¿Qué es el vitíligo?
¿Qué es el vitíligo?
De nuestro corresponsal en Sudáfrica
▪ Sibongile bromea a veces sobre su enfermedad de la piel. Con una sonrisa en los labios dice: “Nací negra, me volví blanca y ahora estoy confundida”. Ella tiene vitíligo.
Esta afección, también llamada leucodermia adquirida, es causada por la disminución de melanocitos (células productoras de pigmentos) en la piel, circunstancia que provoca la formación de manchas blancas de diversos tamaños. En algunos casos, la enfermedad crea una sola mancha cutánea, mientras que en otros se extiende con rapidez por todo el cuerpo. También puede manifestarse de forma lenta y seguirse esparciendo en el transcurso de muchos años. Esta dolencia no produce molestias físicas ni es contagiosa.
El vitíligo no es siempre tan evidente como en el caso de Sibongile, ya que se nota más en la piel oscura. Con todo, sea en mayor o menor grado, son muchos quienes lo padecen: entre el 1 y el 2% de la población, según ciertas estadísticas. Esta enfermedad, cuya causa aún se desconoce, traspasa las fronteras raciales y afecta por igual a personas de ambos sexos.
A pesar de no haber ninguna cura definitiva, existen muchas formas de hacerle frente. El paciente de piel clara, por ejemplo, disimulará mejor el problema si evita la exposición solar, pues la zona despigmentada se nota más cuando se broncea el resto de la piel. Para la gente de piel más oscura existen cosméticos especiales que atenúan el contraste entre los tonos de la piel. Algunos pacientes han respondido bien a la llamada repigmentación, tratamiento que consiste en aplicar por muchos meses medicamentos y un tipo especial de radiación ultravioleta, con lo que se busca que las zonas afectadas puedan recuperar su color natural. En cambio, hay quienes eligen la despigmentación, la cual persigue igualar el tono de la piel mediante medicamentos que eliminan los melanocitos restantes.
En general, el vitíligo le produce angustia al afectado, sobre todo si aparece en el rostro. “Hace poco —comenta Sibongile—, dos niños me vieron y huyeron gritando. Otras personas dudan en hablarme porque creen que tengo alguna enfermedad contagiosa o alguna maldición. Si me dieran la oportunidad, le diría a la gente que no hay por qué temer a alguien con esta dolencia, pues no se contrae por contacto físico ni por el aire.”
Pero Sibongile, que es testigo de Jehová, no permite que su problema le impida efectuar la obra de educación bíblica que tanto placer le produce, y que implica visitar a sus vecinos y hablarles cara a cara. Ella explica: “He aprendido a aceptar mi apariencia. Me siento más contenta de ser como soy, mientras espero con anhelo el Paraíso terrestre que promete Jehová Dios, donde recuperaré completamente mi color natural” (Revelación [Apocalipsis] 21:3-5).
[Ilustración de la página 22]
En 1967, antes de la enfermedad