La belleza más importante
La belleza más importante
TODOS deseamos resultar atractivos y que la gente se sienta a gusto con nosotros. Pero ¿qué es lo que en verdad nos hace atractivos? Al fin y al cabo, hay límites a lo que podemos hacer para cambiar características heredadas sin correr riesgos. Además, la belleza física es pasajera, ya que el deterioro debido al paso de los años y las enfermedades es hoy por hoy inevitable. ¿Podemos llegar a tener otra clase de belleza que sea más importante y duradera?
La importancia de la belleza interior
La Biblia nos asegura que el Creador, Jehová Dios, valora mucho la belleza interior. Veamos algunos ejemplos.
Cuando Jehová le dijo a Samuel que escogiera un rey para Israel de entre los hijos de Jesé, el apuesto Eliab captó su atención. “Con toda seguridad este es el hombre que el Señor ha escogido como rey”, pensó Samuel. Pero Jehová le dijo: “No te fijes en su apariencia ni en su elevada estatura, pues yo lo he rechazado. No se trata de lo que el hombre ve; pues el hombre se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón” (1 Samuel 16:6, 7, Versión Popular).
El escogido resultó ser David, el hijo más joven. Aunque se dice que tenía “hermosos ojos” y “gallarda apariencia”, es posible que su aspecto no fuera tan deslumbrante como el de sus hermanos mayores. Sin embargo, “el espíritu de Jehová empezó a entrar en operación sobre David desde aquel día en adelante”. Pese a que no era perfecto y cometió errores graves, David sobresalió por su buen corazón y su historial de fiel servicio a Jehová hasta el día de su muerte (1 Samuel 16:12, 13). No cabe duda de que fue su belleza interior lo que principalmente agradó a Dios.
Analicemos, a modo de contraste, el caso de uno de sus hijos: Absalón. Pese a su envidiable aspecto, resultó ser una persona indeseable. La Biblia dice sobre él: “Ahora bien, en comparación con Absalón no se hallaba ningún hombre tan hermoso en todo Israel como para ser alabado tanto. Desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza no se hallaba en él defecto alguno” (2 Samuel 14:25). No obstante, su ambición lo empujó a rebelarse contra su propio padre y a usurpar el trono. Incluso llegó a violar a las concubinas de su progenitor. Como resultado, provocó la ira divina y sufrió una muerte dolorosa (2 Samuel 15:10-14; 16:13-22; 17:14; 18:9, 15).
¿Le atrae alguien como Absalón? Seguro que no. En conjunto, era un personaje desagradable. Su extraordinario aspecto físico no compensaba su arrogancia ni su deslealtad, ni tampoco pudo evitar su perdición. Por otro lado, la Biblia ofrece numerosos ejemplos de personas sabias y atrayentes de quienes no se menciona nada acerca de su apariencia física. Parece obvio que lo más importante era su belleza interior.
La belleza interior atrae
¿Les resulta atractiva a los demás la belleza interior? Georgina, quien lleva casada casi diez años, declara: “Con el paso del tiempo, la honradez y la sinceridad que mi esposo demuestra conmigo me han acercado más a él. Como lo más importante en su vida es agradar a Dios, se esfuerza por ser considerado y amoroso. Me tiene en cuenta al tomar decisiones y hace que me sienta valorada. Sé que me ama de verdad”.
Daniel, que se casó en 1987, dice: “Para mí, mi esposa es encantadora. No solo me atrae físicamente, sino que su personalidad contribuye a que la quiera todavía más. Siempre piensa en los demás y procura que se sientan bien. Sus valiosas cualidades cristianas han hecho que me resulte un placer tenerla a mi lado”.
En medio de este mundo superficial hemos de mirar más allá de lo exterior y entender que conseguir el aspecto físico “ideal” resulta difícil, si no imposible, y es de muy poco valor. Sin embargo, podemos cultivar cualidades atrayentes que nos permitan alcanzar la verdadera belleza interior. Las Santas Escrituras indican: “El encanto puede ser falso, y la belleza puede ser vana; pero la mujer que teme a Jehová es la que se procura alabanza”. Y, por el contrario, advierten: “Como nariguera de oro en el hocico de un cerdo, así es la mujer que es bella, pero que está apartándose de la sensatez” (Proverbios 11:22; 31:30).
La Palabra de Dios nos ayuda a valorar “la persona secreta del corazón en la vestidura incorruptible del espíritu quieto y apacible, que es de gran valor a los ojos de Dios” (1 Pedro 3:4). Así es, esa belleza interior es mucho más importante que la física. Y está al alcance de todos.
[Ilustraciones de las páginas 8 y 9]
Las buenas cualidades contribuyen más a nuestra belleza que cualquier tratamiento físico