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Las pandemias: ¿qué ocurrirá en el futuro?

Las pandemias: ¿qué ocurrirá en el futuro?

Las pandemias: ¿qué ocurrirá en el futuro?

LA PANDEMIA de gripe que tuvo lugar en el año 1918 ha hecho recordar a algunos analistas las profecías bíblicas. Por ejemplo, en el libro Flu—The Story of the Great Influenza Pandemic of 1918 and the Search for the Virus that Caused It (La gripe: la historia de la gran pandemia de influenza de 1918 y la búsqueda del virus que la causó), Gina Kolata señala: “A la plaga de 1918 le dieron el nombre de gripe, pero nunca antes hubo una gripe igual. Más parecía una profecía bíblica hecha realidad”.

¿En verdad dice la Biblia algo que se relacione con esta desgracia humana? Pues sí lo dice.

Pestes profetizadas por la Biblia

Cuando sus discípulos le pidieron a Jesucristo una señal de “la conclusión del sistema de cosas”, él les respondió: “Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá grandes terremotos, y en un lugar tras otro pestes” (Mateo 24:3; Lucas 21:7, 10, 11). La Biblia también predice que, durante el tiempo del fin, habría “plaga mortífera” (Revelación 6:8).

La gripe española comenzó su azote a finales de lo que hoy conocemos como la I Guerra Mundial (1914-1918), llamada entonces la Gran Guerra. Este período marcó el inicio del cumplimiento de las profecías bíblicas acerca de “los últimos días”. Dichas profecías mencionaron terribles escaseces de alimentos, grandes terremotos, aumento de la rebeldía y un notable deterioro de los valores morales. De seguro, a usted no le cuesta reconocer esas características en el mundo actual (Mateo 24:3-14; 2 Timoteo 3:1-5).

El cumplimiento de las profecías sobre “pestes” y “plaga mortífera” ha ocasionado incontables temores, sufrimientos y pérdidas de vidas. Según la publicación Microbes and Infection, “no hay motivos para creer que no se producirá otra pandemia pronto. Parece inevitable que ocurra”.

La amenaza continúa

Otra publicación, Emerging Infectious Diseases, dice en su número de abril de 2005: “Los optimistas creían que para nuestros días ya se habría erradicado la amenaza de las enfermedades infecciosas”. Sin embargo, como explica a continuación, estas “no han dejado de aparecer una y otra vez”. La revista Nature del 8 de julio de 2004 expone el resultado: “Se calcula que hay unos quince millones [...] de muertes anuales en todo el mundo directamente relacionadas con las enfermedades infecciosas”.

Esta misma revista indica: “La aparición del sida nos recordó las consecuencias de los nuevos brotes de enfermedades infecciosas y que no podemos evitarlos”. ONUSIDA, un programa auspiciado conjuntamente por las Naciones Unidas y otros organismos, informa: “En los 45 países más afectados, se prevé la muerte prematura de 68.000.000 de personas entre 2000 y 2020 debido al sida”.

La devastadora plaga del sida ha matado a más de veinte millones de personas en los pasados veinticinco años. La gripe española también mató a millones, pero en poco más de un año. Pues bien, los expertos llevan tiempo advirtiendo que ya debería haber surgido otra forma de gripe muy agresiva para la cual no estamos preparados.

El 19 de mayo de 2005, el servicio de noticias para organizaciones humanitarias AlertNet, de la Fundación Reuters, informó sobre la continua aparición de nuevos virus de gripe y añadió que “constituyen una constante amenaza de pandemia cada vez más probable”. Un día antes, The Wall Street Journal había dicho: “El virus de la gripe aviar que asola en la actualidad Asia se conoce como H5N1 y se detectó por primera vez en los mercados de aves de corral de Hong Kong en 1997. Lo que lo hace singular es su virulencia: mata al 80% de los infectados”. Los informes indican que puede contagiarse cualquier persona que esté en estrecho contacto con animales infectados.

¿Un futuro sombrío, o prometedor?

Tal vez parezca que nuestras perspectivas de disfrutar de un futuro sin enfermedades difícilmente se hagan realidad. Al hablar de las pestes de los últimos días, Jesucristo indicó con claridad que hay motivos para preocuparse. Sin embargo, la Biblia también nos da esperanza. Tomemos, por ejemplo, el caso de Noé y su familia y la promesa que Dios le hizo antes del diluvio universal. Primero le advirtió de que se aproximaba una destrucción, y entonces le mandó construir un arca, donde él y otros pudieran refugiarse (Génesis 6:13, 14; 7:1). El apóstol Pedro explicó que “la paciencia de Dios estaba esperando en los días de Noé, mientras se construía el arca” y que, cuando esta se completó, las personas que sobrevivieron “fueron llevadas a salvo a través del agua” (1 Pedro 3:20).

Jesucristo, quien pronunció muchas profecías acerca de las condiciones mundiales en medio de las cuales vivimos hoy, reveló que nuestros tiempos se parecerían a los de Noé. Quienes, como Noé, confían en Dios tienen la perspectiva de sobrevivir a una extensa destrucción (Lucas 17:26, 27). Juan, que era apóstol de Jesús, escribió: “El mundo va pasando, y también su deseo, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2:17).

Por tanto, el sistema mundial de nuestros días llegará a su fin. ¿Cómo será la vida de los sobrevivientes? El apóstol Juan tuvo una vista de las maravillosas condiciones en las que se encontrará la Tierra bajo el Reino de Dios: “[Dios] residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y [él] mismo estará con ellos. Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado” (Revelación 21:3, 4).

El futuro no tiene que ser sombrío para usted. Si se esfuerza por conocer a Dios y aprende a confiar plenamente en él, le espera un futuro prometedor. Dios nos garantiza que en ese nuevo mundo los muertos resucitarán (Juan 5:28, 29; Hechos 24:15). Y las pestes desaparecerán para siempre. Como parte de una profecía que se cumplirá en ese nuevo mundo, la Biblia promete: “Ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’” (Isaías 33:24).

[Ilustración de la página 10]

La Biblia promete un nuevo mundo en donde “ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’”