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¿Por qué tanta soledad?

¿Por qué tanta soledad?

¿Por qué tanta soledad?

EN LA sociedad actual hay muchas personas —de toda edad, raza, clase y religión— a las que abruma la soledad. ¿Le ha ocurrido esto al lector en algún momento, tal vez incluso este mismo día? Lo cierto es que todos necesitamos de vez en cuando a un compañero que nos escuche, nos tranquilice o comparta nuestros pensamientos y emociones más íntimos, alguien que nos comprenda y se interese por lo que llevamos dentro.

Pero vivir sin compañía no es forzosamente negativo. Hay quienes pasan mucho tiempo así y no obstante disfrutan de lo que hacen. Otros, en cambio, no lo soportan. Examinemos varias definiciones del Diccionario Salamanca de la lengua española. He aquí el significado de soledad: “Tristeza que se siente por la ausencia, muerte o pérdida de una persona o cosa [...]. Ausencia voluntaria o involuntaria de compañía”. (Así pues, esta condición a veces se elige, y no siempre incomoda.) El término solo también posee un sentido neutro: “Que no tiene compañía”, y otro negativo: “Que no tiene familia ni amigos, nadie que le ayude, proteja o consuele”. (Tal estado es angustioso y conviene remediarlo.) Así mismo, solitario es el que “gusta de estar en soledad o [el] que vive en soledad”.

La soledad indeseada suscita intensas emociones —a menudo dolorosas— de vacío, aislamiento o separación, lo que a su vez suele infundir temor y sentimientos de desamparo. ¿Ha experimentado usted tales sensaciones? ¿A qué pueden deberse?

A cada uno nos afectan de distinta manera los problemas y demás situaciones conflictivas. Por ejemplo, pudiéramos percibir que se nos rechaza por nuestra apariencia, raza o religión. O si nos mudamos a un nuevo entorno —escuela, empresa, vecindario, ciudad o país— tal vez tengamos que dejar atrás viejos amigos, lo que propiciará la soledad. La muerte de los padres o del cónyuge pudiera dejar a los seres queridos solos por años. Además, el paso del tiempo lleva a que el círculo de amistades y otras relaciones cambie, se reduzca o incluso desaparezca por completo.

El matrimonio no es un antídoto infalible contra la soledad, ya que la incomprensión mutua o la incompatibilidad de caracteres crean tensiones que fomentan la inseguridad e incluso el aislamiento, sea en el caso de los esposos o los hijos. Pero además de la tristeza que produce la viudez, el divorcio o el aislamiento físico o emocional, hay otra soledad que puede ser muy negativa: la sensación de estar apartado de Dios por haberse enfriado la relación personal con él.

¿Se ha enfrentado usted a alguna de tales situaciones? ¿Es posible sobrellevar la soledad?

[Ilustraciones de la página 4]

Los cambios, como ir a una nueva escuela o perder el cónyuge, suelen ocasionar soledad