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¿Le roba tiempo?

¿Le roba tiempo?

¿Le roba tiempo?

SI ALGUIEN le ofreciera un millón de dólares a cambio de que dejara de ver la televisión por el resto de su vida, ¿se comprometería a hacerlo? En una encuesta realizada hace unos años, 1 de cada 4 estadounidenses respondió que no. En otro sondeo se preguntó a un grupo de hombres qué era lo que más deseaban. La respuesta de la mayoría fue: “Paz y felicidad”. Pero esta era su segunda prioridad. Lo que más deseaban en la vida era ¡un televisor de pantalla grande!

La televisión goza de gran aceptación en todo el mundo. En 1931, cuando estaba en sus comienzos, el presidente de la Radio Corporation of America dijo: “Cabe esperar razonablemente que cuando la televisión esté en todo su auge, su audiencia llegue a abarcar a la entera población mundial”. Puede que esta predicción sonara exagerada en su día, pero no en la actualidad. Se calcula que hay mil quinientos millones de televisores en el mundo y que la cifra de telespectadores es muy superior. Nos guste o no, la televisión ocupa un lugar muy importante en la vida de la gente.

La cantidad de tiempo que muchos dedican a la televisión es increíble. Un estudio realizado hace poco en todo el mundo indicó que, como promedio, la gente pasa diariamente tres horas y pico mirando la televisión. En el caso de los estadounidenses y canadienses, son cuatro horas y media, y los japoneses se llevan la palma con cinco. ¡Esas son muchas horas! Si pasamos cuatro horas diarias viendo la televisión, a los 60 años habremos estado diez años frente a la pantalla. Pero ninguno de nosotros querría que, al morir, le pusieran en la lápida: “Aquí yace nuestro querido amigo, que dedicó una sexta parte de su vida a ver la televisión”.

¿Mira la gente la televisión durante horas porque le gusta? No necesariamente. Muchos opinan que le dedican demasiado tiempo y se sienten culpables de no haberlo usado de una forma más productiva. Hay quienes reconocen que son “teleadictos”. Es obvio que una persona no se hace adicta a la televisión de la misma manera que a la droga, pero existen ciertas similitudes. Los drogadictos le dedican mucho tiempo a la droga. Aunque quieren reducir ese tiempo o dejar la droga por completo, no pueden. Sacrifican importantes actividades sociales y familiares por ella, y sufren el síndrome de abstinencia cuando dejan de consumirla. Todos estos síntomas pueden manifestarse en las personas que ven mucha televisión.

“El comer demasiada miel no es bueno”, escribió el sabio rey Salomón (Proverbios 25:27). Y el mismo principio es aplicable a la televisión. Aunque hay muchos programas que merecen la pena, dedicar demasiadas horas a la televisión puede reducir el tiempo que se dedica a la familia, afectar la lectura y el rendimiento escolar de los niños y contribuir a la obesidad. Si usted invierte mucho tiempo en ver la televisión, sería sensato que pensara en lo que obtiene a cambio, ya que el tiempo es demasiado valioso para desperdiciarlo. También sería sensato que pensara en la clase de programas que ve. En el siguiente artículo se analiza este asunto.