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Rehabilitación en las prisiones mexicanas

Rehabilitación en las prisiones mexicanas

Rehabilitación en las prisiones mexicanas

De nuestro corresponsal en México

EN OCASIONES se afirma que uno de los objetivos que se persigue al encerrar en la cárcel a los delincuentes es lograr su rehabilitación. Sin embargo, el encarcelamiento por sí solo no sirve para rehabilitar a nadie. La motivación para cambiar debe proceder del corazón y la mente de la persona, e ir acompañada de arrepentimiento sincero por la mala conducta anterior y del deseo de actuar de otra manera. En muchas prisiones del mundo se han rehabilitado reclusos gracias a los programas de educación bíblica de los testigos de Jehová. Veamos cómo se lleva a cabo esa labor en México.

Los Testigos de este país visitan 150 prisiones ofreciendo un programa de lectura bíblica y enseñanza de los principios morales y doctrinas de las Escrituras. Por ejemplo, en la penitenciaría de Ciudad Juárez (estado de Chihuahua) se predica regularmente a 1.200 presos. Los internos sienten gran respeto por los testigos de Jehová e incluso los protegen en situaciones peligrosas. En cierta ocasión, cuando estalló un motín en dicha cárcel, algunos de los reclusos más violentos aplacaron a los amotinados para que los Testigos pudieran salir de allí sin problemas.

La revista ¡Despertad! del 8 de mayo de 2001, cuyo título de portada era “¿Se puede reformar a los presos?”, atrajo la atención tanto de los internos como de las autoridades carcelarias. En la prisión de San Luis Río Colorado (estado de Sonora), doce Testigos distribuyeron 2.149 ejemplares.

Cuando ven que hay interés sincero en las Escrituras, los testigos de Jehová hacen visitas semanales para impartir cursos bíblicos y dirigir servicios religiosos. ¿Hasta qué grado han conseguido dichos programas cambiar las vidas de los reclusos?

Presos que se convierten en ministros cristianos

Antes de cumplir los 20 años, Jorge ya se había iniciado en el mundo de la delincuencia. Tras cumplir una condena de trece años en el penal de las islas Marías, fue puesto en libertad. Sin embargo, pronto volvió al negocio delictivo del tráfico de drogas. Se convirtió en un asesino a sueldo y llegó a matar a 32 personas. Mientras estaba preso de nuevo, los abogados le informaron de que sus anteriores jefes del mundo del crimen estaban dispuestos a pagar una gran suma de dinero para liberarlo y así poder encargarle un nuevo asesinato. Para entonces, sin embargo, Jorge estudiaba la Biblia con los testigos de Jehová. Ya había progresado espiritualmente hasta el punto de bautizarse y era evangelizador de tiempo completo en la prisión. ¿Aceptaría la libertad y trabajaría de nuevo para los señores de la droga, o se quedaría en la cárcel y serviría a Jehová? Él explicó: “Prefiero seguir preso y pagar por todo lo malo que hice. Ahora sirvo a Jehová Dios, el Señor Soberano”. Jorge permaneció fiel a Dios y murió con la esperanza de la resurrección. Sus hermanos espirituales dicen de él: “Conoció la verdad, y la verdad lo liberó” (Juan 8:32).

David, que cumple una condena de ciento diez años por homicidio, secuestro y robo, está confinado en una unidad de máxima seguridad para criminales peligrosos. No obstante, debido a sus notables cambios de conducta desde que comenzó a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová, recibió un permiso especial para asistir a una reunión cristiana fuera de su unidad, acompañado de un guardia. Ha amoldado su vida a los requisitos bíblicos, de forma que ahora participa en la obra de predicar y da clases de la Biblia a ocho internos de la unidad. Su propia familia está tan impresionada por los cambios que ha hecho que lo visitan para que les imparta lecciones bíblicas a ellos también. David afirma: “No me canso de darle gracias a Jehová por concederme la libertad espiritual”.

Como resultado del programa de educación bíblica que efectúan los testigos de Jehová, en 79 prisiones de México hay 175 internos rehabilitados que pueden participar en la obra de predicar, 80 de los cuales están bautizados. Conducen un total de 703 estudios bíblicos con otros presos. Además, cerca de 900 reclusos asisten a las reuniones cristianas que se celebran en las cárceles.

Elogios de las autoridades

Las autoridades carcelarias reconocen el valor de la obra de los testigos de Jehová. Por ejemplo, los funcionarios del presidio de Tekax (estado de Yucatán) entregaron a los Testigos un diploma de reconocimiento por su “valioso apoyo altruista y humanitario” a los presos durante el año 2002.

Cuando los Testigos comenzaron el programa de educación bíblica en esta cárcel, celebraban sus reuniones bajo la estricta vigilancia de varios guardias. Pero a medida que la personalidad de los prisioneros mejoraba, el grupo fue ganándose el respeto de los guardias, y finalmente solo uno de ellos los vigilaba.

El centro penitenciario de Ciudad Juárez tiene su propio Salón del Reino. Se obtuvo permiso para llevar materiales de construcción y convertir un edificio abandonado de armazón metálico en un lugar de adoración. Los trece internos bautizados y los presos que estudiaban la Biblia con ellos realizaron todo el trabajo de construcción. El salón tiene sistema de sonido, un baño y butacas, y la capacidad total del local es de 100 personas. Cada una de las cinco reuniones de congregación suele contar con unos cincuenta asistentes.

La educación bíblica permite lograr una verdadera rehabilitación. Tal como el personaje bíblico llamado Manasés —rey de Judá que cometió grandes maldades y estuvo prisionero en Babilonia— se arrepintió y pidió en oración que se le perdonara, así también los presos de nuestros días pueden transformar su personalidad y convertirse en personas temerosas de Dios (2 Crónicas 33:12, 13).

[Ilustración de las páginas 20 y 21]

Bautismo dentro de una cárcel

[Ilustración de las páginas 20 y 21]

Ministros de tiempo completo e instructores de una Escuela del Servicio de Precursor celebrada en una prisión