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La homosexualidad: ¿qué puedo hacer para evitarla?

La homosexualidad: ¿qué puedo hacer para evitarla?

Los jóvenes preguntan...

La homosexualidad: ¿qué puedo hacer para evitarla?

“Cuando tenía 12 años, me gustaba una chica de la escuela. Estaba confundida y me inquietaba la posibilidad de ser lesbiana.”—Ana. *

“En la adolescencia estuve luchando con la atracción hacia otros hombres. Algo dentro de mí me decía que esos sentimientos no eran normales.”—Óscar.

“Mi amiga y yo nos besamos una o dos veces, pero como me seguían gustando los muchachos, dudaba si sería bisexual.”—Sara.

EL ESPÍRITU tolerante que reina en la actualidad lleva a bastantes jóvenes a experimentar con las relaciones homosexuales. “Muchas chicas de mi escuela dicen que son lesbianas, bisexuales o que estarían abiertas a probarlo todo”, afirma Beatriz, de 15 años. Y Cristina, de 18, explica que entre sus compañeras de estudio pasa lo mismo: “Dos de ellas llegaron a hacerme proposiciones. Una me preguntó en una nota si quería saber cómo era estar con una chica”.

En vista de que hoy en día se habla tanto de las relaciones homosexuales, quizás te plantees preguntas como: “¿De veras son malas? ¿Y si me atrae alguien de mi sexo? ¿Será que soy gay?”.

¿Cómo ve Dios la homosexualidad?

No son pocas las personas —entre ellas algunos religiosos— que le quitan importancia a la homosexualidad. Pero la Biblia no es ambigua. Señala que Jehová Dios creó al hombre y a la mujer, y que los hizo para que dieran satisfacción a sus deseos dentro del matrimonio (Génesis 1:27, 28; 2:24). Lógicamente, las Santas Escrituras condenan las prácticas homosexuales (Romanos 1:26, 27).

Claro, muchos dirán que este libro está anticuado. Por ejemplo, Carol, de 14 años, asegura: “Algunas de las cosas que dice la Biblia están fuera de lugar en la actualidad”. Pero ¿por qué se apresura la gente a afirmar algo así? A menudo lo hacen porque las pautas bíblicas chocan con las suyas. Rechazan la Palabra de Dios porque enseña algo distinto de lo que quieren creer. Ahora bien, esa es una actitud prejuiciada y poco abierta que la Biblia nos anima a evitar. De hecho, Jehová Dios nos invita en su Palabra a tener presente que sus mandamientos son para nuestro propio beneficio (Isaías 48:17, 18). ¿Habrá razones para creerlo? Piénsalo: ¿hay alguien que conozca mejor que él cómo estamos hechos?

Como joven, seguramente sientes emociones muy diversas. Entonces, ¿qué ocurre si te atrae alguien de tu propio sexo? ¿Quiere decir automáticamente que eres homosexual? No. Recuerda que estás en “la flor de la juventud”, una etapa de la vida en la que la excitación sexual involuntaria tiene mucha fuerza (1 Corintios 7:36). Puede que por un tiempo te llame la atención alguien de tu mismo sexo, pero eso no significa que seas gay. Las estadísticas indican que por lo general esas inclinaciones terminan desapareciendo. Aun así, quizás te preguntes: “De todas formas, ¿por qué tengo estos deseos?”.

Hay quienes alegan que la homosexualidad viene escrita en los genes, mientras que otros señalan que se trata de un comportamiento aprendido. Este artículo no entra en el debate sobre qué influye más en nosotros, si es la naturaleza o la educación. Lo que parece innegable es que sería simplista atribuir la homosexualidad a una sola causa. Como en el caso de otras formas de conducta, es algo muchísimo más complejo.

Independientemente de cuál sea la causa, es importante comprender que lo que condena la Biblia son los actos homosexuales. Así que quien lucha con la atracción hacia su mismo sexo tiene en sus manos una opción realista: no llevar a la práctica sus deseos. A modo de ejemplo, pensemos en un hombre “dado a la cólera” (Proverbios 29:22). En un tiempo acostumbraba dar rienda suelta a la furia. Pero al estudiar la Palabra de Dios, comprende que debe aprender a controlarse. ¿Quiere decir eso que nunca más lo invadirán los sentimientos de ira? No. Sin embargo, como ahora sabe lo que dicen las Escrituras acerca de la cólera descontrolada, se niega a ceder a ella. Lo mismo pasa con quien siente atracción por personas de su propio sexo y llega a aprender el criterio bíblico sobre las prácticas homosexuales. En un momento dado quizás le venga un mal deseo. No obstante, se niega a hacerlo realidad porque obedece los consejos bíblicos.

Hay que admitir que los deseos homosexuales pudieran ser muy persistentes. Pero, por arraigados que estén, no son invencibles (1 Corintios 9:27; Efesios 4:22-24). En última instancia, es uno mismo el que determina cómo quiere vivir (Mateo 7:13, 14; Romanos 12:1, 2). Así que, digan lo que digan, es posible dominar tales impulsos, o por lo menos no obedecerlos.

Niégate a caer en malas prácticas

¿Qué puedes hacer para no caer en actos homosexuales?

Primero Cuéntale a Jehová tus inquietudes, con la seguridad de que “él se interesa” por ti (1 Pedro 5:7; Salmo 55:22). Jehová puede fortalecerte con una paz que “supera a todo pensamiento”, una paz que ‘guardará tu corazón y tus facultades mentales’ y te dará “poder [...] más allá de lo normal”, lo que te permitirá resistir los malos deseos (Filipenses 4:7; 2 Corintios 4:7). Sara, quien estuvo luchando con las dudas de ser bisexual, explica: “Cuando me asaltan malos pensamientos, le oro a Jehová, y él me da fuerzas. Sin su ayuda no podría afrontar este problema. La oración es mi tabla de salvación” (Salmo 94:18, 19; Efesios 3:20).

Segundo Llena la mente de pensamientos que edifiquen tu espiritualidad (Filipenses 4:8). Lee la Biblia todos los días. Nunca subestimes el poder que tiene para mejorar la mente y el corazón (Hebreos 4:12). Un joven llamado Raúl dice: “He comprobado que las palabras de la Biblia —y particularmente pasajes como 1 Corintios 6:9, 10 y Efesios 5:3— tienen mucho poder. Cuando me vienen malos deseos, me pongo a leer estos textos”.

Tercero Huye de la pornografía y la propaganda homosexual, ya que avivan los malos pensamientos (Salmo 119:37; Colosenses 3:5, 6). * Muchas películas y programas de televisión difunden la idea de que la homosexualidad es solo “un estilo de vida alternativo”. Ana admite con franqueza: “El modo de pensar de este mundo pervertido influyó en mi mente y aumentó mi confusión sexual. Ahora me aparto de toda persona o cosa que promueva la homosexualidad” (Proverbios 13:20).

Cuarto Búscate un confidente, alguien a quien contarle cómo te sientes (Proverbios 23:26; 31:26; 2 Timoteo 1:1, 2; 3:10). Óscar explica los resultados que obtuvo al pedirle ayuda a un superintendente cristiano: “Sus consejos fueron muy útiles. ¡Ojalá hubiera hablado con él mucho antes!”.

¡No te rindas!

Claro, habrá quien te diga que no vale la pena resistirse, que tienes que reconocer tu identidad sexual y aceptarte como eres. Pero la Biblia muestra que hay una opción mucho mejor. Señala, por ejemplo, que en el siglo primero hubo quienes dejaron atrás las prácticas homosexuales y se hicieron cristianos (1 Corintios 6:9-11). Al igual que ellos, tú también puedes triunfar en tu lucha, aunque en este momento tan solo estés luchando en tu corazón.

Y si los deseos se niegan a desaparecer, no te rindas ni creas que eres un caso perdido (Hebreos 12:12, 13). Todos tenemos que batallar con las malas inclinaciones en un momento u otro (Romanos 3:23; 7:21-23). Si te niegas a hacer realidad tus malos deseos, es posible que terminen perdiendo fuerza (Colosenses 3:5-8). Pero, sobre todo, apóyate en Jehová, quien te ama y sabe lo que te hará feliz (Isaías 41:10). Así es: “Confía en Jehová y haz el bien [...], y él te dará las peticiones de tu corazón” (Salmo 37:3, 4).

Encontrarás más artículos de la sección “Los jóvenes preguntan...” en www.watchtower.org/yps

[Notas]

^ párr. 3 Se han cambiado los nombres de este artículo.

^ párr. 19 El estilo de vida “metrosexual”, en el que el hombre concede atención excesiva a su persona y, sobre todo, a su imagen, contribuye a difuminar las diferencias entre homosexuales y heterosexuales. De acuerdo con la persona a la que suele acreditarse la invención del término, el metrosexual puede ser “homosexual declarado, heterosexual o bisexual, sin que importe lo más mínimo, pues él centra su amor en sí mismo, y su opción sexual es el placer”. Según una enciclopedia, esta palabra ha cobrado popularidad “porque cada vez están mejor integrados socialmente los homosexuales y, por tanto, existen cada día menos tabúes sobre la homosexualidad y sobre las nuevas definiciones de masculinidad”.

PARA PENSAR

▪ ¿Por qué condena Dios la homosexualidad?

▪ ¿Qué puedes hacer si estás luchando contra la atracción por alguien del mismo sexo?

▪ ¿Con quién puedes hablar para que te ayude a resistir los deseos homosexuales?

[Ilustración de la página 30]

Pide ayuda a un cristiano adulto que sea maduro