Usted puede controlar el estrés
Usted puede controlar el estrés
“LA LUCHA por equilibrar los compromisos laborales, familiares y de otros tipos se ha recrudecido en los últimos años”, declara un libro reciente que habla de la familia. Así es, vivimos en una época de mucha tensión. Sin embargo, este hecho no sorprende a los estudiantes de la Biblia, pues esta predijo que nuestros tiempos serían “críticos, difíciles de manejar” (2 Timoteo 3:1-5).
Jesús, padre de tres hijos, afirma: “El estrés es algo normal, así que hay que aprender a controlarlo”. Claro, es más fácil decirlo que hacerlo, pero existen sugerencias y principios bíblicos que le serán muy útiles.
Cómo reducir el estrés laboral
¿Se siente usted sometido a tensión, quizá por las condiciones que soporta en su trabajo? Sufrir en silencio solo aumentará la presión. Como dice la Biblia en Proverbios 15:22, “resultan frustrados los planes donde no hay habla confidencial”.
Los especialistas en estrés laboral recomiendan “hablar con la gerencia: si esta no sabe que hay un problema, no podrá ayudar”. No es que usted deba dar rienda suelta a su ira y frustración. Eclesiastés 10:4 señala que “la calma misma templa grandes pecados”. Por tanto, no se acalore ni busque la confrontación. Quizá pueda convencer a su patrono de que cuanto menor sea el estrés, mayor será la productividad.
Lo mismo cabe decir de otros problemas laborales, como las tensiones y los conflictos entre compañeros. Busque maneras de resolver tales desavenencias, documentándose si es preciso. En esta revista se ha publicado un buen número de artículos útiles. * Y si la situación no parece tener remedio, tal vez lo mejor sea pensar en cambiar de empleo.
Alivio de las presiones económicas
En la Biblia también hallará consejos para afrontar las presiones económicas. Jesucristo dio esta exhortación: “Dejen de inquietarse respecto a su alma en cuanto a qué comerán o qué beberán, o respecto a su cuerpo en cuanto a qué se pondrán” (Mateo 6:25). ¿Cómo es posible tal cosa? Cultivando confianza en que Jehová Dios satisfará sus necesidades básicas (Mateo 6:33). La promesa divina no es una afirmación vacía, pues alienta a millones de cristianos hoy día.
Claro está, también se requiere “sabiduría práctica” tocante al dinero (Proverbios 2:7; Eclesiastés 7:12). La Biblia nos recuerda: “Nada hemos traído al mundo, y tampoco podemos llevarnos cosa alguna. Teniendo, pues, sustento y con qué cubrirnos, estaremos contentos con estas cosas” (1 Timoteo 6:7, 8). Una actitud realista y práctica es aprender a contentarse con menos. ¿Recuerda a Leandro, a quien un accidente confinó a una silla de ruedas? Él y su esposa tomaron medidas para arreglárselas con menos. Leandro explica: “Procuramos economizar. Por ejemplo, si una luz no se usa, la apagamos. En cuanto al automóvil, pensamos adónde vamos a ir y combinamos los mandados para ahorrar combustible”.
Los padres pueden enseñar a sus hijos la debida actitud. Carmen, hija de Leandro, confiesa: “Me inclino a comprar por impulso, pero mis padres me han ayudado a distinguir lo que es necesario y lo que no. Al principio me costó, pero he aprendido la diferencia entre caprichos y necesidades”.
La comunicación alivia el estrés
La familia debería ser un refugio contra el estrés, pero a menudo es uno de sus principales causantes. ¿La razón? El libro Survival Strategies for Couples (Estrategias de supervivencia para parejas) comenta: “Los cónyuges [...] cuyas relaciones son un tanto problemáticas o incluso hostiles dicen que la falta de comunicación es la causa más frecuente de discordias”.
La aplicación de los principios bíblicos mejora la comunicación conyugal. En efecto, la Palabra de Dios enseña que hay “tiempo de callar y tiempo de hablar” y que “una palabra a su tiempo apropiado, ¡oh, cuán buena es!” (Eclesiastés 3:1, 7; Proverbios 15:23). Con estas ideas presentes, no sacaremos a relucir temas que despierten las emociones cuando el otro está cansado o tenso. ¿No es mejor esperar al momento en que quizá esté más dispuesto a escuchar?
Es verdad que tras una dura jornada tal vez no resulte fácil ser apacible ni paciente. Pero ¿qué ocurrirá si nos dejamos dominar por las frustraciones y tratamos con aspereza a nuestro cónyuge? La Biblia nos recuerda que “la palabra que causa dolor hace subir la cólera” (Proverbios 15:1). Por el contrario, “los dichos agradables son un panal de miel, dulces al alma y una curación a los huesos” (Proverbios 16:24). Hace falta verdadera determinación para lograr que la comunicación de la pareja se mantenga libre de “toda amargura maliciosa y cólera e ira y gritería y habla injuriosa” (Efesios 4:31). No obstante, el esfuerzo vale la pena. Cuando hay buena comunicación, el matrimonio es fuente de consuelo y apoyo para ambos. “Con los que consultan juntos hay sabiduría”, dice Proverbios 13:10. *
El reto de la comunicación entre padres e hijos
La comunicación con los hijos es todo un reto, en especial si se dispone de poco tiempo. Deuteronomio 6:6-8). “Hay que buscar los momentos —apunta Leandro—. Cuando voy en el automóvil con mi hijo, aprovecho la ocasión para conversar con él.”
La Biblia anima a los padres a hablar con ellos en toda oportunidad, como cuando ‘se sientan en la casa y andan por el camino’ (Es cierto que no a todos los padres les resulta sencillo comunicarse. Alejandra, madre de tres hijos, reconoce: “No sabía escuchar. La falta de comunicación me hacía sentir enojada y culpable”. ¿Qué puede hacer usted si le pasa algo parecido? Pues bien, empiece por aprender a ser “presto en cuanto a oír” (Santiago 1:19). “Escuchar atentamente es la medida más eficaz para reducir el estrés”, dice la doctora Bettie B. Youngs. Por tanto, fíjese en cómo escucha a sus hijos. Mírelos cuando le hablen. En vez de restar importancia a los problemas que atraviesan, anímelos a decir lo que sienten y hágales preguntas oportunas. No se contenga de expresarles su amor y su confianza en que harán lo que está bien (2 Tesalonicenses 3:4). Ore con ellos.
El diálogo constructivo exige esfuerzo, pero reduce las tensiones en la familia, ya que permite discernir si los hijos padecen estrés y, una vez que se comprenden sus sentimientos y circunstancias, se les puede orientar mejor. Por último, si a un joven se le anima a desahogar sus tensiones hablando, será menos probable que las desahogue comportándose mal.
Tareas del hogar: la cooperación es la clave
Las tareas del hogar pueden convertirse en otra causa de estrés cuando ambos cónyuges trabajan fuera. Algunas madres en dicha situación han optado por simplificarlas. Quizá concluyan que no es práctico servir platos complicados. Recordemos el consejo de Jesús a una mujer que estaba preparando una comida de este tipo: “Son pocas, sin embargo, las cosas que se necesitan, o solo una” (Lucas 10:42). Por consiguiente, simplificar es la clave. Por ejemplo, el libro The Single-Parent Family (La familia monoparental) sugiere: “A fin de tener menos que limpiar, haga guisos y otras comidas que se cocinen en un solo recipiente”. Como vemos, simplificar los quehaceres domésticos reduce el estrés.
Aun así, quizás quede mucho por hacer en la casa. Una madre que trabaja fuera del hogar reconoce: “De joven podía con todo, pero con el paso de los años se me va haciendo cuesta arriba. La vida ajetreada que he llevado me está pasando factura. Por eso, el que la familia entera sea considerada y colabore evita que
me abrume”. En efecto, con la cooperación de todos, las faenas se llevan a cabo sin sobrecargar a nadie. Un libro dirigido a los padres señala: “Asignar tareas domésticas a los hijos es una de las mejores maneras de infundirles [...] un sentido de valía personal. Los quehaceres habituales establecen buenos hábitos y actitudes hacia el trabajo”. Además, las labores de la casa brindan la oportunidad de pasar tiempo con los hijos.Una joven llamada Julieta comenta: “A mi madre se le alegra el semblante cuando le quito parte de la carga. Eso me gusta, me hace sentir responsable y me ayuda a valorar mi hogar. Aprender estas tareas me ha preparado bien para el futuro”. De igual modo, Mary Carmen comenta: “Tuvimos la gran ventaja de que mis padres nos enseñaran desde pequeños a valernos por nosotros mismos”.
Modos saludables de enfrentarse al estrés
El estrés forma parte de la vida moderna; no hay manera de evitarlo. Sin embargo, sí es posible controlarlo (véase el recuadro de la pág. 10). Para ello, son muy útiles los principios bíblicos. Por ejemplo, si alguna situación lo abruma, recuerde que “existe un amigo más apegado que un hermano” (Proverbios 18:24). Hable de los problemas con un amigo maduro o con su cónyuge. “No se los guarde dentro —aconseja el sociólogo Ronald L. Pitzer—. Confíe sus sentimientos y desvelos a alguien capaz de comprenderlos y de interesarse por usted.”
La Biblia también nos anima a “trata[r] recompensadoramente [nuestra] propia alma” (Proverbios 11:17). En otras palabras, no hay nada malo en satisfacer las necesidades de uno. La Biblia declara: “Mejor es un puñado de descanso que un puñado doble de duro trabajo y esforzarse tras el viento” (Eclesiastés 4:6). Dedicar algo de tiempo para usted puede obrar maravillas, aunque solo sean unos pocos minutos por la mañana temprano para saborear una taza de café, leer, orar o meditar con calma.
Asimismo, el ejercicio moderado y una dieta sana son muy convenientes. Otro libro sobre la labor de los padres contiene esta observación: “Cuando invierte parte de su valioso tiempo y energías en usted mismo, está haciendo, a fin de cuentas, un ingreso en su cuenta personal de recursos. [...] Si siempre está dando, cerciórese de que también haya entradas, o correrá el riesgo de quedarse emocionalmente insolvente o hasta en bancarrota”.
Por otra parte, la Biblia nos enseña a cultivar cualidades necesarias para controlar el estrés, como la apacibilidad, la paciencia y la bondad (Gálatas 5:22, 23; 1 Timoteo 6:11). Más aún, nos da una esperanza: la promesa de un nuevo mundo en el que se eliminarán todas las causas del sufrimiento humano (Revelación [Apocalipsis] 21:1-4). Es provechoso, pues, adquirir la costumbre de leer la Palabra de Dios a diario. Si desea que lo ayuden a empezar, los testigos de Jehová estarán encantados de hacerlo de forma totalmente gratuita.
No es que los cristianos estén libres por completo del estrés, pero, como indicó Jesús, sí pueden evitar sentirse “cargados debido a [...] las inquietudes de la vida” (Lucas 21:34, 35). Además, Jehová Dios será un verdadero refugio para usted si se hace su amigo (Salmo 62:8). Él lo ayudará a controlar las tensiones de la vida.
[Notas]
^ párr. 7 Véase el reportaje “Cómo afrontar el acoso laboral” en nuestro número del 8 de mayo de 2004.
^ párr. 15 Hallará más información en el cap. 3 del libro El secreto de la felicidad familiar, editado por los testigos de Jehová.
[Comentario de la página 11]
“De joven podía con todo, pero con el paso de los años se me va haciendo cuesta arriba. La vida ajetreada que he llevado me está pasando factura”
[Ilustraciones y recuadro de la página 10]
Cómo reducir el estrés
▪ Descanse lo suficiente todos los días
▪ Lleve una dieta sana. No coma en exceso
▪ Practique ejercicios adecuados, como andar a paso ligero
▪ Hable de sus preocupaciones con algún amigo
▪ Pase más tiempo con su familia
▪ Delegue las tareas del hogar o compártalas
▪ Conozca sus limitaciones físicas y emocionales
▪ Fíjese metas alcanzables; no sea perfeccionista
▪ Sea organizado; siga un horario razonable y equilibrado
▪ Cultive cualidades cristianas como la apacibilidad y la paciencia
▪ Dedíquese algo de tiempo
[Ilustración de la página 7]
Plantear con respeto los problemas al patrono quizá reduzca el estrés en el empleo
[Ilustración de la página 8]
Los padres pueden conversar con sus hijos e idear juntos maneras de ahorrar
[Ilustración de la página 8]
Si eres joven, habla de tus tensiones con alguien capaz de ayudarte
[Ilustración de las páginas 8 y 9]
Todos pueden cooperar en la casa