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Se acerca el fin de todos los desastres

Se acerca el fin de todos los desastres

Se acerca el fin de todos los desastres

“Hijos e hijos de los hijos. ¡Atiendan! [...] Más tarde o más temprano, esta montaña arde. Pero antes de que esto ocurra, hay murmullos, rugidos y temblores de tierra. Salen humo, llamas y relámpagos, el aire tiembla, retumba y brama. Huyan mientras puedan [...]. Si la desprecian, si las riquezas y los bienes les importan más que la vida, castigará su temeridad y avaricia. No se preocupen por su hogar y su casa, huyan sin vacilar.”

ESTA advertencia, extraída del libro Earth Shock, de Andrew Robinson, se grabó en una placa conmemorativa en Portici —población italiana a los pies del monte Vesubio— tras la erupción del volcán en 1631. En aquella ocasión murieron más de cuatro mil personas. “Por casualidades de la vida —dice Robinson—, fue esta erupción [...] la que hizo famoso al Vesubio.” ¿Por qué? Porque durante la reconstrucción de Portici se descubrieron las ciudades de Herculano y Pompeya, las cuales habían quedado enterradas cuando el volcán estalló en el año 79.

Plinio el Joven, romano que sobrevivió a este desastre y que con el tiempo sería gobernador, mencionó en sus escritos inusitados temblores de advertencia. Tanto él como su madre, entre otros, reaccionaron ante el aviso y sobrevivieron.

Una señal de advertencia para nuestros días

En la actualidad nos acercamos inexorablemente al fin de los sistemas económicos, sociales y políticos del mundo. ¿Cómo lo sabemos? Porque Jesucristo predijo una serie de acontecimientos mundiales que nos señalarían que el día del castigo divino estaba cerca. Al igual que un volcán retumba, humea y expulsa piedras y cenizas, esa señal compuesta incluye grandes guerras, terremotos, hambrunas y plagas, los cuales llevan asolando el mundo desde 1914 a una escala sin precedentes (Mateo 24:3-8; Lucas 21:10, 11; Revelación [Apocalipsis] 6:1-8).

Sin embargo, la advertencia de Jesús también contiene un mensaje de esperanza. “Estas buenas nuevas del reino —dijo— se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” (Mateo 24:14.) Fíjese en que a este mensaje del Reino lo llamó “buenas nuevas”. Y no cabe duda de que lo son, pues el Reino de Dios, un gobierno celestial dirigido por Cristo Jesús, no solo reparará todo el daño que han causado los seres humanos, sino que además hará cesar los desastres naturales (Lucas 4:43; Revelación 21:3, 4).

Ya cuando estuvo en la Tierra, Jesús demostró su poder sobre los elementos calmando una tormenta que amenazaba con matarlos a él y a sus discípulos. Estos, sobrecogidos de temor, se preguntaban: “¿Quién, realmente, es este, porque ordena hasta a los vientos y al agua, y le obedecen?” (Lucas 8:22-25). Hoy día, Jesús no es un simple ser humano, sino un espíritu poderoso. Por tanto, no le supondrá ningún problema controlar las fuerzas de la naturaleza para que no causen daño a sus súbditos (Salmo 2:6-9; Revelación 11:15).

Es posible que haya quienes vean con escepticismo esta perspectiva. No obstante, recuerde que las profecías bíblicas, incluidas las que se han cumplido después de 1914, tienen un magnífico historial, a diferencia de las promesas y predicciones humanas (Isaías 46:10; 55:10, 11). En efecto, podemos confiar en que a la Tierra le espera un futuro pacífico. Lo mismo podrá decirse de nuestro futuro si prestamos atención a las amorosas advertencias de la Palabra de Dios sobre los estremecedores acontecimientos que están a punto de suceder (Mateo 24:42, 44; Juan 17:3).

[Ilustración y recuadro de la página 11]

¿QUÉ ESPERANZA HAY PARA NUESTROS SERES QUERIDOS QUE HAN MUERTO?

AL PERDER a un ser querido, no es raro que nos abrume el dolor. La Biblia explica que Jesús lloró cuando murió su querido amigo Lázaro. Sin embargo, tan solo unos minutos después Jesús llevó a cabo un sorprendente milagro: resucitó a Lázaro (Juan 11:32-44). Con este acto, proporcionó a toda la humanidad una base sólida para creer en la maravillosa promesa que había hecho con anterioridad durante su ministerio: “Viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán [mi] voz y saldrán” (Juan 5:28, 29). Confiamos en que la valiosa esperanza de que los muertos resucitarán en un paraíso terrestre consuele a todos los que han perdido seres amados (Hechos 24:15).

[Ilustraciones de la página 10]

¿Se ha percatado de las señales que indican que estamos en los últimos días del mundo actual?

[Reconocimiento de la página 10]

USGS, David A. Johnston, Cascades Volcano Observatory