El valor de nuestro hábitat natural
El valor de nuestro hábitat natural
Varios científicos y economistas colaboraron recientemente en un estudio de cinco hábitats naturales que fueron transformados en espacios para uso humano y fines comerciales, a saber: un bosque tropical de Malaysia arrasado a causa de la tala intensiva, otro de Camerún transformado en plantaciones de caucho y de palmera de aceite, un manglar de Tailandia convertido en un vivero de camarones, un pantano de agua dulce de Canadá drenado para dedicarlo a la agricultura, y por último, un arrecife coralino de las Filipinas destrozado por la pesca con dinamita.
Dicha investigación arrojó unos resultados sorprendentes. Si estos cinco entornos geográficos se hubieran conservado en su estado natural, su valor económico a largo plazo para la comunidad habría oscilado entre un 14 y un 75% más que su valor actual tras la conversión. De hecho, los ecosistemas pierden como promedio la mitad de su valor a consecuencia de la interferencia humana, además de que su transformación cuesta cada año 250.000 millones de dólares, en contraste con los 45.000 millones que supondría conservarlos. Según los investigadores, el valor de los “bienes y servicios” que proporcionan a cambio —alimentos, agua, oxígeno, refugio, combustible, vestimenta, sustancias medicinales y protección contra tormentas e inundaciones— asciende por lo menos a 4,4 billones de dólares, es decir, casi cien veces más que el costo de conservación, informa el periódico londinense The Guardian. El director del estudio, el doctor Andrew Balmford, de la Universidad de Cambridge (Inglaterra), dijo: “Los números resultan abrumadores. Suponíamos que las cifras se inclinarían a favor de la protección del medio ambiente, pero no hasta este punto”.
Por desgracia, tras la Cumbre de la Tierra que tuvo lugar en Río de Janeiro en 1992, se han alterado el 11,4% de los hábitats naturales del planeta, fundamentalmente por desconocer las pérdidas que esto supone y por querer obtener beneficios económicos a corto plazo. Diez años más tarde, en la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible, celebrada en Johannesburgo, no se presentó ninguna solución específica destinada a resolver el problema. Balmford expresó su preocupación como sigue: “Se ha perdido un tercio de las tierras vírgenes del mundo desde que oí por primera vez, cuando era niño, la palabra conservación. Eso me quita el sueño por las noches”.
A quienes leen la Biblia, sin embargo, los tranquiliza la promesa que hace el Creador en Revelación (Apocalipsis) 11:18. Ahí dice que él pronto causará “la ruina de los que están arruinando la tierra”. Entonces, los ecosistemas del planeta serán restaurados para el bien eterno de la humanidad.