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El festival de globos más importante del mundo

El festival de globos más importante del mundo

El festival de globos más importante del mundo

CADA octubre se produce en Albuquerque (Nuevo México, EE.UU.) un insólito problema de tráfico que dura nueve días. Los conductores aminoran la velocidad o se detienen para contemplar los numerosos grupos de globos de vivos colores que invaden el despejado cielo otoñal. Y es que ha comenzado el Festival Internacional Kodak de Globos de Albuquerque, que atrae a más de ochocientos mil visitantes todos los años.

No es extraño que el tránsito se haga más lento, pues el espectáculo es digno de ver. Cientos de globos, o aerostatos, de entre 15 y 25 metros de alto se elevan a la par en una fría y despejada mañana y luego son empujados por la brisa sobre el río Grande y la ciudad de Albuquerque. Al fondo, los pintorescos montes de Sandia, de 3.000 metros de altitud, completan la impresionante vista.

Esta cita anual ha experimentado un crecimiento espectacular desde que empezó en un estacionamiento en 1972, cuando participaron solo trece globos. Para 1978, dicho festival, con 273 inscripciones, ya se había convertido en el mayor acontecimiento mundial de su clase. En el año 2003 participaron más de setecientos veinte globos de gran parte de Estados Unidos y de unos veinte países más. La presencia de periodistas de numerosas entidades y la gran cantidad de fotógrafos particulares contribuyeron a que se ganara la reputación de ser “el acontecimiento más fotografiado del mundo”. En el año 2000, coincidiendo con la celebración del nuevo milenio, la participación superó el millar de globos, un 20% de todos los que se han contabilizado en el planeta.

Cómo funcionan

La gran mayoría de los globos participantes se elevan gracias al aire que calientan los quemadores de propano instalados en la boca. La envoltura, o cubierta, está elaborada con un tejido sintético tratado con poliuretano para minimizar las fugas. De la cubierta cuelga una barquilla, o cesto, que transporta al piloto y los pasajeros. El inflado consta de dos fases. En primer lugar se extiende el globo en el suelo y se introduce en él aire frío con un gran ventilador. A continuación, con un quemador de propano se insufla aire caliente en la envoltura parcialmente inflada. El aire caliente endereza el globo, que permanecerá amarrado al suelo hasta que el piloto esté listo para el despegue. Una vez en el aire, este puede hacerlo ascender accionando los quemadores y añadiendo así más aire caliente. Para descender tan solo debe esperar a que el aire se enfríe o abrir una válvula situada en la parte superior, la cual libera el aire caliente.

En el festival, este tipo de globos solo llevan combustible para permanecer volando unas cuantas horas, generalmente a menos de 600 metros de altura. Por ello, el aeronauta y el equipo en tierra que lo sigue deben buscar un lugar seguro donde aterrizar, uno en el que no haya cables eléctricos y que esté alejado de las calles concurridas.

Algunos aerostatos del festival son de helio o hidrógeno. A diferencia de los de aire caliente, estos pueden mantenerse suspendidos durante varios días. Sus pilotos compiten entre sí para ver quién recorre la mayor distancia a una altitud de 3.000 a 4.500 metros.

Los globos no pueden dirigirse; se mueven a merced de los vientos. No obstante, el aeronauta experimentado puede controlar el aparato variando su altitud hasta encontrar una corriente que lo lleve en la dirección deseada. A este respecto, Albuquerque es el sitio ideal. El valle y las montañas que rodean la ciudad hacen que los vientos de las capas inferiores de la atmósfera desplacen los globos en una dirección y los de las capas superiores los traigan de regreso.

Un acontecimiento espectacular

Más de dos mil voluntarios trabajan para garantizar el éxito y la seguridad de este complejo evento. Su coordinador recibe el nombre de balloonmeister (maestro de los globos), quien, como si estuviera en un aeropuerto muy transitado, dirige el despegue de cientos de aerostatos. Imagínese la inmensa variedad de colores y de ingeniosas formas que despiertan la admiración de los adultos y el entusiasmo de los niños que alzan la mirada boquiabiertos. ¡Fíjese! ¡Ese globo tiene forma de rana, ese de oso y aquel de conejo! Por ahí van un dinosaurio, una vaca, dos cerdos, un pez de colores llamado Sushi, una caja de sorpresas, una lata de refresco, una bota de vaquero, un manojo de chiles rojos y muchísimos modelos más.

Tantos colores y diseños contra el azul brillante del cielo dejan extasiado a cualquier fotógrafo. Pero eso no es todo, pues al anochecer se produce otra escena espectacular: el firmamento se llena de cientos de globos cuyos respectivos quemadores brillan como la vela de un farolillo.

Es posible que pocos tengamos la oportunidad de asistir a este festival o de vivir la fascinante experiencia de viajar en globo. Pero al menos, gracias a estas fotografías, podremos dejar volar la imaginación por el cielo otoñal de Albuquerque.

[Ilustraciones de la página 18]

1. Cada globo necesita un equipo en tierra, compuesto por lo general de cuatro a ocho personas.

2. Un quemador de propano introduce aire caliente para el ascenso.

3. De noche los globos emiten un cálido brillo.

4. Diseños variados

[Reconocimiento]

Fotos 1, 2: Raymond Watt/Festival Internacional de Globos de Albuquerque