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La biblioteca de Alejandría vuelve a la vida

La biblioteca de Alejandría vuelve a la vida

La biblioteca de Alejandría vuelve a la vida

FUE una de las bibliotecas más famosas de su época. Convirtió a Alejandría, la ciudad egipcia que la albergaba, en la meca de los mayores intelectuales del mundo. Aunque nadie sabe a ciencia cierta cómo desapareció, la verdad es que junto con ella se perdieron obras valiosísimas, hecho que afectó seriamente el progreso de los diferentes campos del saber. Ahora, esta impresionante biblioteca ha vuelto a la vida.

El edificio central de la reconstruida Bibliotheca Alexandrina, como se la conoce oficialmente, tiene un diseño original: parece un gran tambor inclinado. En su techo de aluminio y cristal (1), del tamaño de casi dos campos de fútbol, se abren tragaluces orientados al norte que dan luz a la principal sala de lectura (2). El enorme cilindro truncado, cuya base está bajo el nivel del mar, alberga las zonas públicas más importantes. Desde una altura de siete pisos, el brillante y plano techo desciende gradualmente hasta enterrarse en el suelo. Desde lejos, cuando los rayos solares se reflejan en la superficie metálica, da la impresión de estar viendo la salida del Sol.

La pared exterior del tambor central es un muro curvo de granito gris, en el que se han grabado en hileras las letras de alfabetos antiguos y modernos (3), símbolo apropiado de las bases del conocimiento.

La mayor parte del interior del cilindro la ocupa una amplia sala de lectura dispuesta en gradas (4). Las secciones subterráneas se han habilitado como almacenes con capacidad para 8.000.000 de volúmenes. Las instalaciones también cuentan con salas de exposiciones y conferencias, distintos servicios para personas con impedimentos visuales (5) y un planetario, ubicado en un edificio esférico independiente que se asemeja a un satélite en órbita (6). Además, los sofisticados sistemas computarizados y de extinción de incendios hacen de este un edificio ultramoderno.

Nace una leyenda

En el pasado, la ciudad de Alejandría era famosa por sus impresionantes construcciones ya desaparecidas, como el mausoleo de Alejandro Magno o el célebre faro, que con sus 110 metros de altura —según algunas fuentes— constituía una de las siete maravillas del mundo antiguo. La dinastía griega de los Tolomeos heredó Egipto tras la muerte de Alejandro y gobernó el país hasta la victoria de Octavio sobre Marco Antonio y Cleopatra en el año 30 antes de nuestra era. Durante el período tolemaico, la ciudad se transformó hasta convertirse, según la obra Grecia. Cuna de Occidente, “en el centro comercial y cultural del mundo”, alcanzando en su época de máximo esplendor los 600.000 habitantes.

El punto de mayor atracción de la ciudad era la biblioteca real, fundada a principios del siglo III antes de nuestra era por los Tolomeos y financiada con sus generosas donaciones. Esta institución, junto con el Mouseion (Templo de las Musas), pasó a ser el centro de estudios e invenciones del mundo helénico.

Se cree que la biblioteca contenía 700.000 rollos de papiro, cantidad que empequeñece los 1.700 libros que albergaba en el siglo XIV la biblioteca de la Sorbona, la cual presumía de poseer la mayor colección de su época. Los soberanos egipcios estaban tan ansiosos por ampliar su colección que mandaron a los soldados registrar cada barco que llegara a la ciudad. Si encontraban textos, se quedaban con los originales y entregaban las copias. Según diversas fuentes, cuando Atenas prestó a Tolomeo III los originales de los dramas clásicos griegos, el monarca pagó un depósito y prometió copiarlos, pero una vez en su poder, se quedó con los originales, renunció al depósito y devolvió las reproducciones.

Entre los grandes pensadores que trabajaron en la biblioteca y en el museo de Alejandría figuran renombrados genios de la antigüedad. A numerosos eruditos de la ciudad se les atribuyen importantes tratados de geometría, trigonometría, astronomía, lengua, literatura y medicina. Según la tradición, aquí fue donde 72 eruditos judíos produjeron la famosa traducción de las Escrituras Hebreas al griego conocida como la Septuaginta.

Desaparece la biblioteca

Resulta irónico que los cronistas de la época no vieran necesario describir en detalle cómo eran los edificios que albergaban las instituciones alejandrinas. El siguiente comentario de Ateneo, historiador del siglo III, es un caso típico: “Respecto a la cantidad de libros, la construcción de bibliotecas y la colección del Museo, ¿qué hay que decir, cuando está en la memoria de todos?”. Declaraciones como esta desesperan a los estudiosos modernos, quienes se afanan por conocer mejor esta enigmática biblioteca antigua.

Cuando los árabes conquistaron Egipto en el año 640 de nuestra era, la biblioteca de Alejandría probablemente ya había pasado a la historia. Los expertos siguen sin ponerse de acuerdo sobre cómo y cuándo desapareció. Hay quienes sostienen que buena parte de su contenido se quemó cuando Julio César incendió un sector de la ciudad en el año 47 antes de nuestra era. En cualquier caso, la desaparición de la biblioteca supuso la pérdida de un vasto caudal de conocimiento. Se perdieron para siempre centenares de obras de los dramaturgos griegos, además de los primeros quinientos años de historiografía griega, a excepción de algunos trabajos de Heródoto, Tucídides y Jenofonte.

Entre los siglos III y VI de nuestra era, la metrópoli vivió en constante tumulto. Paganos, judíos y supuestos cristianos disputaban frecuentemente (incluso entre ellos mismos) sobre misteriosos asuntos doctrinales. En numerosas ocasiones, la propia Iglesia incitó a los alborotadores a saquear los templos paganos. Durante aquellos años se destruyeron incontables documentos antiguos.

Se recupera su glorioso pasado

La nueva biblioteca, inaugurada en octubre de 2002, contiene 400.000 volúmenes y un complejo sistema informatizado que permite acceder a otras bibliotecas. Su principal colección trata sobre las civilizaciones del Mediterráneo oriental. Con capacidad para 8.000.000 de libros, la biblioteca de Alejandría aspira a elevar la talla de esta antigua ciudad.

[Recuadro de la página 14]

Importantes figuras vinculadas a la antigua Alejandría

ARQUÍMEDES. Matemático e inventor del siglo III antes de nuestra era. Se le atribuyen numerosos descubrimientos y los primeros cálculos para determinar el valor del número pi (π).

ARISTARCO DE SAMOS. Astrónomo del siglo III antes de nuestra era. Fue el primero en afirmar que los planetas giran alrededor del Sol. Trató de averiguar con cálculos trigonométricos la distancia a la que se encuentran el Sol y la Luna, así como el tamaño de estos astros.

CALÍMACO. Poeta del siglo III antes de nuestra era y director de la biblioteca de Alejandría. Autor del primer índice de esta institución, que sirvió para establecer el catálogo de obras de la literatura griega clásica.

CLAUDIO TOLOMEO. Astrónomo del siglo II de nuestra era, cuyos escritos se convirtieron en obras de referencia fundamentales en los campos de la geografía y la astronomía.

ERATÓSTENES. Erudito del siglo III antes de nuestra era y uno de los primeros directores de la biblioteca. Midió la circunferencia de la Tierra con una precisión extraordinaria.

EUCLIDES. Matemático del siglo IV antes de nuestra era, padre de la geometría y pionero en el estudio de la óptica. Su trabajo Elementos de geometría fue una obra de consulta obligada hasta el siglo XIX.

GALENO. Médico del siglo II de nuestra era. Sus quince libros de medicina dominaron la teoría y práctica de esta ciencia por más de doce siglos.

[Reconocimiento de la página 13]

Todas las fotos: gentileza de la Bibliotheca Alexandrina: fotógrafo Mohamed Nafea