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“¡Tengo tanto que hacer!”

“¡Tengo tanto que hacer!”

“¡Tengo tanto que hacer!”

LOS levantadores de pesas no intentan batir récords olímpicos todos los días. Se ejercitan regularmente con pesos de menor cuantía y así van fortaleciéndose para levantar cargas mayores. Si cada vez se forzaran hasta el límite, ejercerían demasiada presión en los músculos y las coyunturas, lo que podría lesionarlos de por vida.

Seguro que tú, como estudiante, te esfuerzas mucho en la escuela y das el máximo cuando se acercan los exámenes o tienes trabajos difíciles. * Pero ¿qué sucedería si solo vivieras para tus estudios? Probablemente no te alimentarías bien ni dormirías lo suficiente, y pudieras caer enfermo por culpa de tanta tensión. ¿Te sientes así ahora? *

Tareas sin fin

“A medida que voy pasando de curso, aumentan las tareas y su dificultad. Tardo tanto en terminarlas... —dice Hiroko, estudiante de 15 años de Japón—. * Quisiera hacer muchas más cosas, pero tengo que entregar los trabajos al día siguiente. A veces me paraliza la presión.” Svetlana, una rusa de 14 años, nos cuenta: “Los deberes son cada vez más complicados. Tengo más asignaturas que estudiar cada año, y los profesores no paran de mandar trabajos. Y es que cada uno piensa que su materia es la más importante. Me cuesta organizarme para cumplir con todo”.

¿Por qué ponen los maestros tantos trabajos? Gilberto, brasileño de 18 años, contesta: “Argumentan que el mercado laboral es muy competitivo y, por eso, quieren prepararnos bien”. Aunque así sea, tal vez tú te sientas inundado con tantísimas tareas. Algo que puedes hacer para aliviar la presión es cambiar tu manera de ver las cosas y dar pasos para organizarte.

Piensa que los deberes son parte de la preparación que necesitas para hacerte un hombre o una mujer de provecho. Aunque te parezca infinito el tiempo que les dedicas, tus años escolares terminarán antes de que te des cuenta. Cuando tengas que ganarte el pan, te alegrarás de haber cumplido con todos esos ejercicios difíciles y verás que ha merecido la pena tanto trabajo (Eclesiastés 2:24).

Con un poco de disciplina y organización te ahorrarás mucho estrés (lee el recuadro  “Consejos para aliviar la presión”). Al adoptar la costumbre de presentar los deberes nítida y puntualmente, forjarás una buena relación con tus profesores: confiarán en ti y querrán apoyarte. Imagínate, por ejemplo, que algo inesperado sucede y no puedes terminar cierto trabajo para la fecha límite. ¿No crees que te concederán un poco más de tiempo si se lo pides? Daniel, siervo de Dios de la antigüedad, “era digno de confianza y no se hallaba en él ninguna negligencia ni cosa corrupta”. Como era cumplidor, se ganó la confianza y los elogios del rey (Daniel 6:4). Si actúas como Daniel, es muy probable que se te muestre consideración especial cuando la necesites.

¿Desaparecerá toda la presión si estás atento en clase, haces los deberes y entregas los trabajos a tiempo? No, porque el deseo de sacar buenas notas también genera estrés. De todos modos, los consejos anteriores te ayudarán a ver las tareas no como una carga, sino como una oportunidad de aprender y de aprovechar tu formación.

Tus propias exigencias producen un estrés positivo que no debes perder. Ahora bien, quizás estés soportando otras presiones innecesarias.

Actividades extraescolares que agobian

Piensa en alguien que siempre conduce su automóvil bruscamente: circula a toda velocidad y frena de golpe en los semáforos, para luego pisar a fondo el acelerador y salir disparado. ¿Qué efecto tendrá en el vehículo su alocada forma de conducir? Seguro que estropeará el motor y otras piezas importantes; eso si no lo destroza en un accidente.

Algo parecido sucede en el caso de muchos alumnos: maltratan su cuerpo y mente antes y después de las horas de clase. Tras entrevistar a varios estudiantes, la pedagoga Denise Clark Pope llegó a la siguiente conclusión: “Su día empieza temprano, una o dos horas antes que la jornada laboral de la mayoría de los adultos, y termina de noche, tras un entrenamiento de fútbol, clases de baile, reuniones del consejo estudiantil, empleos por horas y tareas de la clase” (Doing School [Cómo sobrevivir en la escuela]).

Cuando los jóvenes viven a la carrera, es probable que terminen mal. El estrés agudo puede ocasionarles dolores estomacales y de cabeza. La falta de descanso también debilita el sistema inmunológico, por lo que se enferman más. Con el tiempo, el ritmo acelerado se convierte en un paso de tortuga y quizás hasta tengan que detenerse del todo para recuperar sus energías. ¿Te ha sucedido algo parecido?

Es loable que luches para alcanzar tus metas, pero por fuerte que seas, tienes un límite. La Biblia ofrece este sabio consejo: “Llegue a ser conocido de todos los hombres lo razonables que son ustedes” (Filipenses 4:5). Dos sinónimos del término razonable son “moderado” y “juicioso”. Quien es razonable, por tanto, toma decisiones que no le ocasionarán daño ni a él mismo ni a otros. Y es una persona madura, lo cual es muy apreciado en este mundo inestable. De modo que para cuidar de tu salud, sé razonable, es decir, elimina algunas de las actividades menos esenciales.

Dinero y más dinero

Para algunos jóvenes, sin embargo, lo de ser razonable les parece un estorbo en su camino. Creen que la clave de la felicidad es un buen sueldo y la buena vida que les proporciona. La pedagoga Clark, quien percibió que así pensaban algunos de los jóvenes entrevistados, comentó: “Deseaban dormir más y mejorar su salud, pero sus apretadas agendas, con todas sus obligaciones escolares, familiares y laborales, no se lo permitían. Igualmente querían pasar más tiempo con los amigos, tomarse algún día libre o realizar otras actividades, pero la mayoría opinaba que no podía hacerlo y al mismo tiempo mantener sus calificaciones en lo más alto. Reconocieron que tenían que tomar una decisión, y para ellos, asegurarse el éxito era más importante que su felicidad presente”.

Sería conveniente que los estudiantes que se exigen demasiado meditaran en lo que dijo un sabio: “De nada vale tener todo el mundo y perder la vida” (Mateo 16:26, La Palabra de Dios para Todos). Jesucristo, el hombre más sabio, subrayó de esta manera que no vale la pena pagar un precio físico, emocional y espiritual tan alto por alcanzar metas materiales.

La psicóloga Madeline Levine, en su libro El precio del privilegio, dice que “el dinero, la educación, el poder, el prestigio y los bienes materiales no garantizan protección alguna en contra de la infelicidad o de [las] enfermedades emocionales”. La pedagoga Clark, antes citada, hizo esta observación: “He visto a muchos chicos y padres luchar por alcanzar la perfección, movidos por un concepto erróneo del éxito”. Y aconseja: “Debemos esforzarnos, más bien, por mantener la mente, el cuerpo y el espíritu sanos”.

El dinero no es lo más importante en la vida. Nuestro Creador nos ofrece regalos cuyo valor es incalculable, como el bienestar físico y emocional, una buena conciencia y su amistad. Cuando los perdemos por ir en busca de fama o riquezas, existe el riesgo de no volver a recuperarlos nunca. Por eso, fíjate en lo que dijo Jesús: “Dichosos los que reconocen su necesidad espiritual, pues el reino de Dios les pertenece” (Mateo 5:3, Versión Popular, 1993).

Muchos jóvenes han comprobado la veracidad de estas palabras. Aunque se esfuerzan al máximo en la escuela, reconocen que la excelencia académica y el dinero no producen felicidad duradera. Es más, admiten que perseguir tales objetivos les acarrearía presiones innecesarias. Han aprendido que satisfacer su necesidad espiritual es la base de un futuro verdaderamente feliz. Los testigos de Jehová te ayudaremos con gusto a satisfacer tu necesidad espiritual, lo que redundará en tu felicidad.

[Notas]

^ párr. 3 Los escolares con un bajo rendimiento o que no se esfuerzan mucho deberían leer “Los jóvenes preguntan... ¿Puedo mejorar mi rendimiento escolar?”, de ¡Despertad! del 22 de marzo de 1998, páginas 20 a 22.

^ párr. 3 Si quieres más información sobre el tema, lee “Los jóvenes preguntan... ¿Qué puedo hacer con tantas tareas escolares?”, de ¡Despertad! del 8 de abril de 1993, páginas 13 a 15.

^ párr. 5 Se han cambiado algunos nombres.

[Comentario de la página 6]

Por fuerte que seas, tienes un límite

[Comentario de la página 8]

Aprender de tu Creador es la mejor educación que puedes recibir

[Ilustración y recuadro de la página 5]

 CONSEJOS PARA ALIVIAR LA PRESIÓN

❑ ¿Pierdes mucho tiempo buscando algo entre tus papeles y libretas? La realidad es que a veces hay que ser más ordenado. No te avergüences de pedir ayuda si ese es tu caso.

❑ ¿Dejas las cosas para última hora? Haz una prueba. Trata de terminar una tarea antes de la fecha límite. La sensación de tranquilidad y satisfacción te sorprenderá gratamente y quizás te motive a dejar de posponer tus deberes.

❑ ¿Sueñas despierto en clase? Prueba esto un mes: escucha con atención y toma apuntes para consultarlos más tarde. Te maravillarás de lo fácil que te resultará hacer los deberes en casa. Y eso disminuirá el estrés.

❑ ¿Has optado por asignaturas que acortan la duración de tu carrera pero que exigen mucho más tiempo y dedicación? ¿Es necesario cursarlas? Habla con tus padres y con alguien que tenga un punto de vista equilibrado sobre la educación. Es posible que tales materias optativas te sirvan poco para graduarte.

[Recuadro de la página 6]

UNA MURALLA IMAGINARIA

“Las cosas valiosas del rico son su pueblo fuerte, y son como un muro protector en su imaginación.” (Proverbios 18:11.) En la antigüedad, las ciudades tenían murallas altas para protegerse de las invasiones. Ahora bien, imagínate que vivieras en una ciudad rodeada por una muralla que solo existiera en tu mente. La muralla no te serviría de ninguna protección, por mucho que trataras de convencerte de lo contrario.

De igual manera, los jóvenes que persiguen una vida de abundancia económica están destinados al fracaso. Por ello, padres, procuren evitar que sus hijos caigan en la trampa del materialismo y que, por decirlo así, vivan en una ciudad con una muralla imaginaria.

Las siguientes declaraciones basadas en la Biblia les ayudarán a razonar con sus hijos:

▪ Las riquezas traen más problemas que soluciones. “La abundancia que pertenece al rico no le permite dormir.” (Eclesiastés 5:12; 1 Timoteo 6:9, 10.)

▪ Para ser feliz no hace falta tener en abundancia, sino buena planificación. “Los planes del diligente propenden de seguro a ventaja.” (Proverbios 21:5; Lucas 14:28.)

▪ Se puede ser feliz con ingresos moderados que cubran las necesidades básicas. “No me des ni pobreza ni riqueza.” (Proverbios 30:8.) *

[Nota]

^ párr. 43 Hallarán más información sobre la trampa del materialismo en ¡Despertad! del 8 de abril de 2003, páginas 20 y 21.

[Ilustraciones de la página 7]

El que mucho abarca, poco aprieta

[Ilustración de la página 7]

NO veas las tareas como una carga, sino como parte de tu formación