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Las montañas bajo ataque

Las montañas bajo ataque

Las montañas bajo ataque

“Todos saldremos ganando si conseguimos garantizar que las regiones montañosas del planeta continúen aportando sus riquezas a las generaciones futuras.” Kofi Annan, secretario general de las Naciones Unidas.

MAJESTAD, solidez y estabilidad son las ideas que evocan estos gigantes de la naturaleza. En efecto, a muchos les cuesta creer que corran peligro y se preguntan si habrá algo capaz de amenazarlos. Pero lo cierto es que se encuentran en situación precaria. Los conservacionistas apuntan a varios problemas importantes, de creciente gravedad, que pudieran minar las bases de estos ecosistemas. Veamos algunos.

PROYECTOS DE EXPLOTACIÓN. La estabilidad de un 25% de las regiones montañosas del mundo se ve comprometida por las carreteras, minas, conductos, represas y otras infraestructuras cuya construcción está prevista para los próximos treinta años. El trazado vial con frecuencia provoca erosión en las grandes pendientes, y las nuevas calzadas facilitan el acceso a los taladores, quienes incrementan los daños. La extracción anual de unos 10.000 millones de toneladas de minerales se realiza principalmente en las montañas y produce cantidades aún mayores de desechos. *

CALENTAMIENTO GLOBAL. “Los años más calurosos de los que tenemos registro son posteriores a 1990”, indica el Instituto Worldwatch. Y los ecosistemas montañosos se han visto muy afectados por ello. Los glaciares se derriten y se reduce la cubierta de nieve en las cimas, proceso que, según algunos científicos, afectará a las reservas de agua y provocará graves deslizamientos de tierras. En el Himalaya hay muchos lagos glaciares que amenazan con desbordarse y ocasionar inundaciones catastróficas, fenómeno recurrente en las últimas décadas.

AGRICULTURA DE SUBSISTENCIA. La presión demográfica obliga a la población a cultivar zonas improductivas. Según fuentes dignas de crédito, casi la mitad de las serranías de África se dedican en la actualidad a la labranza y la ganadería (10% a cosechas y 34% a pastos). La rentabilidad que se obtiene es mínima, pues los suelos no son adecuados para el cultivo. * Para colmo, el sobrepastoreo acaba fácilmente con la frágil vegetación de los campos. Según una investigación realizada en años recientes, solo un 3% de los terrenos montañosos son aptos para la agricultura sostenible.

ENFRENTAMIENTOS BÉLICOS. Las guerras civiles han asolado en los últimos años muchas serranías, que los insurgentes utilizan como base de operaciones. Un informe de las Naciones Unidas señala que el 67% de las regiones montañosas africanas se han visto afectadas por “los conflictos violentos del hombre”. Además, algunas tierras altas se han convertido en focos de producción de narcóticos, lo que a menudo desata conflictos armados y degrada el medio ambiente.

¿Se necesitan más medidas?

Ya se sienten en las montañas los efectos de la agresión del hombre. Inundaciones, aludes y sequías son muestras de que algo no anda bien. Los gobiernos han empezado a actuar en consecuencia, reforestando bosques, prohibiendo la tala en ciertas zonas y creando parques nacionales destinados a salvaguardar las vistas más espectaculares y los ecosistemas más amenazados.

Pero los problemas ambientales dejan su huella hasta en sectores protegidos (véase el recuadro “Reductos naturales”). Cada vez se extinguen más especies, lo que indica que no se ha ganado la lucha por salvar las montañas. Los expertos conocen los problemas, pero las medidas conservacionistas a gran escala no han dado demasiados resultados. “Me alienta ver todos los conocimientos científicos que hemos acumulado —señala el famoso biólogo E. O. Wilson—, pero me desanima la aniquilación de los principales reductos de la biodiversidad.”

¿Importa tanto que desaparezcan? Entre los biólogos está muy extendida la convicción de que el hombre se beneficia inmensamente de la diversidad de la flora y fauna. Como botón de muestra presentan una planta de la cual se obtiene un valioso medicamento contra la leucemia: la hierba doncella, originaria de Madagascar, un área de gran biodiversidad. De igual modo, el quino —árbol nativo de los Andes— lleva decenios proporcionándonos quinina y otros antipalúdicos. Y hay muchas otras especies de las serranías que han salvado la vida de millones. Aunque es cierto que es posible cultivar algunas fuera de su hábitat, existe la inquietud de que la destrucción a gran escala de la flora de montaña elimine recursos útiles para la medicina y la nutrición antes de que se descubran.

¿Habrá forma de poner freno a estas fuerzas destructivas? ¿Será posible subsanar los daños? ¿Mantendrán las montañas su función de baluartes de la belleza y la biodiversidad?

[Notas]

^ párr. 4 La producción de un anillo de oro genera tres toneladas de desperdicios.

^ párr. 6 Cabe señalar que a lo largo de los siglos los indígenas de las serranías han aprendido a cultivar sus tierras sin dañar el medio ambiente.

[Ilustraciones y recuadro de la página 7]

La fauna de las alturas

El puma. Se encuentra principalmente en las montañas, sobre todo en las Rocosas y en los Andes. Como a muchos grandes predadores, la amenaza del hombre lo ha llevado a retirarse de forma paulatina a regiones más inaccesibles.

El panda menor. Vive únicamente en el Himalaya (incluso en las laderas más bajas del Everest). Pese a residir en un hábitat tan apartado, ve peligrar su supervivencia por la destrucción de los bosques de bambú donde obtiene su alimento.

[Reconocimiento]

Cortesía del Zoo de la Casa de Campo (Madrid)

El oso pardo. Antaño recorría buena parte de Europa, Asia y Norteamérica. Mientras que en el Viejo Continente se mantiene únicamente en regiones montañosas aisladas, es más común en las Rocosas de Canadá, en Alaska y en Siberia. En Estados Unidos, su población se redujo en un 99% el siglo pasado.

El águila real. Domina las serranías de la mayor parte del hemisferio norte. Por desgracia, la cifra de parejas ha descendido en Europa por debajo de 5.000 a consecuencia de su anterior estigma de “ave odiada”.

El panda gigante. “Su propia existencia —señala el naturalista chino Tang Xiyang— depende de tres elementos imprescindibles: montañas altas con valles profundos, densos bosques de bambú y arroyos impetuosos.” Se calcula que quedan menos de mil seiscientos ejemplares en su medio natural.

[Ilustraciones y recuadro de las páginas 8 y 9]

Reductos naturales

Parque Nacional Yosemite (California, EE.UU.). Fundado en 1890 gracias a la incansable labor del naturalista John Muir, atrae con sus bellos paisajes a 4.000.000 de visitantes anuales. Los encargados del parque, sin embargo, luchan por encontrar un equilibrio entre la protección del medio ambiente y el suministro de instalaciones a los amantes de la naturaleza.

Parque Nacional Podocarpus (Ecuador). Preserva una región de los bosques nubosos andinos que alberga una amplia variedad de flora y fauna (unas cuatro mil especies de plantas y más de seiscientas de aves). Es el lugar donde se descubrió la quinina, remedio que ha salvado millones de vidas. Como tantos otros parques, es víctima de la tala incontrolada y la caza furtiva.

Monte Kilimanjaro (Tanzania). Es uno de los mayores volcanes del mundo y la montaña más alta de África. En sus laderas bajas pastan los elefantes, y en la zona alpina crecen especies vegetales singulares, como la lobelia gigante y el senecio gigante. Las principales amenazas son la caza furtiva, la deforestación y el pastoreo.

Parque Nacional del Teide (islas Canarias). Protege especies vegetales únicas que alegran el agreste paisaje. Al tratarse de islas montañosas de origen volcánico, se caracterizan por tener ecosistemas frágiles, muy sensibles a las especies introducidas.

Parques nacionales de los Pirineos Occidentales y de Ordesa (Francia y España). Conservan majestuosos paisajes alpinos junto con su flora y fauna. Al igual que otras cordilleras europeas, los Pirineos se ven invadidos por pistas de esquí y centros turísticos. El abandono de las técnicas agrícolas tradicionales también ha contribuido a su deterioro medioambiental.

Parque Nacional Seorak (Corea del Sur). Con sus espectaculares cumbres graníticas y sus laderas arboladas —bellísimas en otoño—, es el más popular del país. Por esta razón, algunas de sus veredas parecen calles atestadas durante los fines de semana.

[Ilustraciones y recuadro de la página 10]

Flora de montaña

Taginaste rojo. Durante unas pocas semanas de primavera, esta magnífica flor alcanza la altura de un hombre. Crece a unos 1.800 metros [6.000 pies] de altura únicamente en dos picos volcánicos de las islas Canarias. Muchas otras especies de montaña ocupan un ámbito geográfico igual de reducido.

Carlina angélica. Crece en los Alpes y en los Pirineos. Como pequeños soles, sus flores alegran las altas praderas al final del verano y constituyen un festín para los insectos.

Lirio azul. Los híbridos de esta hermosa flor silvestre se emplean en jardinería. Muchas plantas ornamentales proceden de la flora alpina.

Siempreviva de montaña. Esta planta nativa del sur de Europa, cuyo nombre alude a su tenacidad y perdurabilidad, es una de tantas especies alpinas que se aferran a las grietas de las rocas.

Bromeliáceas. Muchas bromeliáceas y orquídeas medran en los bosques nubosos de los trópicos a alturas de hasta 4.500 metros [14.500 pies].

Lirio de Argelia. Crece en las cordilleras norteafricanas del Rif y Atlas, región considerada punto caliente de la flora mediterránea.

[Ilustración de la página 6]

Explotación de cobre y oro cerca de los montes Maoke (Indonesia)

[Reconocimiento]

© Rob Huibers/Panos Pictures

[Ilustración de la página 8]

Hierba doncella