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El bisonte europeo, salvado de la extinción

El bisonte europeo, salvado de la extinción

El bisonte europeo, salvado de la extinción

DE NUESTRO CORRESPONSAL EN POLONIA

Los cazadores furtivos estaban entusiasmados; habían encontrado las huellas que andaban buscando. Rastreándolas, por fin divisaron su objetivo: pelaje castaño oscuro, barba casi negra, cuernos en forma de media luna coronando la cabeza. Sacarían un capital con su media tonelada de carne y piel tan codiciadas.

Con el primer disparo hirieron al animal, que se adentró inútilmente en la espesura en busca de refugio. El segundo disparo fue certero, y el ejemplar se desplomó. Los cazadores no tenían ni idea de que acababan de hacer historia: corría el mes de abril de 1919, y habían abatido al último bisonte europeo en estado salvaje de Polonia. Por fortuna, todavía quedaban ejemplares vivos en zoológicos y colecciones privadas.

EL BISONTE europeo (Bison bonasus) poblaba antiguamente la mayor parte de Europa. Con los casi 2 metros (6 pies) de alzada y 900 kilos (2.000 libras) de peso que llegan a alcanzar los machos, no es de extrañar que a estos grandes mamíferos se les llame los reyes del bosque.

Una característica destacable del bisonte es la desproporción entre sus cuartos delanteros y sus cuartos traseros. Los primeros son anchos y pesados, con una pronunciada giba y cubiertos de un pelaje largo y abundante que termina en una especie de barba; mientras que los segundos, relativamente pequeños en comparación, están cubiertos de pelo corto.

Al borde de la extinción

En la actualidad, la población de bisontes europeos se cifra en menos de tres mil. Disminuyó notablemente debido a la destrucción de su hábitat natural en favor de la agricultura y a la acción de los implacables cazadores furtivos. De hecho, ya en el siglo VIII habían desaparecido de la Galia (las actuales Francia y Bélgica).

En el siglo XVI, los reyes polacos tomaron medidas para conservar la especie. Uno de los primeros fue Segismundo II Augusto, quien castigó su caza con la pena capital. ¿Por qué razón? El señor Zbigniew Krasiński, veterinario del Parque Nacional de Białowieża (Polonia oriental), contesta: “Se quiso preservar a los bisontes para que fueran trofeos de caza de los reyes y la nobleza”. Pese a los rigurosos castigos que impusieron las leyes, no se logró protegerlos, y para finales del siglo XVIII solo habitaban en el bosque de Białowieża y Caucasia.

En el siglo XIX, la situación finalmente comenzó a mejorar. Después que el Imperio ruso se anexionó parte de Polonia, el zar Alejandro I decretó la protección de los bisontes del bosque de Białowieża. Los resultados no se hicieron esperar: el número de ejemplares aumentó progresivamente, y en 1857 casi mil novecientas cabezas vivían bajo la protección del gobierno. Posteriormente se colocaron comederos para alimentarlos en invierno, se estudió dónde situar abrevaderos y se prepararon algunos terrenos para cultivar plantas forrajeras.

Por desgracia, su época dorada duró poco. En cuestión de sesenta años, los bisontes se redujeron a la mitad, y la primera guerra mundial les asestó el golpe de gracia. A pesar de un decreto alemán que procuraba “conservar el bisonte para la posteridad como un monumento natural único”, su población fue diezmada por los ejércitos alemanes en retirada, los rusos y los siempre presentes cazadores furtivos. Como se describió al comienzo del artículo, en 1919 murió el último bisonte europeo en estado salvaje de Polonia.

Renace de sus cenizas

Con el afán de salvar la especie, se fundó en 1923 la Sociedad Internacional para la Conservación del Bisonte Europeo, cuyo primordial objetivo fue contabilizar los ejemplares de pura raza en cautiverio. * Resultó que localizaron a 54 bisontes de llanura en varios jardines zoológicos y colecciones privadas en el mundo. Sin embargo, no todos eran adecuados para la reproducción: algunos eran muy viejos y otros estaban enfermos. Al final se eligieron doce especímenes para incrementar la especie, cinco de los cuales se convirtieron en los padres de todos los ejemplares vivos del bisonte de llanura.

El otoño de 1929 fue testigo del regreso triunfal del bisonte de llanura a su hábitat natural. Se soltó a una pareja en una reserva especialmente acondicionada del bosque de Białowieża, y, al cabo de diez años, ya se contaban dieciséis ejemplares.

¿Salvado permanentemente de la extinción?

A principios de este siglo había unos 2.900 bisontes europeos en el mundo, de los cuales 700 vivían en Polonia. Con los años, también se han introducido en Bielorrusia, Kirguistán, Lituania, Rusia y Ucrania.

No obstante, lo anterior no significa que la especie esté fuera de peligro. Todavía suponen una seria amenaza las plagas, las enfermedades, la escasez de comida y agua, así como los cazadores furtivos. Los defectos genéticos también presentan un serio problema dado el reducido banco genético disponible. Por todo ello, el bisonte europeo aún figura en la Lista Roja de Especies Amenazadas, que incluye plantas y animales de todo el mundo.

La firme voluntad humana para conservar esta especie la ha ayudado a sobrevivir hasta nuestros tiempos. Sin embargo, el señor Krasiński, citado anteriormente, nos recuerda que “la tragedia del bisonte europeo constituye un ejemplo de cómo una especie puede llevarse al borde de la extinción en muy poco tiempo y de los enormes esfuerzos que luego hay que hacer para salvarla”. El futuro de este animal, como el de muchos otros, es incierto. Pero de momento se ha salvado de la extinción a “los reyes del bosque”.

[Nota]

^ párr. 13 Existen dos subespecies de bisonte europeo: el de llanura y el del Cáucaso, o de montaña. El último bisonte del Cáucaso murió en 1927. Antes, sin embargo, otro macho ya había fecundado a algunas hembras de bisonte de llanura, que produjeron crías cruzadas. En la actualidad, todavía existen algunos de estos ejemplares cruzados.

[Ilustraciones de la página 10]

Bisonte europeo en el Parque Nacional de Białowieża

[Reconocimiento]

Fotos: Białowieski Park Narodowy