Cómo encontrar el amor verdadero
Cómo encontrar el amor verdadero
¿Qué podemos hacer para hallar el amor y ser dignos de ser amados, pero no solo en sentido romántico? ¿Hacernos ricos? ¿Mejorar el aspecto físico?
SEDUCIDOS por la propaganda y condicionados por los medios de comunicación, muchos hombres y mujeres ven en tales metas el remedio de sus males. Claro que es muy natural y apropiado cuidar de nuestro aspecto, pero la belleza —pasajera en el mejor de los casos— no sirve para lograr uniones duraderas. Tampoco las riquezas. Lo que sí ayuda es el amor desinteresado. “Practiquen el dar, y se les dará”, enseñó Jesús (Lucas 6:38). En pocas palabras: si queremos recibir amor, tenemos que dar amor.
¿Cómo? Bajo la guía del espíritu santo de Dios, el apóstol Pablo nos contesta que el amor es dinámico, que no se define tanto por los sentimientos, sino principalmente por lo que hace por otros y por lo que se abstiene de hacer. Fíjese en las palabras de Pablo: “El amor es sufrido y bondadoso. El amor no es celoso, no se vanagloria, no se hincha, no se porta indecentemente, no busca sus propios intereses, no se siente provocado. No lleva cuenta del daño. No se regocija por la injusticia, sino que se regocija con la verdad. Todas las cosas las soporta, todas las cree, todas las espera, todas las aguanta” (1 Corintios 13:4-7).
¿Qué siente cuando alguien lo trata con amabilidad o lo acepta a pesar de esas cositas irritantes que usted dice o hace? ¿No se siente atraído a la persona que se preocupa sinceramente por su bienestar, que no se enoja por cualquier motivo y que sabe perdonar y decir la verdad aunque el perdón y la sinceridad no resulten fáciles?
Entonces, trate así a los demás. Jesús dijo: “Por lo tanto, todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos” (Mateo 7:12). No siempre es fácil dar amor, pero el esfuerzo bien vale la pena. Primero, porque sus familiares, amigos, cónyuge o futuro cónyuge lo amarán más a usted. Segundo, porque tendrá la satisfacción de haber hecho lo que debía al dar de sí mismo a favor de los demás. Así es, “hay más felicidad en dar que en recibir” (Hechos 20:35).
Aprenda de la máxima autoridad
Jehová es el Dios de amor, la máxima autoridad en la materia (1 Juan 4:8). Su amor lo impulsa a enseñarle esta cualidad a todo el que esté dispuesto a aprender. Veamos algunos ejemplos de máximas bíblicas que muestran qué hacer para amar y ser amados.
“Ser presto en cuanto a oír, lento en cuanto a hablar.” (Santiago 1:19.) Una encuesta entre más de veinte mil parejas reveló que las personas más felices son las que están casadas con alguien que sabe escuchar. La buena comunicación es esencial en una relación. Cierta profesora de Sociología escribió al respecto: “Si quiere sentirse solo en una relación, esté con alguien que no tenga ni idea de lo que a usted le pasa. O peor aún, con alguien que lo sepa pero que sea incapaz de entender por qué eso lo hace sufrir a usted tanto”. Añadió que, aun cuando dos personas sean diferentes en varios aspectos, “si son sensibles a la forma en que su pareja ve el mundo y vive la vida, tales diferencias carecerán de importancia”.
“Se hallan apretados y escasos de lugar en sus propios tiernos cariños [...:] ensánchense.” (2 Corintios 6:12, 13.) Nos hacemos un bien cuando ensanchamos nuestro amor hacia los demás. Cierta publicación de la Facultad de Medicina de Harvard afirma: “Decenas de estudios han demostrado que quienes cuentan con apoyo social —es decir, buenas relaciones con la familia, los amigos y la comunidad— son más felices, se enferman menos y viven más”.
“Considerémonos unos a otros para incitarnos al amor y a las obras excelentes.” (Hebreos 10:24, 25.) La gente que nos rodea influye en nosotros, así que al pasar tiempo con personas que manifiestan genuino amor cristiano y experimentarlo por nosotros mismos, aprendemos a manifestarlo en nuestra vida. Los testigos de Jehová se esmeran por expresar amor entre sí, pues saben que es una marca que identifica a los verdaderos discípulos de Jesús (Juan 13:35). Está usted cordialmente invitado a asistir a sus reuniones cristianas.
Si siente que nadie lo quiere, no se desanime ni se juzgue con severidad. Tenga presente que Jehová está al tanto de lo que le ocurre. ¿Recuerda a Lea, a quien mencionamos en el primer artículo de esta serie? Jehová se fijó en su situación, y ella llegó a ser madre de seis hijos y una hija: una gran bendición en esa época en la que a los hijos se les veía como un valioso tesoro. Además, todos sus hijos varones dieron origen a tribus de Israel (Génesis 29:30-35; 30:16-21). ¡Cuánto debieron de consolar a Lea el amor y el interés de Dios!
En el nuevo mundo que prometen las Santas Escrituras, nadie sufrirá por falta de amor. Al contrario, el amor verdadero impregnará a toda la sociedad humana (Isaías 11:9; 1 Juan 4:7-12). Si deseamos estar allí, ahora es el momento de demostrarlo cultivando el amor que se enseña en la Biblia y que manifiesta su Autor. Está claro, la verdadera felicidad no depende solo de ser amado, sino de amar desinteresadamente a los demás (Mateo 5:46-48; 1 Pedro 1:22).
[Comentario de la página 8]
“Hay más felicidad en dar que en recibir.” (Hechos 20:35)
[Ilustración de la página 8]
Si queremos recibir amor, tenemos que dar amor