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La gruta de las Canicas

La gruta de las Canicas

La gruta de las Canicas

DE NUESTRO CORRESPONSAL EN MÉXICO

DE PIE sobre una alfombra subterránea de millones de bolitas, el espeleólogo no pudo menos que exclamar: “¡Gracias, Dios, por dejarme vivir para contemplar esta maravilla!”. Aquel explorador estadounidense se hallaba en la gruta de las Canicas, un sistema de galerías de 529 metros [1.730 pies] de longitud y 17 metros [56 pies] de profundidad situado en el sudeste de México. Habíamos oído hablar de las espectaculares formaciones rocosas de su interior, y decidimos verlas con nuestros propios ojos.

La cueva está en un rancho privado, pero por fortuna, conocemos a la esposa del dueño. Al entrar a la gruta de las Canicas, nos hallamos ante unos 200 millones de perlas de las cavernas (bolitas de calcita) que forman un manto de 50 metros [160 pies] de longitud y 12 centímetros [5 pulgadas] de espesor. Es imposible resistirse a la tentación de recoger un puñado y dejar que las más pequeñas, del tamaño de una lenteja, se nos escurran por entre los dedos (las más grandes parecen una naranja pequeña). Al apartar las canicas en el suelo, resulta curioso ver que el terreno está compuesto por esferas uniformemente incrustadas.

Las perlas de las cavernas se forman cuando un cuerpo extraño de una charca, como un grano de arena, un fragmento de hueso o incluso un pedazo de pajita (de las que se usan para sorber los refrescos), va recubriéndose poco a poco debido a la precipitación de la calcita por el fuerte goteo del agua.

Aunque desde hace años los habitantes de la zona conocen la cueva, fue hace poco cuando comenzaron a visitarla especialistas extranjeros, atraídos por el gran número de perlas que contiene. Ya se han puesto en marcha varias iniciativas para estudiar y preservar esta impresionante gruta.

Lugares como este nos hacen pensar en lo que expresa el Salmo 111:2: “Las obras de Jehová son grandes, buscadas por parte de todos los que se deleitan en ellas”.