Cómo educar a su perro
Cómo educar a su perro
De nuestro corresponsal en México
“MI PERRO nunca acude cuando lo llamo.” “Ladra tanto que se quejan los vecinos.” “Salta encima de cualquiera, sea o no de la casa.” En todas estas situaciones, el dueño pregunta frustrado: “¿Qué puedo hacer?”.
Para que el animal acate órdenes sencillas, probablemente lo mejor sea darle un curso de obediencia básica. Es preferible educarlo mientras todavía es cachorro, pero también puede aprender de adulto. Marcos, adiestrador de México, explica: “Aunque solo admitimos ejemplares de entre cuatro meses y cinco años, he enseñado obediencia básica a algunos de 10 años”.
Se trata de un animal muy inteligente, por lo que es posible instruirlo para que detecte explosivos, ayude a los discapacitados y realice misiones de búsqueda y rescate. Ahora bien, ¿cómo puede usted controlarlo?
La herencia genética
Primero, es preciso entender su herencia genética. Al igual que los lobos, los perros son muy jerárquicos. Tienden por instinto a vivir en manada bajo un jefe, denominado “individuo alfa”. Dado que los dueños constituyen su jauría, la mascota tiene que comprender que son ellos los que mandan.
En el grupo de lobos, el líder es quien duerme en los puntos más altos y calientes, y el que come primero. Por tanto, si dejamos que el perro se eche en la cama o el sofá, o le damos comida en la mesa, quizás se crea la figura dominante.
Aun a tierna edad debe saber que usted tiene mayor rango. ¿Cómo lograrlo? Quédese mirándolo con fijeza hasta que aparte la vista. Otro buen método es frotarle la panza mientras lo tiene tumbado de espaldas, pues esto lo coloca en actitud de sumisión. Cuando se porte mal, exclame: “¡No!”. Y si le desobedece, trate de no hacerle caso o salga de la habitación.
Cada vez que responda a una voz de mando, estará reconociendo la autoridad de quien la da. Pero si el amo no se afianza como líder, la mascota pudiera entender que es igual o superior a él, y obrar en consecuencia.
Cómo enseñarle órdenes sencillas
Para lograr que reconozca órdenes básicas, hay que disponer de un collar, una correa y una buena dosis de paciencia. Un manual de adiestramiento ofrece estos consejos: 1) emplear voces de mando sencillas y breves; 2) demostrar cómo debe realizar la acción, y 3) alabarlo tan pronto la haga. Más que las palabras, importa el tono
con que se digan: firme al mandar, y alegre y cariñoso al encomiar.No hace falta recurrir a golpes, patadas u otros castigos físicos. “Me limito a gritar ‘¡No!’ con tono severo, alargando la vocal, para que sepa que me ha desagradado —señala Marcos, el adiestrador antes citado—. El perro es muy inteligente y sabe cuándo se trata de un premio o de una reprimenda.”
Si se requirieran medidas más enérgicas, puede agarrarlo por la nuca y zarandearlo levemente mientras le dice: “¡No!”. Conviene regañarlo tan pronto como se comporte mal, pues si se dejan pasar minutos u horas, no entenderá la razón. Tampoco comprenderá que un acto sea aceptable una vez y reprochable otra, por lo que conviene ser consecuente.
La primera orden que debe enseñarse es esta: “¡Sentado!”. Una vez que el can la reconozca, el amo podrá emplearla para controlarlo si está hiperactivo y, por ejemplo, salta encima de los invitados. Para que aprenda a sentarse, póngale la correa y dele la orden al tiempo que le empuja las patas traseras hacia el suelo y le alza con cuidado la cabeza con la correa. Acto seguido, elógielo. Repita estos pasos hasta que obedezca por sí solo.
Para enseñarle a permanecer sentado, colóquese frente al perro, con la mano extendida y la palma mirando hacia él, y dígale: “¡Quieto!”. Si se mueve, exclame: “¡No!” y vuelva a colocarlo en la posición anterior. Repita la voz de mando y encómielo cuando se mantenga sentado un rato. Vaya aumentando el tiempo y la distancia a medida que le obedezca.
La mejor forma de acostumbrarlo a acudir a la llamada del amo es valerse de una correa larga para tirar de él con cuidado mientras le ordena: “¡Ven!”. Vaya retrocediendo a medida que se le acerca, y no se olvide de elogiarlo. Verá qué pronto acude a su llamada sin necesidad de usar la correa. Si se suelta y no responde al mandato de venir, llámelo y salga corriendo en dirección contraria. Por lo general, irá tras usted por instinto.
Advertencia: nunca use el imperativo “¡Ven!” con fines negativos, como para regañarlo. El animal tiene que ver que si obedece cuando lo llama, obtiene elogios, golosinas u otras cosas buenas. No pierda los estribos al ensayar esta orden, pues al enojarse le enseñará que las consecuencias de acudir son desagradables y que debe evitarlo.
También puede acostumbrarlo a caminar al paso de usted, sin adelantarse ni rezagarse. Para ello, adiéstrelo con un collar especial, denominado de ahorque, y una correa corta. Sitúe el can a su izquierda, dele la orden “¡Camina!” y adelante el pie izquierdo. Si trata de adelantarse o de quedarse atrás, dé un tirón rápido de la correa y repita el mandato. Cuando obedezca, elógielo.
¿Cómo evitar que salte encima de usted? Un método consiste en apartarse al tiempo que se le ordena primero “¡Quítate!” y luego “¡Sentado!”. Otra técnica es agarrar cada una de sus manos con las suyas y moverse hacia él al tiempo que le vuelve a mandar que se quite. Si le hace caso, encómielo.
Compañero fiel
Recuerde que el perro es un animal social. Si se mantiene encerrado por mucho tiempo, es probable que se ponga hiperactivo, ladre en exceso o cause destrozos. Por el contrario, si lo educa debidamente, será un compañero leal, y no una molestia.
[Ilustraciones y recuadro de la página 24]
Sugerencias para el adiestramiento
1. Emplee las órdenes de forma consecuente.
2. Utilice el nombre de la mascota, pues le gusta y atrae su atención. Úselo en los mandatos (por ejemplo: “Tigre, ¡sentado!”), pero no con palabras de regaño (como “¡No!”), pues tiene que aprender que cuando responde a su nombre nunca obtiene resultados malos, sino gratificantes.
3. No escatime elogios. Empléelos como recompensa frecuente. Muchos perros harán más cosas por cariño que por comida.
4. Las sesiones de adiestramiento deben ser cortas y agradables.
5. No refuerce involuntariamente los vicios de conducta prestándole mucha atención cuando se porte mal, pues solo logrará que reincida.
[Ilustraciones]
Elógielo
“Tigre, ¡sentado!”
[Reconocimiento]
Información adaptada de Never, Never Hit Your Dog y American Dog Trainers Network.
[Ilustración y recuadro de la página 25]
Cómo enseñarle a evacuar fuera de la casa
Con tan solo seis u ocho semanas de edad, puede enseñársele al cachorro dónde debe hacer sus necesidades. Según la obra Dog Training Basics (Fundamentos del adiestramiento canino), las claves del proceso son las siguientes: limitación del espacio, adiestramiento, establecimiento de horarios y encomio. Por lo general, al can no le gusta manchar el lugar donde duerme. Por ello, manténgalo en un área controlada si no va a vigilarlo. Averigüe qué horario sigue para excretar y muéstrele el sitio en que debe hacerlo. Llévelo allí (con una correa) tan pronto se despierte, tras las comidas, después de jugar y antes de acostarse. Encómielo mientras evacua. Hasta pudiera enseñarle una palabra que le incite a hacerlo.
Si el perrito no se encuentra confinado a cierto espacio, esté pendiente de las indicaciones de que tiene que defecar. Por ejemplo, quizás deje bruscamente de jugar y comience a dar vueltas, olfatear, o tal vez salga corriendo de la habitación. Si lo encuentra haciendo sus necesidades en casa, regáñelo y sáquelo afuera de inmediato. * En este caso, no conseguirá nada corrigiéndolo mucho tiempo después. Utilice agua con vinagre para limpiar lo que haya ensuciado, pues de lo contrario seguirá acudiendo a ese lugar para el mismo fin.
[Nota]
^ párr. 38 Es común que el cachorro se orine cuando saluda excitado. Con esta conducta, llamada a veces micción por sumisión, pudiera indicar que acata la posición alfa, o de jefe, de su amo. Regañarlo en tal caso pudiera agravar el problema, pues quizás lo repita para demostrar mejor que lo acepta como líder. Por lo general, dejará de hacerlo cuando cumpla dos años.