Corcovado: diamante en bruto de Costa Rica
Corcovado: diamante en bruto de Costa Rica
De nuestro corresponsal en Costa Rica
“UN DIAMANTE en bruto”: eso es justamente el Parque Nacional Corcovado. Esta joya se halla en la península de Osa, bañada por el Pacífico, en la región sur del país centroamericano de Costa Rica. Por la indescriptible belleza natural de su bosque tropical prácticamente virgen, su remota ubicación y por la asombrosa diversidad de árboles, insectos, reptiles y mamíferos que contiene, el parque se ha convertido en un cautivante destino turístico.
Pero a pesar de su belleza, no deja de ser un diamante en bruto. Se encuentra en el interior de uno de los bosques tropicales más extensos de Centroamérica, y no está lleno de restaurantes, hoteles ni tiendas de recuerdos. En este paraje, pocas cosas le recuerdan a uno la presencia del hombre, aparte de uno que otro puesto de vigilancia y los largos senderos que, por cierto, constituyen el mejor sistema de caminos de cualquier parque dentro de un bosque tropical, según afirma cierta guía turística.
Cómo surgió
Fue a principios de los años setenta que se consideró seriamente la posibilidad de convertir este bosque húmedo en parque nacional. Pero la tarea de transformación no sería nada fácil, pues, para empezar, hacían falta muchos recursos y mano de obra. Además, varias familias empezaron a mudarse a la zona a mediados de los setenta, y una compañía maderera que era dueña de grandes extensiones de terreno pretendía realizar una tala descomunal. Además, numerosos cazadores conseguían allí sus presas.
Sin embargo, conscientes del valor de esta selva, científicos y biólogos de todo el mundo que abogaban a favor de su conservación hicieron presión. Finalmente, el 31 de octubre de 1975, el gobierno de Costa Rica anunció la creación del Parque Nacional Corcovado, y desde entonces tanto la caza como la tala a gran escala han dejado de representar una amenaza.
Las caras de Corcovado
Las 54.000 hectáreas [133.000 acres] de Corcovado encierran una enorme diversidad. Dentro de sus límites existen no menos de ocho hábitats, o ecosistemas, que albergan como mínimo 500 especies de árboles. La más alta de ellas es la ceiba, cuyo tronco puede medir más de tres metros [10 pies] de diámetro y rebasar los 70 metros [230 pies] de altura.
¿Le gusta observar aves? Sin duda entonces le complacerán y fascinarán las casi cuatrocientas especies del parque. Esta área reúne la mayor concentración de lapas rojas del país, cuyos vistosos colores se encienden al surcar el cielo con el sol tropical de fondo.
Pero si prefiere cosas menos elevadas, no hay problema. Corcovado le ofrece 116 especies de anfibios y reptiles, entre ellas la serpiente terciopelo. Sin embargo, procure no mirarla por largo rato ni acercársele mucho, porque es venenosa y, según dicen, muy agresiva. Entre los anfibios hay una rana transparente cuyos órganos internos pueden verse funcionando si se la coloca sobre un vidrio.
También puede contemplar alguno de los 140 mamíferos del parque. Por ejemplo, hay jaguares, ocelotes, cuatro tipos de monos, tres especies de osos hormigueros, dos especies de perezosos y dos clases de cusucos, o armadillos. Habitan, además, unas diez mil variedades de insectos.
Shirley Ramírez Carvajal, bióloga y coordinadora del programa de atención a la fauna de Corcovado, le contó a ¡Despertad! que existen planes de colocar collares radiotransmisores a jaguares y otros animales, lo cual permitirá a los científicos estudiar sus hábitos de alimentación y la extensión de su hábitat. Con dicha información, los encargados del parque también podrán determinar si hace falta ampliar los límites del parque a fin de garantizar que haya suficiente alimento para la población animal. Al mismo tiempo, la expansión ayudaría a evitar los peligros genéticos del cruce entre individuos de la misma especie.
Ahora bien, Corcovado es más que solo fauna abundante. Se puede visitar la cueva de Salsipuedes, famosa por contener parte del tesoro del navegante y explorador inglés sir Francis Drake. A unos kilómetros al norte se encuentra la bahía Drake, donde, según se dice, el explorador desembarcó en 1579 durante su travesía alrededor del mundo.
Hubo un tiempo en que la fiebre del oro amenazó a este “diamante”. La primera oleada se desató en los años treinta al encontrarse pepitas de oro de hasta un kilo [2 libras]. En 1960 vino otra, y una más a los pocos años de crearse el parque. Esta última atrajo a varios centenares de mineros. Por fin, el gobierno prohibió la presencia de mineros en 1986.
Como cualquier otro paraje, este también tiene sus problemas. Gerardo A. Chaves, subadministrador de Corcovado, le mencionó a ¡Despertad! que, aparte de la eterna lucha por fondos y recursos, entre sus preocupaciones están la deforestación fuera de los límites del parque y la caza furtiva. Para que este santuario perdure, habrá que tratar tales problemas en el futuro cercano.
No puede negarse que el Parque Nacional Corcovado es una de las zonas menos perturbadas del mundo. En efecto, igual que un diamante se valora por su belleza y su dureza, el diamante en bruto de Costa Rica sin duda será invaluable a los ojos de los miles de visitantes que acudan a él en los años venideros, personas que sabrán apreciar la belleza natural de la Tierra. Para los cristianos, este parque es una muestra de lo hermoso que será nuestro planeta cuando Dios lo transforme por completo en un paraíso (Lucas 23:43).
[Mapa de la página 14]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
Parque Nacional Corcovado
[Ilustración de la página 15]
Bosque húmedo
[Reconocimiento]
Steve Pace
[Ilustraciones de la página 15]
Hongos blancos y setas rojas
[Reconocimiento]
©kevinschafer.com
[Ilustración de las páginas 16 y 17]
El bosque húmedo se extiende hasta la playa
[Ilustración de las páginas 16 y 17]
Rana venenosa
[Ilustración de las páginas 16 y 17]
Excursionista al pie de una cascada
[Ilustración de la página 17]
Monos tití
[Ilustración de la página 17]
Ocelote
[Ilustración de la página 17]
Momoto común
[Ilustración de la página 17]
Perezoso de tres dedos
[Ilustración de la página 17]
Lapa roja
[Reconocimientos de la página 17]
Playa: Barbara Magnuson/Larry Kimball; rana: © Michael and Patricia Fogden; cascada: ©kevinschafer.com; todas las demás fotos: Steve Pace