única fuente de alimento que Jehová suministró a los humanos. Pero más de mil seiscientos años después —tras el Diluvio de los días de Noé— les dijo: “Todo animal moviente que está vivo puede servirles de alimento. Como en el caso de la vegetación verde, de veras lo doy todo a ustedes” (Génesis 1:29; 9:3). De esa forma, Dios autorizó a los humanos a comer carne animal. Evidentemente, esta concesión fue para el bien del hombre, aunque en un principio Dios no la había incluido en su dieta.

Problemas actuales

Al parecer, la historia revela que los animales no solían vivir en el hogar, y ese sigue siendo el caso en la mayor parte del mundo. Sin embargo, a medida que la gente se ha mudado a las ciudades y su nivel económico ha mejorado, se ha vuelto más común tener mascotas en casa. Esto ha creado algunos problemas en los países industrializados.

De los 500 millones de animales que hay en los hogares de todo el mundo, un sorprendente 40% se encuentra en Estados Unidos, país que cuenta con 59.000.000 de perros y 75.000.000 de gatos domésticos. No obstante, en Londres y París hay más mascotas por vivienda que en la ciudad de Nueva York.

París contrató hace algunos años 70 equipos motorizados para aspirar los excrementos caninos de las aceras. Se calcula que los 250.000 perros de la capital francesa producen 25 toneladas diarias de desperdicios, menos de la mitad de los cuales son recogidos por las máquinas. Según se informa, cientos de personas resultan heridas y hospitalizadas cada año tras resbalar sobre dichos excrementos.

Existe además el problema del ruido. Hay quienes les toleran a sus perros comportamientos que nunca admitirían en la gente. Según The Pet Care Forum (un sitio de Internet dedicado al cuidado de las mascotas), “los dueños de perros que ladran en exceso parecen desarrollar la capacidad de no escuchar el ruido”. Algunos, por ejemplo, no hacen nada para evitar los ladridos, ni siquiera cuando resulta difícil escuchar una conversación importante.

Por otra parte, hay perros que se comportan apaciblemente mientras están con su dueño, pero cuando este se ausenta, se convierten en una pesadilla para el vecindario. Es cierto que hay personas que les tienen cariño a sus mascotas y les soportan pacientemente esos defectos, pero un vecino que trabaje por turnos o una madre que esté tratando de dormir a su hijo en la vivienda de al lado quizás no sean tan comprensivos. Además, cuando los animales se aburren, pueden desarrollar conductas destructivas, volverse intranquilos e incluso ponerse agresivos.

La rapidez con la que se reproducen los animales genera otro problema, evidente sobre todo en las ciudades. Se ha calculado que en Estados Unidos nacen anualmente 17.000.000 de perros y 30.000.000 de gatos, gran parte de los cuales acaban en centros de protección, en los que cada año, tan solo en ese país, se da muerte a entre 4.000.000 y 6.000.000 de ellos.

¿Por qué van a parar tantos animales a estos centros? A menudo se debe a que el cariño que se les tenía dura poco tiempo. El encantador perrito o el simpático gatito crece y se convierte en un animal más grande que necesita que se lo atienda. Pero quizás nadie de la casa tenga el tiempo o la paciencia necesarios para adiestrarlo o jugar con él. La doctora Jonica Newby, escritora y experta en animales, dice: “Al contrario de lo que se cree, estudios realizados en todo el mundo muestran repetidamente que la mitad de los perros que llegan a los centros de protección no han sido abandonados: sus propios dueños los llevan porque no soportan los ladridos, los destrozos que hacen o su inagotable energía”.

Una hoja informativa sobre la superpoblación de mascotas resume la situación de la siguiente manera: “Las criaturas vivas se han convertido en artículos desechables que se abrazan cuando son simpáticos y se abandonan cuando se convierten en una molestia. Esa indiferencia por la vida animal invade y erosiona nuestra cultura”.

Factores importantes que deben analizarse

Si uno vive en la ciudad, debe pensárselo bien antes de decidir tener mascotas. Los animales activos necesitan ejercicio físico a diario para su bienestar. Una encuesta nacional sobre personas y animales de compañía realizada en Australia reveló: “Las caminatas y el ejercicio son tanto una necesidad física como un estímulo mental para los perros. Cuando no hacen suficiente ejercicio, pueden volverse difíciles de controlar”. No obstante, muchos dueños están demasiado cansados después de un día de trabajo para llevar a su perro a dar un paseo a fin de que libere toda la energía acumulada.

Por ello, quienes estén pensando en traer un animal a casa hacen bien en plantearse estas preguntas: “¿Podré darle la atención adecuada? ¿O tendré que dejarlo desatendido durante la mayor parte del día debido al estilo de vida que llevo? ¿Tendré tiempo de sacarlo a pasear o de jugar con él? Si mi perro necesita adiestramiento, ¿estoy dispuesto a dárselo o llevarlo a un centro especializado? ¿Me quitará tiempo de actividades más importantes?”.

Otro factor que debe tenerse en cuenta es el alto costo implicado en su mantenimiento. Una encuesta realizada entre dueños de mascotas reveló que, como promedio, la factura anual del veterinario en Estados Unidos asciende a 196 dólares para los perros y 104 en el caso de los gatos. Eso, por supuesto, no incluía la comida ni otras necesidades diarias. Además, en algunas comunidades hay que pagar tasas de registro.

Mantener una actitud equilibrada resulta un desafío

Nuestro Creador sin duda se alegra de que nos deleitemos en su creación animal y le mostremos consideración. Todos concordaríamos en que no sería apropiado someter a los animales a un trato cruel, ¿verdad? Sin embargo, y como forma de entretenimiento, los seres humanos permiten que se abuse brutalmente de toros, perros y gallos, y que se los mate en corridas y peleas. Es triste decirlo, pero la gente no siempre trata a los animales con la compasión que Dios deseaba.

Por otra parte, la preocupación de algunas personas por sus mascotas tiene prioridad sobre asuntos más importantes. De hecho, cuando el cariño a los animales no se rige por lo razonable, la vida de estos puede llegar a considerarse incluso más importante que la de los humanos. Por ejemplo, durante un incendio que se produjo en un hospital veterinario, algunos dueños que estaban afuera “trataron de romper el cordón de seguridad, gritando que deseaban morir con sus queridos animales”.

Por supuesto, puede resultar triste, incluso trágico, ver morir a un animal al que se le tiene cariño, pero incluso en ese caso hace falta mostrar equilibrio. Como se mencionó anteriormente, los animales no fueron creados a la imagen de Dios, ni tampoco para vivir para siempre como las personas. Respecto a la forma en que Dios hizo a los humanos, la Biblia declara: “Puso también la eternidad en la mente del hombre” (Eclesiastés 3:11, Magaña). No obstante, no se afirma nada parecido de los animales.

Por ello, las Escrituras no dicen que esté mal matar animales. De hecho, en la actualidad son una fuente habitual de alimento para millones de personas. Pero ¿qué hay de sacrificar a una mascota que, por ejemplo, esté enferma y sufriendo? ¡Qué decisión tan difícil y dolorosa! No obstante, alguien que ama a los animales podría llegar a la conclusión de que poner fin de forma rápida e indolora a la vida de su fiel compañero es mejor que suministrarle un tratamiento caro que tan solo prolongue su sufrimiento y que quizás suponga una carga para la economía familiar.

En vista de que Dios ama profundamente a su creación humana, ¿no deberíamos nosotros también mostrar cariño y consideración por los animales que él ha confiado a nuestro cuidado y supervisión? Quienes muestran dicho amor a menudo se sienten atraídos por la maravillosa perspectiva de disfrutar de la compañía de los animales tal como nuestro Creador se propuso en un principio. El último artículo de esta serie tratará sobre dicho propósito.

[Ilustración de la página 7]

¿Por qué se da muerte cada año a millones de animales en los centros de protección?

[Reconocimiento]

© Hulton-Deutsch Collection/CORBIS

[Ilustraciones de las páginas 8 y 9]

Tener una mascota resulta más complicado de lo que muchos creen, sobre todo en la ciudad

[Ilustración de la página 9]

Nuestro Creador se complace cuando tratamos a los animales con bondad