Robar en las tiendas: ¿diversión inocente, o delito grave?
Robar en las tiendas: ¿diversión inocente, o delito grave?
IMAGÍNESE la siguiente escena: por la puerta principal de unos grandes almacenes hacen su entrada dos adolescentes vestidas a la moda. Caminan por un pasillo hasta llegar al departamento de cosméticos seguidas por un guardia de seguridad, quien se detiene como a 10 metros [30 pies] de ellas y se queda en posición erguida con las manos a la espalda. No pierde de vista a las muchachas, que se dedican a toquetear y revolver las barras labiales y máscaras de pestañas.
Miran al guardia, que no les quita los ojos de encima. Por dentro están hechas un manojo de nervios. Una de ellas va a la sección de esmaltes de uñas y elige un par de frascos. Arruga la nariz mientras finge comparar dos tonalidades rojizas. Devuelve a su sitio un frasco y toma otro de un tono levemente más oscuro.
En un momento, el vigilante baja la vista y se da vuelta para mirar en dirección contraria. Como si de una señal se tratara, las dos jóvenes aprovechan para introducir barras labiales y esmaltes en sus bolsos de mano. Sus rostros aparentan serenidad, pero por dentro están muy agitadas. Permanecen en el pasillo algunos minutos más, una concentrada en las limas de uñas y la otra en los lápices de cejas.
Las dos entrecruzan miradas, se hacen señas con la cabeza y se dirigen a la entrada. El guardia se aparta a un lado, y ellas le sonríen al pasar. Luego van hasta la sección de accesorios telefónicos, que está justo enfrente de la caja registradora, y echan un vistazo a los artículos expuestos. Intercambian comentarios en voz baja sobre las fundas de cuero para teléfonos celulares, y finalmente se encaminan a la salida.
Con cada paso que dan, aumenta su agitación, avivada por el miedo a ser atrapadas. Cuando cruzan el umbral, sienten ganas de gritar, pero no despegan los labios. Ningún colorete podría igualar al rubor que la emoción ha pintado en sus mejillas. Una vez apaciguada la tormenta de sentimientos que las sacude, suspiran aliviadas. Las chicas se alejan a buen paso, sin parar de reír. Solo piensan en una cosa: se han salido con la suya.
Aunque estas dos adolescentes son imaginarias, la escena que hemos descrito no podría ser más real. Tan solo en Estados Unidos, cada día se producen 1.000.000 de hurtos en las tiendas, pero el problema es mundial. Como veremos, crea graves perjuicios en los que apenas reparan los rateros. ¿A qué se debe que hasta personas que pueden pagar prefieran robar?