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¿Por qué me trata tan mal?

¿Por qué me trata tan mal?

Los jóvenes preguntan...

¿Por qué me trata tan mal?

“A menudo, [mi novio] se molesta conmigo por tonterías. Aun así, estoy loca por él.”—Kathrin. *

“Por fuera no se ven [las heridas], pero por dentro te sientes muy dolida.”—Andrea, cuyo novio la abofeteó.

LA ESCENA resulta familiar: una chica empieza a salir con un chico que parece ser la mismísima personificación del encanto y la gentileza. Poco a poco él va cambiando. Sus palabras de afecto se transforman en sarcasmos mordaces y críticas denigrantes. Al principio, ella no les hace caso y los interpreta como una forma cariñosa, aunque torpe, de molestarla. Sin embargo, la situación empeora hasta desembocar en una recurrente sucesión de ataques verbales, arrebatos de cólera y expresiones de profundo arrepentimiento. Sintiéndose de algún modo responsable de esa mala conducta, la chica aguanta en silencio con la esperanza de que las cosas cambien. Pero ocurre todo lo contrario: su novio empieza a insultarla a gritos. En un arranque de ira incluso llega a darle un violento empujón. Ella teme que la próxima vez la golpee. *

En las relaciones sentimentales marcadas por el maltrato verbal o físico, chicos y chicas pueden verse sometidos a un aluvión implacable de críticas, insultos y muestras de rabia. ¿Te encuentras en una situación similar? (Lee el recuadro “Algunas señales de advertencia”.) En tal caso, es posible incluso que debido a la angustia y la vergüenza no sepas qué hacer.

Este tipo de situaciones no son tan insólitas como cabría pensar. Se calcula que 1 de cada 5 personas ha experimentado alguna forma de violencia durante el noviazgo. Y si se cuenta el maltrato verbal como otra forma de violencia, este cálculo asciende a 4 de cada 5 personas. Contrario a la opinión generalizada, las mujeres no son las únicas víctimas. Según un estudio británico sobre la violencia en el noviazgo, se han contabilizado “casi los mismos porcentajes de hombres y mujeres” maltratados por sus parejas. *

¿Qué causa semejante conducta durante el noviazgo? ¿Qué deberías hacer si te hallas en una situación así?

Ten el punto de vista de Dios

En primer lugar, has de reconocer lo grave que es esa situación a los ojos de Dios. Es cierto que los seres humanos imperfectos tienden a decir y hacer cosas que hieren a los demás (Santiago 3:2). También lo es que incluso personas que se aman y que confían la una en la otra discuten algunas veces. El apóstol Pablo y Bernabé, por ejemplo, eran cristianos maduros; no obstante, en una ocasión tuvieron “un agudo estallido de cólera” (Hechos 15:39). De modo que si estás saliendo con alguien, puede que se produzcan algunos desacuerdos de vez en cuando.

Además, no sería realista esperar que tu novio nunca te hiciera una crítica. A fin de cuentas, si el objetivo es contraer matrimonio y a él le molesta algún rasgo o costumbre tuya, ¿no sería amoroso por su parte comentártelo? Claro está, las críticas duelen (Hebreos 12:11). Pero si el amor es lo que las motiva y el sentimiento con el que se hacen, no son una forma de maltrato verbal (Proverbios 27:6).

Ahora bien, recibir gritos, bofetadas, puñetazos e insultos es un asunto muy distinto. La Biblia condena la “ira, [la] cólera, [la] maldad [y el] habla injuriosa” (Colosenses 3:8). Jehová se indigna cuando alguien emplea su “poder” para humillar, intimidar u oprimir a sus semejantes (Eclesiastés 4:1; 8:9). De hecho, la Palabra de Dios ordena a los esposos que “est[én] amando a sus esposas como a sus propios cuerpos [...], porque nadie jamás ha odiado a su propia carne; antes bien, la alimenta y la acaricia” (Efesios 5:28, 29). El hombre que insulta o maltrata a la mujer con la que está saliendo pone de manifiesto que no está preparado para el matrimonio y, al mismo tiempo, desagrada al propio Jehová Dios.

No es culpa tuya

Dado que los agresores suelen culpar a sus víctimas, es posible que a veces creas que tú eres la culpable de que tu novio se enfade tanto. No obstante, casi con toda probabilidad su ira tiene poco o nada que ver contigo. Con frecuencia, los maltratadores se criaron en hogares donde la violencia o los insultos eran habituales. * En algunos países, los jóvenes se ven influidos por una cultura imperante en la que se espera que los hombres sean dominantes. Asimismo, los compañeros pueden ejercer presión sobre un chico para que se comporte de forma machista. Tal vez se sienta amenazado por casi cualquier cosa que digas o hagas debido a su falta de autoestima.

Sea cual sea el caso, tú no eres culpable de los arrebatos de otra persona. El maltrato verbal y la violencia nunca tienen justificación.

Cambia tu forma de pensar

Aun no siendo la responsable, tal vez tengas que ajustar tu propia forma de ver el asunto. ¿Por qué? Porque si una chica ha crecido en un entorno igualmente marcado por la violencia y el lenguaje denigrante, es posible que ese tipo de comportamiento le parezca normal. En vez de desaprobar semejante conducta no cristiana, quizás la tolere o hasta le atraiga. Así es, algunas víctimas del maltrato reconocen que no les interesan los hombres muy atentos. Otras jóvenes creen erróneamente que pueden cambiar a su novio.

Si te identificas con alguno de los dos grupos anteriores, es necesario que cambies tu forma de pensar, es decir, que te ‘transformes rehaciendo tu mente’ (Romanos 12:2). Por medio de la oración, el estudio y la meditación irás adoptando la óptica de Jehová sobre el maltrato, hasta que lo encuentres repulsivo. Has de comprender que no mereces que te maltraten. La modestia, es decir, el reconocimiento de tus propias limitaciones, te ayudará a darte cuenta de que sencillamente no posees la capacidad necesaria para cambiar la forma de ser de un novio irritable. ¡Es él quien tiene que cambiar! (Gálatas 6:5.)

Hay jóvenes que soportan el maltrato porque tienen poca autoestima. Kathrin, mencionada al principio, confiesa: “No puedo imaginarme la vida sin él, ni creo que pueda encontrar a alguien mejor”. Cierta joven llamada Helga comenta algo parecido sobre su novio: “Prefiero que me golpee a que no me haga caso”.

¿Te parece que pensando así te irá bien en tu relación? Al fin y al cabo, ¿puedes amar a alguien si no eres capaz de amarte siquiera a ti misma? (Mateo 19:19.) Esfuérzate por cultivar una sana autoestima. * Tolerar el maltrato no te ayudará a conseguirla. Como sabe por experiencia una joven llamada Irena, permitir el maltrato puede “privarte de todo tu amor propio”.

Enfréntate a la verdad

A algunas personas les cuesta reconocer que mantienen una relación tormentosa, sobre todo si hay implicados fuertes sentimientos románticos. Pero no te ciegues a la realidad. Un proverbio bíblico dice: “Sagaz es el que ha visto la calamidad y procede a ocultarse, pero los inexpertos han pasado adelante y tienen que sufrir la pena” (Proverbios 22:3). Una joven de nombre Hanna recuerda: “Al enamorarte, te quedas ciega y tan solo ves las buenas cualidades”. Sin embargo, si tu novio te trata mal, es fundamental que lo veas tal cual es. Algo anda muy mal si hace que te sientas amenazada o rebajada. No intentes negar tus sentimientos ni excusarlo a él ni culparte tú. La experiencia demuestra que de no tomar medidas, el maltrato solo empeorará. ¡Tu bienestar corre peligro!

Naturalmente, el proceder más sabio sería evitar encariñarte con alguien carente de autodominio (Proverbios 22:24). Por lo tanto, si un joven de quien no sabes mucho quiere salir contigo, sería recomendable que averigüaras algo más acerca de él. ¿Por qué no le propones salir en grupo? De esta forma podrás conocerlo mejor sin que surjan sentimientos románticos muy rápido. Hazte preguntas relevantes, como: “¿Quiénes son sus amigos? ¿Qué clase de música, películas, videojuegos y deportes le gustan? ¿Indican sus temas de conversación que le interesan los asuntos espirituales?”. Habla con personas que lo conozcan, como los ancianos de su congregación. Ellos te dirán si otros dan “buenos informes acerca de él” debido a su conducta madura y piadosa (Hechos 16:2).

Pero ¿qué hacer si ya estás encariñada con alguien que te maltrata? Un artículo futuro responderá a esta pregunta.

[Notas]

^ párr. 3 Se han cambiado algunos nombres.

^ párr. 5 Este artículo es para las víctimas del maltrato verbal y físico. Puede encontrarse consejo para los agresores en los artículos “De palabras que hieren a palabras que curan” y “¿Qué hay de malo en intimidar a otros?”, de nuestros números del 22 de octubre de 1996 y del 22 de marzo de 1997, respectivamente.

^ párr. 7 A fin de simplificar la redacción, emplearemos el género femenino para referirnos a las víctimas del maltrato. Los principios aquí expuestos son igualmente válidos para hombres y mujeres.

^ párr. 14 Consulta el artículo “Las causas del habla injuriosa”, de nuestro número del 22 de octubre de 1996.

^ párr. 20 Lee el cap. 12 del libro Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas, editado por los testigos de Jehová.

[Recuadro de la página 21]

Algunas señales de advertencia

▪ Realiza con frecuencia comentarios denigrantes sobre ti, tu familia o tus amigos, tanto si estás sola como acompañada

▪ Por lo general pasa por alto tus deseos o sentimientos

▪ Trata de controlar cada detalle de tu vida, siempre quiere saber dónde te encuentras y toma todas las decisiones por ti

▪ Te grita, empuja o golpea, o te amenaza

▪ Intenta convencerte para que tomes parte en muestras de afecto inadecuadas

▪ Apenas puedes hacer nada sin preocuparte por si le irritará de algún modo

[Ilustración de la página 20]

Las críticas e insultos constantes pueden ser indicios de una relación tormentosa