Atrapado entre dos culturas: ¿qué puedo hacer?
Los jóvenes preguntan...
Atrapado entre dos culturas: ¿qué puedo hacer?
“Mi familia es italiana, y en ella el cariño se expresa abiertamente. Ahora vivimos en Inglaterra, y la gente de aquí da la impresión de ser muy formal. Me siento fuera de lugar en ambas culturas: soy demasiado italiano para ser británico y demasiado británico para ser italiano.”—Giosuè (Inglaterra).
“En la escuela, el maestro me decía que lo mirara cuando se dirigía a mí. Pero en casa, si miraba a mi padre a los ojos cuando me hablaba, él decía que eso era de mala educación. Me sentía atrapado entre dos culturas.” Patrick (inmigrante argelino que vive en Francia).
¿Son tu padre o tu madre inmigrantes?
□ Sí □ No
¿Son el idioma o la cultura que te rodean en la escuela diferentes a los de tu hogar?
□ Sí □ No
MILLONES de personas emigran cada año, y muchas afrontan problemas serios. De repente viven rodeadas de gente cuyo idioma, cultura y forma de vestir son diferentes a los suyos, y por ello a menudo son objeto de burlas, como lo descubrió una joven llamada Noor. Ella y su familia emigraron de Jordania a Norteamérica. “La gente se reía de nosotros porque nuestra forma de vestir era diferente —explica—. Y desde luego, no entendíamos el humor americano.”
Una muchacha llamada Nadia relata un problema distinto: “Nací en Alemania. Como mis padres son italianos, yo hablaba alemán con acento italiano, y los niños de la escuela me llamaban ‘extranjera tonta’. Pero cuando voy a Italia, veo que hablo italiano con acento alemán. Por ello, siento que no tengo una verdadera identidad. Dondequiera que esté, soy extranjera”.
¿A qué otros problemas se enfrentan los hijos de inmigrantes? ¿Y cómo pueden sacar el mejor partido a sus circunstancias?
Brechas culturales y barreras lingüísticas
Incluso en el hogar, los hijos de inmigrantes pueden ver que surge una brecha cultural. ¿Cómo es posible? Los niños suelen adaptarse a una cultura nueva con más rapidez que los adultos. Por ejemplo, Ana tenía ocho años cuando llegó a Inglaterra con su familia. Ella cuenta: “Para mi hermano y para mí, adaptarnos a Londres fue algo casi automático. En cambio, para mamá y papá, que habían vivido tanto tiempo en la pequeña isla portuguesa de Madeira, fue muy difícil”. Voeun, que tenía tres años cuando sus padres camboyanos se mudaron a Australia, dice: “Mis papás no se han adaptado muy bien. De hecho, papá solía enfadarse porque yo no entendía su actitud ni su forma de pensar”.
Esta brecha cultural es comparable a un foso que separa a los hijos de sus padres. Si a esto se le añade una barrera idiomática, como si se construyera una muralla a lo largo del foso, la división familiar puede ser aún mayor. La barrera empieza a levantarse cuando los hijos aprenden el nuevo idioma con mayor rapidez que sus padres, y va aumentando cuando los niños comienzan a olvidar su lengua materna y la comunicación significativa se vuelve cada vez más difícil.
Ian, que en la actualidad tiene 14 años, vio cómo surgía dicha barrera entre él y sus padres cuando su familia emigró de Ecuador a Nueva York. “Ahora hablo más inglés que español —reconoce—. Mis maestros hablan inglés, mis amigos hablan inglés, y yo hablo inglés con mi hermano. Cada vez pienso más en inglés y menos en español.”
¿Te identificas con Ian? Si tu familia emigró cuando eras muy pequeño, quizás no comprendiste que tu lengua materna te podría ser útil más adelante, y por ello tal vez dejaste que se borrara de tu memoria. Noor, citada anteriormente, relata: “Mi papá se empeñaba en que cuando estuviéramos en casa solo habláramos su idioma, el árabe, pero nosotros no queríamos. Nos parecía que aprender árabe era una carga adicional. Nuestros amigos hablaban inglés. Todos los programas de televisión que veíamos eran en inglés. ¿Para qué necesitábamos el árabe?”.
No obstante, cuando seas un poco mayor, quizás empieces a comprender las ventajas de hablar bien tu lengua materna. Pero entonces quizás te resulte difícil recordar palabras que antes usabas con naturalidad. “Confundo los dos idiomas”, asegura Michael, de 13 años, cuyos padres emigraron de China a Inglaterra. Ornelle, que tiene 15 años y se trasladó de la República Democrática del Congo a Londres, admite: “Trato de decirle algo a mi madre en lingala, pero no me sale, porque estoy más acostumbrada a hablar inglés”. Lee, que nació en Australia de padres camboyanos, lamenta no hablar con fluidez su lengua materna: “Cuando hablo con mis papás y quiero explicarles cómo me siento, no me puedo expresar tan bien como quisiera en su idioma”.
Razones para cerrar la brecha
Si has olvidado hasta cierto grado tu primer idioma, no te desesperes. Puedes recuperarlo, pero primero tienes que ver con claridad las ventajas de hacerlo. ¿Cuáles son algunas de esas ventajas? “Aprendí el idioma de mis padres porque quería estar cerca de ellos emocionalmente y, sobre todo, espiritualmente —dice Giosuè, citado antes—. Hablar su idioma me ha permitido comprender cómo se sienten, y también les ha ayudado a ellos a comprenderme.”
Muchos jóvenes cristianos se esfuerzan por dominar el idioma de sus padres porque quieren hablarle a otros inmigrantes sobre las buenas nuevas del Reino de Dios (Mateo 24:14; 28:19, 20). “Poder explicar las Escrituras en dos idiomas es estupendo —dice Salomão, que emigró a Londres cuando tenía cinco años—. Casi había olvidado mi primer idioma, pero ahora estoy en una congregación portuguesa y hablo con fluidez tanto el inglés como el portugués.” Oleg, de 15 años, que en la actualidad vive en Francia, afirma: “Me hace feliz poder ayudar a otros y explicarle la Biblia a gente que habla ruso, francés o moldavo”. Noor vio que había necesidad de más evangelizadores en el campo árabe, y reconoce: “Ahora estoy yendo a clases y tratando de recuperar lo que había perdido. Mi actitud ha cambiado. Ahora quiero que me corrijan. Quiero aprender”.
¿Qué puedes hacer para recuperar la fluidez en el idioma de tus padres? Algunas familias han comprobado que si insisten en hablar en casa solo su lengua materna, los niños aprenden bien ambos idiomas. * También sería bueno que les pidieras a tus padres ayuda para aprender a escribir el idioma. Stelios, que se crió en Alemania, pero cuya lengua materna es el griego, dice: “Mis padres solían analizar un texto bíblico conmigo cada día. Lo leían en voz alta y después yo lo escribía. Ahora puedo leer y escribir tanto en griego como en alemán”.
No cabe duda de que si estás familiarizado con dos culturas y puedes hablar dos o más idiomas, tienes una auténtica ventaja. Tu conocimiento de las dos culturas aumenta tu capacidad para comprender los sentimientos de la gente y contestar a sus preguntas sobre Dios. La Biblia dice: “El hombre tiene regocijo en la respuesta de su boca, y una palabra a su tiempo apropiado, ¡oh, cuán buena es!” (Proverbios 15:23). Preeti, que nació en Inglaterra pero es de padres indios, explica: “Como entiendo dos culturas, me siento más cómoda en la predicación. Comprendo a las personas de ambas culturas, sus creencias y su forma de ser”.
“Dios no es parcial”
Si te sientes atrapado entre dos culturas, no te desanimes. Tu situación es similar a la de varios personajes bíblicos. José, por ejemplo, fue sacado de su cultura hebrea nativa cuando era un muchacho y pasó el resto de su vida en Egipto. No obstante, es obvio que nunca olvidó su idioma materno (Génesis 45:1-4), lo cual contribuyó a que pudiera ayudar a su familia (Génesis 39:1; 45:5).
Timoteo, que viajó por muchos lugares con el apóstol Pablo, era de padre griego y madre judía (Hechos 16:1-3). En vez de permitir que su origen mixto fuera un obstáculo para él, aprovechó su comprensión de las diferencias culturales para ayudar a otros cuando participaba en la obra misional (Filipenses 2:19-22).
¿Puedes ver tus circunstancias también como una ventaja en vez de como un obstáculo? Recuerda: “Dios no es parcial, sino que, en toda nación, el que le teme y obra justicia le es acepto” (Hechos 10:34, 35). Jehová te ama por lo que eres, no por el lugar de donde vienes. Al igual que los jóvenes citados en este artículo, ¿puedes utilizar tus conocimientos y experiencia para ayudar a otros de tus mismos antecedentes étnicos a aprender sobre nuestro Dios imparcial y amoroso, Jehová? Si lo haces, serás verdaderamente feliz (Hechos 20:35).
Encontrarás más artículos de la sección “Los jóvenes preguntan...” en www.watchtower.org/yps
[Nota]
^ párr. 21 Encontrarás más sugerencias prácticas en el artículo “La crianza de los hijos en un país extranjero: desafíos y galardones”, publicado en La Atalaya del 15 de octubre de 2002.
PARA PENSAR
▪ ¿A qué brechas culturales o barreras lingüísticas te enfrentas?
▪ ¿Cómo puedes superar algunos de estos problemas?
[Ilustración de la página 20]
Hablar el idioma de tus padres puede fortalecer los vínculos familiares