Ir al contenido

Ir al índice

¿Qué películas verá?

¿Qué películas verá?

¿Qué películas verá?

LA PROFUSIÓN de sexo, violencia y lenguaje vulgar en el cine y la televisión ha provocado diversas reacciones en las últimas décadas. Unos dicen que cierta escena de sexo es lasciva, y otros la consideran arte. Unos insisten en que las escenas violentas son innecesarias, y otros dicen que están justificadas. Unos afirman que el diálogo salpicado de palabras soeces resulta ofensivo, y otros alegan que es realista. A lo que una persona considera obsceno, otra lo llama libertad de expresión. Cuando uno escucha las dos partes, parece que todo se reduce simplemente a una cuestión semántica.

Pero el contenido de una película no es un asunto tan trivial. Es motivo de preocupación, y con razón, no solo para los padres, sino también para toda aquella persona que valore las normas morales. Una joven se lamentó diciendo: “Siempre que me arriesgo y vuelvo a entrar en un cine en contra de lo que me dicta el buen juicio, salgo sintiéndome peor persona. Me avergüenzo de la gente que hizo semejante basura, y me avergüenzo de mí misma. Es como si haber visto esas escenas me hubiera degradado”.

Se establecen reglas

La preocupación por el contenido de las películas no es algo nuevo. Desde los mismos comienzos del cine hicieron furor los temas sexuales y los elementos criminales que aparecían en la pantalla grande. Finalmente, en la década de 1930, Estados Unidos puso en vigor un código de censura que limitaba mucho lo que podía aparecer en las películas.

De acuerdo con The New Encyclopædia Britannica, este nuevo código “era sumamente represivo, pues prohibía la aparición en pantalla de casi todo lo relacionado con la experiencia normal de las personas adultas. Prohibía las ‘escenas de pasión’, y ni siquiera podía hacerse alusión al adulterio, las relaciones sexuales ilícitas, la seducción o la violación, a menos que fuera absolutamente esencial para el argumento y que quienes cometieran dichos actos recibieran al final un fuerte castigo”.

Tocante a la violencia, “se prohibió incluir escenas o diálogos sobre armas contemporáneas, representar con detalle los crímenes, mostrar a delincuentes matando policías, insinuar matanzas o actos de brutalidad extrema, o introducir asesinatos o suicidios, a menos que fueran imprescindibles para el argumento. [...] Bajo ninguna circunstancia podía pintarse un crimen como algo justificado”. En resumen, se estipuló que “no se podía producir ninguna película que rebajara las normas morales de los espectadores”.

De restricciones a clasificaciones

Para la década de 1950, muchos productores cinematográficos de Hollywood ya no se ceñían a ese código de censura, pues lo consideraban anticuado. De ahí que en 1968 se reemplazara por un sistema de clasificación. * A partir de entonces, las escenas podían ser más explícitas, pero se prevenía al público de su nivel de contenido “adulto” mediante unos símbolos. Según Jack Valenti —que durante casi cuatro décadas fue presidente de la Motion Picture Association of America (Asociación de cine de Estados Unidos)—, el objetivo de dicho sistema era “ofrecer a los padres algunas advertencias previas para que pudieran decidir por sí mismos las películas que podrían ver sus hijos y las que no”.

Al adoptarse el sistema de clasificación, se levantaron las restricciones, y los guiones de las películas convencionales se llenaron de sexo, violencia y lenguaje vulgar. Las nuevas libertades dieron paso a una imparable oleada de escenas cuestionables. Pero al menos el público estaba advertido. Ahora bien, ¿nos dice la clasificación todo lo que necesitamos saber de una película?

Lo que no revela la clasificación

Hay quienes opinan que con el paso de los años el sistema de clasificación se ha relajado. Un estudio efectuado por la Facultad de Salud Pública de Harvard respalda dicha opinión, pues se comprobó que las películas consideradas hoy aptas para adolescentes de 13 años contienen más escenas explícitas de violencia y sexo que las de hace tan solo diez años. El estudio concluyó que “hay películas con la misma clasificación que difieren bastante en la cantidad y el tipo de contenido potencialmente cuestionable”. También señaló que “las clasificaciones basadas en la edad no bastan para tener una idea clara del grado de violencia, sexo y lenguaje vulgar que contienen”. *

Los padres que se despreocupan y dejan ir a sus hijos solos al cine puede que no sepan lo que hoy día se considera apropiado en la pantalla grande. Por ejemplo, un crítico de cine describió así al personaje principal de una película que en Estados Unidos es apta para adolescentes: “[Es] una chica de 17 años, de espíritu libre, que tranquilamente se emborracha todos los días, se droga, participa en orgías y tiene relaciones sexuales agresivas con un muchacho al que acaba de conocer”. Este tipo de contenido no es poco común. De hecho, The Washington Post Magazine indica que las referencias al sexo oral parecen ser “comúnmente aceptables” en los filmes clasificados aptos para adolescentes. Es obvio que la clasificación no debe ser el único factor con el que formarse un juicio del contenido de una película. Ahora bien, ¿existe una guía mejor?

“Odien lo que es malo”

Ningún sistema de clasificación puede sustituir a la conciencia educada por la Biblia. Los cristianos procuran que todas sus decisiones —incluidas las relacionadas con el entretenimiento— reflejen lo que las Escrituras recomiendan en Salmo 97:10: “Odien lo que es malo”. La persona que odia lo que es malo considera que está mal entretenerse con cosas que Dios aborrece.

Los padres deben tener mucho cuidado con la clase de películas que permiten ver a sus hijos. Sería ingenuo limitarse a echar un vistazo a la clasificación. Es muy posible que una película clasificada apta para jovencitos de la edad de su hijo promueva valores que usted no aprueba. Y a los cristianos no les sorprende que suceda eso, pues el mundo ha adoptado una forma de pensar y actuar que está reñida con las normas de Dios (Efesios 4:17, 18; 1 Juan 2:15-17). *

Esto no significa que todas las películas sean malas. Pero hay que tener cuidado, como se indicó en la revista ¡Despertad! del 22 de mayo de 1997: “Uno debe analizar cada caso y tomar decisiones que lo dejen con la conciencia limpia ante Dios y los hombres” (1 Corintios 10:31-33).

Cómo encontrar esparcimiento adecuado

¿Qué puede ayudar a los padres a ser selectivos a la hora de escoger las películas que verá su familia? Los siguientes comentarios expresados por padres de diversas partes del mundo pueden serles de utilidad (véase también el recuadro “Otros pasatiempos”, en la pág. 14).

“Mi esposa o yo siempre acompañábamos a nuestros hijos al cine cuando eran pequeños —dice Juan, de España—. Nunca fueron solos o con otros niños. Ahora que son adolescentes no van a los estrenos; preferimos que esperen hasta que hayamos leído las críticas o hayamos oído lo que personas de nuestra confianza dicen de la película. Entonces decidimos como familia si deberíamos verla.”

Mark, de Sudáfrica, anima a su hijo adolescente a expresarse sobre las películas que están en cartelera. “Mi esposa y yo empezamos la conversación preguntándole su opinión sobre la película —dice Mark—. Así sabemos lo que piensa y podemos razonar con él. Este método nos permite escoger películas de las que podemos disfrutar todos juntos.”

Rogerio, de Brasil, también dedica tiempo a analizar con sus hijos las películas que desean ver. “Leemos juntos las críticas —dice—, y voy con ellos al videoclub para enseñarles a examinar las carátulas con el fin de captar cualquier detalle que sea indicio de que la película no es adecuada.”

Matthew, de Gran Bretaña, ve útil hablar con sus hijos de las películas que estos quieren ver. “Desde que nuestros hijos eran pequeños —explica—, siempre hemos conversado con ellos sobre el contenido de las películas que nos han interesado como familia. Si decidíamos que no veríamos cierta película, mi esposa y yo les explicábamos la razón en lugar de limitarnos a decirles que no.”

Además, algunos padres han encontrado práctico recurrir a Internet para informarse. Hay una serie de sitios que ofrecen informes detallados sobre el contenido de las películas y permiten obtener una visión más clara de los valores que promueve un filme en particular.

Los beneficios de una conciencia educada

La Biblia dice que hay personas que “tienen sus facultades perceptivas entrenadas para distinguir tanto lo correcto como lo incorrecto” (Hebreos 5:14). Por consiguiente, los padres deben procurar inculcar en sus hijos valores que los ayuden a tomar buenas decisiones cuando tengan la libertad de escoger por sí mismos su entretenimiento.

Muchos jóvenes testigos de Jehová han recibido una buena educación de sus padres en este campo. Por ejemplo, a Bill y Cherie, de Estados Unidos, les gusta ir al cine con sus dos hijos adolescentes. “Cuando salimos del cine —dice Bill—, solemos comentar la película en familia. Hablamos de los valores que promueve y si nosotros nos regimos por ellos o no.” Claro, este matrimonio reconoce la necesidad de ser selectivos. “Leemos información sobre la película antes, y no tenemos reparos en levantarnos y marcharnos si aparecen escenas objetables que no esperábamos”, explica él. Estos padres consideran que al contar con sus hijos cuando toman decisiones importantes, los están ayudando a saber diferenciar lo que está bien de lo que está mal. Bill añade: “Cada vez escogen mejor las películas que quieren ver”.

Al igual que Bill y Cherie, muchos padres han ayudado a sus hijos a desarrollar sus facultades perceptivas en cuestiones de esparcimiento. Es cierto que mucho de lo que produce la industria cinematográfica no es apropiado, pero cuando los cristianos se rigen por los principios bíblicos, pueden encontrar buenas maneras de esparcirse que sean sanas y agradables.

[Notas]

^ párr. 9 Muchos países de diversas partes del mundo han adoptado un sistema similar con el que indicar para qué grupo de edad pudiera ser apta cierta película.

^ párr. 12 Además, los criterios que se aplican para clasificar una película a veces varían de un país a otro. Una película que no se considera apta para adolescentes en cierto país puede recibir una clasificación más liberal en otro.

^ párr. 16 Los cristianos también deben tener presente que las películas infantiles y juveniles pueden contener elementos de brujería, espiritismo y otros tipos de demonismo (1 Corintios 10:21).

[Ilustraciones y recuadro de la página 12]

“TOMAMOS LA DECISIÓN JUNTOS”

“Cuando era pequeña, solíamos ir al cine en familia. Ahora, mis padres me dejan ir sin ellos, pero antes quieren saber qué película voy a ver y de qué trata. Si no han oído hablar de ella, leen alguna crítica o ven un avance en la televisión, y se informan en Internet. Si piensan que no es apropiada, me explican la razón, pero también escuchan mi parecer. Hablamos del asunto abiertamente y tomamos la decisión juntos.”—Héloïse, de 19 años (Francia).

[Ilustración y recuadro de la página 13]

HABLEN DEL ASUNTO

“Si los padres se limitan a imponer prohibiciones y no ofrecen alternativas sanas, es posible que los hijos traten de satisfacer sus deseos a escondidas. De ahí que cuando un joven expresa el deseo de disfrutar de cierto tipo de esparcimiento malsano, algunos padres prefieran no decirle enseguida si le dan permiso o no. Dejan pasar unos días para que se calmen los ánimos y, mientras tanto, sin disgustarse, hablan con el hijo o la hija del asunto y le preguntan por qué cree que tal tipo de entretenimiento sería bueno. Cuando se hace eso, los hijos generalmente llegan a concordar con sus padres y hasta les dan las gracias. Después, bajo la dirección de los padres, escogen otro pasatiempo con el que puedan distraerse juntos.”—Masaaki, superintendente viajante de Japón.

[Ilustraciones y recuadro de la página 14]

OTROS PASATIEMPOS

▪ “Los jóvenes tienen el deseo innato de estar con amigos de su edad, por eso siempre hemos procurado que nuestra hija tenga compañías sanas con las que divertirse bajo nuestra supervisión. Como en la congregación hay un buen número de jóvenes ejemplares, la hemos animado a buscar su amistad.”—Elisa (Italia).

▪ “Nosotros participamos mucho en las diversiones de nuestros hijos. Organizamos actividades sanas —como paseos, barbacoas, meriendas campestres y reuniones sociales— con hermanos cristianos de todas las edades. Así ven que no solo pasan buenos ratos con jóvenes como ellos.”—John (Gran Bretaña).

▪ “Nos gusta mucho juntarnos con otros hermanos. Además, como a mis hijos les encanta jugar al fútbol, de vez en cuando organizamos un partido.”—Juan (España).

▪ “Fomentamos en nuestros hijos la afición a tocar instrumentos musicales. También participamos juntos en distintos pasatiempos, como jugar al tenis o al voleibol, montar en bicicleta, leer y reunirnos con amigos.”—Mark (Gran Bretaña).

▪ “Vamos a la bolera en familia y con amigos. Además, tratamos de programar algo especial para hacer juntos una vez al mes. La clave para ahorrarse problemas es que los padres vigilen lo que hacen sus hijos.”—Danilo (Filipinas).

▪ “Los espectáculos en vivo y otras formas activas de recreación suelen ser mucho más emocionantes que sentarse en una butaca para ver una película. Estamos pendientes de cuando hay algo especial en las cercanías, como una exposición de arte, una feria de automóviles o un espectáculo musical. Este tipo de esparcimiento suele dar la oportunidad de conversar. También evitamos programar demasiadas cosas, pues además de que consumen mucho tiempo, perderíamos la sensación de novedad, de que hacemos algo emocionante.”—Judith (Sudáfrica).

▪ “No todo lo que hagan otros jóvenes es adecuado para mis hijos, y procuro hacérselo entender. Al mismo tiempo, mi esposo y yo tratamos de proporcionarles esparcimiento sano para que no tengan motivos para decir: ‘Nunca vamos a ninguna parte. No hacemos nada’. Vamos a parques en familia y organizamos reuniones sociales en casa con otros miembros de la congregación.” *Maria (Brasil).

[Nota]

^ párr. 47 Encontrará más información sobre las reuniones sociales en la revista La Atalaya —la compañera de ¡Despertad!— del 15 de agosto de 1992, págs. 15-20.

[Reconocimiento]

James Hall Museum of Transport (Johannesburgo, Sudáfrica)

[Ilustración de la página 11]

Lea las críticas ANTES de decidir si verá una película

[Ilustración de las páginas 12 y 13]

Padres, enseñen a sus hijos a ser selectivos