¿Un mundo sin hambre?
¿Un mundo sin hambre?
IMAGÍNESE cómo se siente el padre bondadoso que ve a sus hijos sufriendo de desnutrición. Sin duda le duele en el alma. Si un padre humano reacciona así, ¿cómo cree que se sentirá nuestro amoroso Padre celestial? Él tiene plena conciencia del sufrimiento de los cientos de millones de seres humanos que se encuentran en esa situación.
Pese a las buenas intenciones de la humanidad de alimentar a todos los hambrientos del mundo, la realidad es que a comienzos del siglo XXI el hambre sigue aumentando. No obstante, nuestro Padre celestial, Jehová, puede erradicarla para siempre, y lo va a hacer. ¿Cómo lo sabemos?
La Biblia explica que cuando Dios puso a Adán y Eva en el jardín de Edén, les proporcionó todo lo necesario para que se sintieran seguros y felices y estuvieran bien alimentados. Les dijo: “Les he dado toda vegetación que da semilla que está sobre la superficie de toda la tierra”. Su propósito era que los hijos de Adán y Eva “llen[ara]n la tierra” y que toda la humanidad tuviera a su alcance buenos alimentos en abundancia (Génesis 1:28, 29).
Aunque nuestros primeros padres se rebelaron contra el Creador y perdieron su aprobación, el propósito original de Dios para la humanidad no ha cambiado. La Biblia llama a Jehová “Aquel que da pan a los hambrientos”, y contiene numerosas profecías que indican que eliminará todo aquello que impide conseguir alimentos (Salmo 146:7).
Cuando los discípulos de Jesús le pidieron a este una señal que les indicara cuándo iba a instaurar su Reino e intervenir en los asuntos de la Tierra, él enumeró una serie de situaciones que precederían a dicha intervención. Una de ellas serían las “escaseces de alimento”. Al analizar detenidamente las palabras de Jesús, se llega a la convicción de que los sufrimientos de la humanidad terminarán pronto (Mateo, capítulo 24). *
Salmo 72:16 predice respecto al Paraíso que Dios establecerá: “Llegará a haber abundancia de grano en la tierra; en la cima de las montañas habrá sobreabundancia”. En el antiguo Israel, los cereales crecían generalmente en los valles. Sin embargo, bajo las dichosas condiciones que se describen en esta profecía, hasta los terrenos más áridos y estériles producirán abundantes cosechas. “En el período mesiánico —dice un biblista— sería como si hubiera campos de cereales en todas partes, hasta en la cumbre de las montañas, o como si las colinas tuvieran cultivos hasta la misma cima, de modo que toda la tierra estuviera cubierta de hermosas cosechas que se mecieran al viento.”
¡Qué diferencia entre lo que predice la Biblia y la situación actual de millones de personas! En efecto, Jehová promete que en el futuro “la tierra misma ciertamente dará su producto; Dios, nuestro Dios, nos bendecirá” (Salmo 67:6).
Si desea saber cómo usted y sus seres queridos pueden disfrutar de estas y muchas otras bendiciones descritas en las alentadoras profecías bíblicas, no dude en preguntárselo a los testigos de Jehová de su zona o en escribir a la dirección que corresponda de las que aparecen en la página 5 de esta revista.
[Nota]
^ párr. 6 Para más información sobre el cumplimiento de la profecía de Jesús, véase el cap. 11 del libro El conocimiento que lleva a vida eterna, editado por los testigos de Jehová.
[Ilustración a toda plana de la página 10]