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“¿Han visto alguna bolivianita?”

“¿Han visto alguna bolivianita?”

“¿Han visto alguna bolivianita?”

DE NUESTRO CORRESPONSAL EN BOLIVIA

NOS metimos como pudimos en aquel cuarto tan pequeño, sin pensar que encontraríamos algo extraordinariamente bello. Un joven artesano levantó la vista del muy usado banco de trabajo, cubierto de herramientas y bocetos, y nos miró. Le dijimos que deseábamos comprar alguna joya.

A este joven de trato amable se le iluminaron los ojos de entusiasmo cuando le mencionamos nuestros propios intentos de crear joyas. Comenzó a hablarnos de su oficio y a mostrarnos varios diseños que revelaban su talento. Entonces nos preguntó: “¿Han visto alguna bolivianita?”.

Una gema de reciente aparición

Viendo nuestras caras de asombro, echó a un lado los residuos que había en su banco de trabajo y desenrolló cuidadosamente un paño de terciopelo negro. Por primera vez pudimos contemplar unas bolivianitas talladas. A simple vista eran de un intenso color violeta, pero al colocarlas a contraluz y observar su interior, distinguimos un brillo dorado. En eso consiste la belleza singular de la bolivianita: en la fascinante fusión de la amatista violeta y el citrino de color ámbar en una misma piedra.

La bolivianita es el nombre comercial del ametrino. Se vendió por primera vez al público en 1989. Cuando nos enteramos de que el país donde vivimos, Bolivia, es el único del mundo que cuenta con yacimientos de ametrino natural, quisimos ver el lugar de donde se obtiene esta gema escasa pero de precio asequible.

Un viaje lleno de aventuras

Visitar la mina resultó una experiencia emocionante. En Puerto Suárez, cerca de la frontera entre Bolivia y Brasil, subimos a una pequeña embarcación de motor fuera de borda para remontar 150 kilómetros [100 millas] en dirección norte por el río Paraguay a través del Pantanal. Nos impresionó la fauna: garcetas grandes y jabirúes americanos en el cielo, yacarés en el agua y nutrias jugando en la orilla.

Tras seis horas de viaje fluvial, nos montamos en un camión con tracción en las cuatro ruedas para llegar hasta la mina. Dos ingenieros se ofrecieron amablemente a mostrarnos las instalaciones. La mina, en la que trabajan unas ciento veinte personas, ocupa una extensión de aproximadamente 10 kilómetros cuadrados [4 millas cuadradas] y cuenta con numerosos pozos, algunos de casi 60 metros [200 pies] de profundidad. Los ingenieros nos explicaron que utilizan métodos tradicionales de minería como la perforación y la voladura, pero una vez que alcanzan los filones de piedras preciosas, extraen los cristales a mano. Luego envían el conjunto de piedras en bruto a la planta procesadora, donde transforman el 18% de ellas en gemas. Al resto se le da forma de cuentas, esferas y prismas. Algunas piezas se tallan como esculturas, y otros fragmentos en bruto se venden como adorno.

Una caverna llena de cristales

Nos pusimos cascos y guantes para descender a la mina. Alumbrados con linternas, bajamos seis tramos de escaleras de madera por un pozo hasta alcanzar los 20 metros [65 pies] de profundidad. Al llegar al final de un serpenteante túnel, se nos escapó un suspiro de asombro. Ante nosotros teníamos una cámara de cuatro metros de largo por tres de ancho y uno de alto [13x10x4 pies], tapizada de cristales de color violeta y dorado. Era una de las vistas más hermosas que jamás habíamos contemplado. El dueño de la mina planea conservar la caverna tal como está para que la gente pueda admirar esta maravilla natural.

Todavía no se sabe a ciencia cierta cómo llegaron a coexistir dos colores en el mismo cristal. Parece que durante la formación de los cristales de cuarzo se produjo algún tipo de cambio en las condiciones geoquímicas, en la temperatura, la radiación o la presión. Los gemólogos tallan y pulen hábilmente las piedras para que en cada una puedan percibirse ambos colores.

Sin duda, fue un viaje inolvidable. Al recordar el esfuerzo que requiere extraer, tallar y pulir las gemas de aquella mina remota, valoramos más la belleza de la bolivianita (Salmo 104:24).

[Ilustración de las páginas 16 y 17]

Un minero examina un cristal

[Ilustración de las páginas 16 y 17]

Caverna tapizada de cristales

[Ilustración de las páginas 16 y 17]

Extracción de los cristales

[Ilustración de la página 17]

Bolivianita tallada

[Reconocimiento de la página 16]

Todas las fotografías, excepto la caverna: Minerales y Metales del Oriente, S.R.L.

[Reconocimiento de la página 17]

Gemas: Minerales y Metales del Oriente, S.R.L.