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¿Es vivir juntos un buen fundamento para el matrimonio?

¿Es vivir juntos un buen fundamento para el matrimonio?

¿Es vivir juntos un buen fundamento para el matrimonio?

EL QUE dos personas del sexo opuesto convivan sin estar casadas “ha llegado a ser un fenómeno normal en las sociedades industrializadas de todo el mundo”, dice Journal of Marriage and Family. Y añade: “Casi el cincuenta por ciento de los que viven juntos lo ven como una manera de evaluar su compatibilidad antes del matrimonio”. Según ese criterio, la cohabitación “debería eliminar la incompatibilidad y producir matrimonios más estables”, señala la revista.

“Los datos, sin embargo, indican lo contrario —añade esa publicación—. Se informa que, por lo general, las personas que convivieron con su pareja antes de casarse se sienten menos satisfechas en el matrimonio, pasan menos tiempo en actividades en común y tienen desavenencias matrimoniales más graves, así como una actitud menos colaboradora, mayor dificultad para resolver los problemas [y] más conflictos conyugales [...]. Es más, corren mayor riesgo de [divorcio] que las parejas que contraen nupcias sin haber convivido antes.”

Según se demuestra en esta investigación, lo que tal vez parezca sensato desde una óptica humana, en la práctica puede ser todo lo contrario. Este razonamiento subraya la veracidad de las palabras que aparecen en Jeremías 10:23: “Al hombre terrestre no le pertenece [...] siquiera dirigir su paso”. Es mucho más sensato acudir a la Palabra de Dios, la Biblia, la cual da muy buenos consejos sobre el matrimonio (2 Timoteo 3:16). Por ejemplo, respecto a la unión conyugal, esta dice: “El hombre dejará a su padre y a su madre, y tiene que adherirse a su esposa, y tienen que llegar a ser una sola carne” (Génesis 2:24; Mateo 19:5).

Quienes siguen esa norma divina en lugar de los consejos errados —y a menudo cambiantes— de los hombres tienen más probabilidades de que su matrimonio sea feliz y duradero (Proverbios 3:5, 6).