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Cuando la preocupación por el aspecto se vuelve obsesión

Cuando la preocupación por el aspecto se vuelve obsesión

Cuando la preocupación por el aspecto se vuelve obsesión

AL MIRARNOS al espejo, la mayoría vemos cosas que nos gustaría mejorar. Por ello, nos arreglamos la ropa, nos retocamos el peinado o utilizamos algún cosmético, y entonces reanudamos nuestras actividades diarias. El deseo de presentar buen aspecto es algo normal y adecuado; no obstante, en el caso de algunas personas, el afán de lograrlo llega a extremos, dando lugar a una enfermedad que se conoce como trastorno dismórfico corporal, o TDC.

El Manual Merck de Diagnóstico y Tratamiento lo define así: “Preocupación por padecer algún defecto en el aspecto físico que causa malestar significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del sujeto”. * Puesto que se suele imaginar el supuesto defecto o exagerar alguna imperfección mínima, la percepción que el paciente tiene de sí mismo se denomina también fealdad imaginaria.

El profesor J. Kevin Thompson, de la Universidad de South Florida (EE.UU.), afirma que el TDC no es muy frecuente, pues “puede que afecte a entre el 1 y el 2% de la población general y a entre el 10 y el 15% de los pacientes psiquiátricos externos”. Sin embargo, añade: “Algunos investigadores creen que el número de casos está aumentando, en parte debido a la mejora en los métodos de diagnóstico y detección del problema, y en parte a la obsesión cada vez mayor de la sociedad por la imagen”. Aunque puede producirse a cualquier edad, el trastorno por lo general comienza en la adolescencia. En la edad adulta parece afectar a hombres y mujeres por igual, en marcado contraste con los trastornos alimentarios, que son mucho más comunes entre la población femenina.

La preocupación obsesiva por la apariencia, típica de las personas que padecen TDC, suele llevarlas a mirarse compulsivamente al espejo, y en algunos casos, al aislamiento social. Lo que es peor aún, “el malestar y la discapacidad asociada a este trastorno puede ocasionar reiteradas hospitalizaciones y abocar a una conducta suicida”, explica El Manual Merck. No es de extrañar que algunos de estos pacientes recurran a la cirugía estética. La doctora Katharine Phillips, que ha escrito un libro sobre este trastorno, hace el siguiente comentario: “Por lo general desaconsejo que la gente se opere. La cirugía es irreversible, y, de todas formas, la mayoría de los que padecen TDC piensan que no les ha servido de nada”. *

Alguna que otra vez, el TDC se presenta a muy temprana edad. La publicación George Street Journal * informa sobre el caso de un niño de seis años “que creía tener los dientes amarillos y mucha barriga, y estaba descontento con su pelo. Nadie más percibía tales ‘defectos’. Cada mañana pasaba una hora peinándose, y si no lograba un resultado ‘perfecto’, volvía a mojarse la cabeza y repetir el proceso, por lo que a menudo llegaba tarde a la escuela”. En cierta ocasión, al llegar a la consulta del médico, se agachó para poder verse en la superficie cromada de una silla.

No deje que el mundo determine su actitud

Las revistas, periódicos y anuncios de televisión bombardean a la gente con imágenes del cuerpo ideal. La lógica de los anunciantes es simple: si presentan cierta imagen como el modelo a seguir, la gente se gastará en imitarlo el dinero que tanto le costó ganar. Si a esto se le añade un poco de presión de grupo, y algún que otro comentario irreflexivo por parte de familiares y amigos, no sorprende que haya personas que empiecen a tener una opinión distorsionada sobre su aspecto. * Por supuesto, esa actitud desequilibrada dista mucho de ser un trastorno psiquiátrico obsesivo.

Existe el concepto erróneo de que si una persona no es hermosa o elegante, los demás no se interesarán en ella. Pero la gente no suele escoger a sus amigos por el aspecto físico. Es cierto que este pudiera influir en un principio, pero los factores que de verdad consolidan una amistad son la personalidad, las normas morales y los valores. En cierta forma, cada uno de nosotros es como un libro. Por atractiva que sea la portada, si el contenido es aburrido, el lector lo dejará enseguida. En cambio, si el libro es interesante, la gente lo seguirá leyendo sin preocuparse de la portada. Entonces, ¿por qué no centrarnos en nuestras cualidades personales? Eso es lo que nos anima a hacer la Palabra de Dios, la Biblia (Proverbios 11:22; Colosenses 3:8; 1 Pedro 3:3, 4).

Además, conviene ser realistas: nuestra imagen cambia a medida que envejecemos. Si la vida, la amistad y la felicidad dependieran de un aspecto juvenil, a todos nos aguardaría un triste futuro. Pero nuestra situación no tiene por qué ser esa. ¿En qué sentido?

La belleza duradera

Proverbios 16:31 asegura: “La canicie es corona de hermosura cuando se halla en el camino de la justicia”. Quienes envejecen en el servicio a Jehová Dios no resultan menos atractivos a Sus ojos ni a los de todos aquellos que comparten el punto de vista divino. De hecho, su historial de celo y devoción piadosa hace que estas personas tan valiosas alcancen su plena belleza cuando sus cabellos se han vuelto blancos. Por tanto, merecen nuestro amor y profundo respeto (Levítico 19:32).

Además, en el venidero nuevo mundo que ha prometido, Jehová anulará los efectos que el pecado heredado produce en todos sus leales, tanto jóvenes como mayores. Cada día que pase, ellos verán y sentirán que sus cuerpos se regeneran hasta alcanzar gradualmente la cumbre de la perfección física (Job 33:25; Revelación [Apocalipsis] 21:3, 4). ¿Le gustaría beneficiarse de esta perspectiva tan emocionante? Entonces, esfuércese por fijarse en la belleza que realmente importa, sin permitir que el pensamiento superficial, y a menudo cruel, del mundo determine su actitud. Si lo hace así, será una persona mucho más feliz y atractiva (Proverbios 31:30).

[Notas]

^ párr. 3 La publicación The Medical Journal of Australia aclara: “La preocupación por la apariencia física es un síntoma habitual en varios trastornos psiquiátricos”. Entre estos se incluyen la depresión, los trastornos del tipo obsesivo compulsivo y los de la alimentación, por ejemplo, la anorexia nerviosa. De ahí que resulte difícil establecer el diagnóstico del TDC.

^ párr. 5 Véase el artículo “Los jóvenes preguntan... ¿Debo hacerme la cirugía estética?”, publicado en el número del 22 de agosto de 2002 de esta misma revista. Por supuesto, la persona que padece un trastorno psiquiátrico grave quizás necesite la ayuda de un profesional de la salud mental.

^ párr. 6 Publicada por la Brown University (Rhode Island, EE.UU.).

^ párr. 8 Se puede encontrar información más detallada sobre este tema en el capítulo “¿Cuánto importa la apariencia?”, del libro Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas, editado por los testigos de Jehová.