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La ausencia paterna: un problema creciente

La ausencia paterna: un problema creciente

La ausencia paterna: un problema creciente

CADA vez son más los hombres que abandonan a sus familias. A fines de la década de 1990, el periódico USA Today calificó a Estados Unidos de “el país con mayor número de hogares sin padre”. No obstante, la ausencia paterna es un problema mundial.

Según un censo del año 2000, de las 44.700.000 familias brasileñas, 11.200.000 estaban a cargo de mujeres. En Nicaragua, el 25% de los niños vivían solo con la madre. En Costa Rica, el porcentaje de hijos a los que el padre no reconoce legalmente aumentó durante la década de 1990 del 21,1 al 30,4%.

Las estadísticas de estos tres países son tan solo una muestra de la tendencia mundial. Analicemos otro aspecto del problema.

Presentes pero no disponibles

Sírvase leer el apartado “Papi, ¿cuándo volveré a verte?”. Nao, que ahora tiene 23 años, confiesa: “Antes de empezar a ir a la escuela primaria, casi nunca veía a mi padre. Recuerdo que un día, cuando él salía de casa, le supliqué: ‘¡Regresa, por favor!’”.

Refiriéndose a relaciones como las de Nao y su padre, el escritor polaco Piotr Szczukiewicz comentó lo siguiente: “Parece que el padre es una figura importante que falta en los hogares”. Es cierto que muchos viven con sus familias y les proporcionan sostén económico. No obstante, como explica la revista francesa Capital, “hay demasiados hombres que se conforman con llevar el pan a casa, sin participar en la educación de sus hijos”.

Con frecuencia, el padre sí vive en casa, pero no se implica en la vida de sus hijos, pues centra su atención en otros asuntos. La revista francesa Famille chrétienne señala: “Incluso en los casos en que está presente en sentido físico, puede que no lo esté en sentido psicológico”. ¿Por qué hay tantos padres ausentes emocional y mentalmente de los suyos?

Como explica la revista citada, una razón fundamental es que el hombre “no comprende cuál es el papel del esposo o padre”. Para muchos, su cometido se reduce a ganar un buen salario. El escritor polaco Józef Augustyn aseguró: “La mayoría de los hombres se consideran buenos padres porque sostienen económicamente a la familia”. Pero esa es solo una de sus responsabilidades.

La verdad es que los niños no juzgan la valía del padre por su sueldo o por el precio de los regalos que les hace. Más que regalos, lo que los pequeños desean es el amor, el tiempo y la atención de su padre. Eso es lo que en realidad les importa.

Es necesario replantearse el estilo de vida

Según un informe del Consejo Educativo Central Japonés, “los padres deberían replantearse su estilo de vida, pues están excesivamente entregados al trabajo”. La pregunta que surge es: ¿están dispuestos a hacer cambios por el bien de sus hijos? Según un sondeo publicado en el periódico alemán Gießener Allgemeine, la mayoría de las personas rehusaron anteponer sus hijos a su carrera.

Los niños se sienten muy dolidos cuando creen que el padre no se interesa por ellos. Lidia, que en la actualidad tiene 21 años, recuerda vívidamente su niñez en Polonia y, en especial, la clase de relación que tenía con su padre. “Nunca hablaba con nosotros —explica—. Vivíamos en mundos diferentes. No sabía que yo pasaba mis ratos libres en las discotecas.” Macarena, una joven española de 21 años, cuenta algo parecido: cuando ella era niña, su padre “se iba los fines de semana con sus amigos a divertirse, y en varias ocasiones desapareció durante días”.

Establezca las prioridades adecuadas

La mayoría de los hombres se dan cuenta de que les dedican muy poco tiempo y atención a sus hijos. Un japonés, padre de un adolescente, dijo: “Espero que mi hijo comprenda mi situación y el hecho de que siempre estoy pensando en él, incluso cuando estoy ocupado”. Sin embargo, ¿se arreglará el problema simplemente deseando que el hijo comprenda por qué su padre no pasa tiempo con la familia?

No hay duda de que se requiere un auténtico esfuerzo, sí, sacrificio, para satisfacer las necesidades de los hijos. Obviamente, no resulta fácil darles lo que más necesitan, a saber, amor, tiempo y atención. Jesucristo dijo: “No de pan [es decir, alimento] solamente debe vivir el hombre” (Mateo 4:4). También es cierto que hacen falta más que bienes materiales para que un niño tenga un desarrollo satisfactorio. ¿Está usted dispuesto a sacrificar cosas que pueden serle muy preciadas —como el tiempo o incluso el progreso de su carrera— por estar con sus hijos?

El rotativo Mainichi Daily News del 10 de febrero de 1986 relató el caso de un hombre que se dio cuenta de lo importantes que eran sus hijos. La noticia decía: “Un ejecutivo de alto rango de los Ferrocarriles Nacionales Japoneses prefirió dimitir antes que separarse de su familia”. El periódico citaba entonces las siguientes palabras del ejecutivo: “Cualquiera puede ser director general, pero yo soy el único padre que tienen mis hijos”.

De hecho, el primer paso para convertirse en un buen padre es reconocer la clase de padre que los hijos necesitan. Analicemos qué hace falta para lograrlo.

[Recuadro de la página 3]

“Papi, ¿cuándo volveré a verte?”

Nao, una niña japonesa de cinco años, le hizo esa pregunta un día a su padre cuando él salía para trabajar. Aunque vivían en la misma casa, la pequeña apenas lo veía: cuando él volvía del trabajo, Nao ya estaba durmiendo, y por las mañanas se iba antes de que ella se despertara.