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Cómo ser un buen padre

Cómo ser un buen padre

Cómo ser un buen padre

UN ARTÍCULO de la revista The Economist sobre el deterioro de la vida familiar comenzaba con esta sorprendente declaración: “Tener hijos es fácil; ser un buen padre, no”.

Aunque hay muchas tareas en la vida que resultan difíciles, ser un buen padre es una de las más complejas e importantes. Todo cabeza de familia debería querer cumplir bien su papel, dado que el bienestar y la felicidad de los suyos están en juego.

Por qué no resulta fácil

Dicho sencillamente, una razón fundamental por la que ser buen padre no resulta fácil es la imperfección heredada, que afecta tanto a los progenitores como a los hijos. Las Escrituras revelan: “La inclinación del corazón del hombre es mala desde su juventud” (Génesis 8:21). Por ello, un escritor bíblico reconoció: “En pecado me concibió mi madre” (Salmo 51:5; Romanos 5:12). La tendencia al mal que se deriva del pecado heredado es tan solo uno de los obstáculos que dificultan la labor del padre.

Este mundo, o sistema de cosas, supone un obstáculo adicional enorme. ¿Por qué? Como explica la Biblia, “el mundo entero yace en el poder del inicuo”, al que se identifica como “el que es llamado Diablo y Satanás”. Las Escrituras dicen también que Satanás es “el dios de este sistema de cosas”. No sorprende que Jesús declarase que así como él no fue “parte del mundo”, sus seguidores tampoco deben serlo (1 Juan 5:19; Revelación [Apocalipsis] 12:9; 2 Corintios 4:4; Juan 17:16).

Algo fundamental para cumplir bien con la labor de padre es tener conciencia de la propia imperfección heredada, así como de la influencia de Satanás el Diablo y del mundo que él controla. No se trata de obstáculos imaginarios: son reales. Pero ¿adónde puede acudir un hombre para aprender cómo superarlos y convertirse en un buen padre?

Ejemplos divinos

Se puede obtener ayuda para superar los obstáculos mencionados anteriormente acudiendo a las Escrituras, pues estas suministran ejemplos estupendos. Jesús señaló cuál era el mejor de todos cuando enseñó a sus discípulos a orar: “Padre nuestro que estás en los cielos”. Para describir a nuestro Padre celestial, la Biblia utiliza estas sencillas palabras: “Dios es amor”. ¿Cómo debería reaccionar un padre humano al ejemplo divino? El apóstol Pablo exhortó: “Háganse imitadores de Dios [...] y sigan andando en amor” (Mateo 6:9, 10; 1 Juan 4:8; Efesios 5:1, 2).

Si usted es padre, piense en lo que puede aprender al analizar tan solo un ejemplo de cómo trató Dios a su Hijo, Jesús. Mateo 3:17 nos cuenta que tras el bautismo en agua de Jesús, se oyó una voz del cielo que decía: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado”. ¿Qué lección encierra esta frase?

Primero, piense en el efecto que tiene en un niño que el padre le diga con orgullo a alguien: “Este es mi hijo” o “Esta es mi hija”. Los jóvenes se desarrollan mejor cuando el progenitor les presta atención, en especial cuando reconoce sus logros. Es probable que para demostrar que es digno de ese reconocimiento, el niño se sienta motivado a esforzarse más.

En segundo lugar, Dios manifestó sus sentimientos respecto a Jesús llamándolo “el amado”, expresión de cariño paterno que sin duda le llegó al corazón a Jesús. Es probable que sus hijos también sientan lo mismo si usted les demuestra que de veras los ama, tanto de palabra como dedicándoles tiempo, atención e interés.

En tercer lugar, Dios le dijo a su Hijo: “Yo te he aprobado” (Marcos 1:11). Un aspecto fundamental que el padre debe imitar también es decirles a sus hijos que está contento con ellos. Es cierto que los niños cometen muchos errores, como todo el mundo, pero ¿busca usted oportunidades de expresar aprobación por las cosas buenas que sus hijos dicen o hacen?

Jesús imitó bien el ejemplo de su Padre celestial. Mientras vivió en la Tierra, demostró por sus palabras y acciones lo que el Padre pensaba respecto a Sus hijos terrestres (Juan 14:9). A pesar de que Jesús estaba ocupado y sometido a tensión, dedicó tiempo a sentarse y hablar con los niños. A sus discípulos les dijo: “Dejen que los niñitos vengan a mí; no traten de detenerlos” (Marcos 10:14). ¿Pueden ustedes, padres, imitar más plenamente a Jehová Dios y a su Hijo?

El buen ejemplo es fundamental

Es de suma importancia dar un buen ejemplo a los hijos. Es probable que sus esfuerzos por “[seguir] criándolos en la disciplina y regulación mental de Jehová” fracasen si usted mismo no se somete a la disciplina de Dios y no permite que esta gobierne su vida (Efesios 6:4). No obstante, con la ayuda divina podrá superar cualquier obstáculo para cumplir el mandato divino de ocuparse de sus hijos.

Piense en el ejemplo de Viktor Gutschmidt, un testigo de Jehová de la ex Unión Soviética. En octubre de 1957 fue condenado a diez años de prisión por hablar de su fe y tuvo que separarse de sus dos niñas y de su esposa, Polina. En la cárcel le permitían escribir cartas a su familia, pero tenía prohibido mencionar en ellas cualquier cosa que tuviera que ver con Dios o con algún tema religioso. A pesar de ese impedimento, Viktor estaba decidido a ser un buen padre, y sabía que era vital instruir a sus hijas acerca de Dios. ¿Qué hizo entonces?

“Encontré información en las revistas soviéticas El joven naturalista y Naturaleza —relata Viktor—. Les escribía postales en las que dibujaba animales y personas, e incluía alguna historia o experiencia relacionada con la naturaleza.”

“Tan pronto como recibíamos las postales —cuenta Polina—, las relacionábamos con temas bíblicos. Por ejemplo, cuando aludían a la belleza de la naturaleza, los bosques o los ríos, leía el capítulo 65 de Isaías”, que habla de la promesa de Dios de convertir la Tierra en un paraíso.

Yulia, una de las hijas, recuerda: “Entonces mamá oraba con nosotras, y llorábamos. Aquellas tarjetas influyeron mucho en nuestra crianza”. Polina dice que, como resultado, “desde pequeñas, las niñas ya amaban mucho a Dios”. ¿Cuál es su situación familiar en la actualidad?

Viktor explica: “Mis dos hijas están casadas con ancianos cristianos, las familias de ambas están fuertes en sentido espiritual, y sus hijos sirven fielmente a Jehová”.

Dar un buen ejemplo no solo requiere ingenio sino también un gran esfuerzo. Es probable que los corazones de los niños se conmuevan cuando vean los esfuerzos sinceros del padre. Un hijo que pasó muchos años en el servicio de tiempo completo expresó gratitud hacia su padre con estas palabras: “A veces, papá estaba tan cansado después del trabajo que apenas podía mantenerse despierto, pero aun así hacíamos nuestro estudio semanal de la Biblia, y eso nos ayudaba a comprender lo importante que era”.

Queda claro, pues, que dar un buen ejemplo, tanto de palabra como de obra, es fundamental para ser un buen padre. Debe hacerlo si quiere comprobar la verdad del proverbio que dice: “Entrena al muchacho conforme al camino para él; aun cuando se haga viejo no se desviará de él” (Proverbios 22:6).

Por eso, recuerde: no solo cuenta lo que usted dice, sino lo que hace; su propio ejemplo es lo que de verdad importa. Un experto canadiense en educación preescolar escribió: “La mejor manera de conseguir que nuestros hijos se comporten [como nos gustaría que lo hicieran] es comportarnos nosotros mismos de esa manera”. De hecho, si desea que sus hijos valoren los asuntos espirituales, es fundamental que usted mismo lo haga.

¡Dedíqueles tiempo!

Sus hijos deben ver su buen ejemplo. Eso significa que debe pasar tiempo con ellos, mucho tiempo, no solo algunos ratos de vez en cuando. Sea sabio y ponga en práctica el consejo bíblico de ‘comprarse el tiempo’, es decir, dejar a un lado asuntos menos importantes para poder estar con ellos (Efesios 5:15, 16). En realidad, ¿qué puede ser más importante que sus hijos? ¿Un televisor de pantalla grande, un juego profesional de palos de golf, una casa bonita, el trabajo?

Hay una frase popular que afirma: “Pague ahora, o lo pagará después”. Los padres cuyos hijos se han descarriado hacia la conducta inmoral o hacia un estilo de vida carente de espiritualidad a menudo sienten profundos remordimientos. Se lamentan de no haber estado con sus pequeños más a menudo cuando estos realmente necesitaban un padre.

Recuerde que el momento para pensar en las consecuencias de sus elecciones es mientras sus hijos son jóvenes. La Biblia llama a los hijos “una herencia de parte de Jehová”, algo que el propio Dios le ha confiado (Salmo 127:3). Por eso, nunca olvide que usted es responsable de ellos ante Dios.

Hay ayuda disponible

A todo buen padre le interesa profundamente recibir ayuda que beneficie a sus hijos. Después de que un ángel le dijera a la esposa de Manóah que iba a tener un hijo, el futuro padre le pidió a Jehová en oración: “Déjalo venir otra vez a nosotros, por favor, y que nos instruya en cuanto a lo que debemos hacer al niño que nacerá” (Jueces 13:8, 9). Al igual que los padres de la actualidad, ¿qué tipo de ayuda necesitó Manóah? Veamos.

Brent Burgoyne, profesor de la Universidad de Ciudad del Cabo (Sudáfrica), hizo este comentario: “Uno de los mejores regalos que se le puede hacer a cualquier niño es inculcarle un sistema de valores”. La necesidad que tienen los hijos de una escala de valores se puede ver en el siguiente comentario del periódico Daily Yomiuri, de Japón: “[Una] encuesta revela que los padres del 71% de los niños japoneses nunca les han enseñado que no se debe mentir”. ¿No es una situación triste?

¿Quién puede suministrar un sistema de valores confiable? El mismo que dio guía a Manóah: el propio Dios. Para instruirnos, él envió a Jesús, su amado Hijo, como Maestro (designación por la que se le conocía habitualmente). En la actualidad, el libro Aprendamos del Gran Maestro, que contiene lecciones basadas en las enseñanzas de Jesús, está disponible en muchos idiomas para ayudarnos a instruir a los niños.

El libro Aprendamos del Gran Maestro no solo expone valores basados en la Palabra de Dios, sino que además cuenta con más de ciento sesenta ilustraciones que contienen preguntas dirigidas directamente al pequeño. Por ejemplo, en el capítulo 22, titulado “¿Por qué no debemos mentir?”, aparece la ilustración que vemos en la página 32 de esta revista. Junto a ella se lee: “Supongamos que un niño le asegura a su padre: ‘No, papá, no jugué a la pelota dentro de la casa’, pero en realidad sí lo hizo. ¿Estaría mal que dijera que no?”.

Hallamos impactantes lecciones en los capítulos “La obediencia nos protege”, “Tenemos que resistir las tentaciones”, “Una lección de bondad”, “Nunca seas un ladrón”, “¿Le agradan a Dios todas las fiestas?”, “Cómo hacer feliz a Dios” y “¿Por qué hay que trabajar?”, por nombrar solo algunos de los 48 que tiene el libro.

El prólogo concluye con las siguientes palabras: “Los niños precisan que se les dirija a la Fuente de toda sabiduría, nuestro Padre celestial, Jehová Dios. Eso fue lo que Jesús, el Gran Maestro, hizo siempre. Es nuestro deseo sincero que este libro contribuya a que usted y su familia vivan de una forma que agrade a Jehová y obtengan su bendición eterna”. *

Está claro que ser un buen padre incluye dar buen ejemplo a los hijos, pasar mucho tiempo con ellos y ayudarlos a vivir conforme a las normas que Dios revela en la Biblia.

[Nota]

^ párr. 35 Para ayudar a las familias, los testigos de Jehová también han publicado las obras Mi libro de historias bíblicas, Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas y El secreto de la felicidad familiar.

[Ilustración de la página 8]

Aunque estaba preso, Viktor Gutschmidt se las arregló para ser un buen padre

[Ilustraciones de las páginas 8 y 9]

Mientras estuvo encarcelado por su fe, Viktor hizo estos dibujos para instruir a sus hijas

[Ilustración de la página 9]

Las hijas de Viktor en 1965

[Ilustración de la página 10]

Los padres deberían implicarse activamente en la educación de sus hijos