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¿Es malo desear un poco de privacidad?

¿Es malo desear un poco de privacidad?

Los jóvenes preguntan

¿Es malo desear un poco de privacidad?

Marca tu reacción más probable en los siguientes casos.

1. Estás en tu habitación con la puerta cerrada, y uno de tus hermanos entra sin llamar.

“No importa, yo hago lo mismo.”

“¿Cómo se atreve! ¿Y si hubiera estado vistiéndome?”

2. Mientras hablas por teléfono, tu madre está muy pendiente de la conversación.

“No importa, no tengo nada que esconder.”

“¡Qué lata! Siempre me están espiando.”

3. Acabas de llegar a tu casa, y tus padres te bombardean con preguntas como “¿Adónde fuiste? ¿Qué hiciste? ¿Con quién estuviste?”.

“No importa, de cualquier forma siempre les cuento todo.”

“¡No lo soporto! ¿Por qué no pueden confiar en mí?”

CUANDO eras pequeño, la privacidad quizá no era algo que te importara mucho. No te molestaba para nada que tus hermanitos entraran de repente en tu habitación ni que tus padres te hicieran preguntas. Aunque en ese tiempo tu vida no tenía secretos, ahora te gustaría disfrutar de más privacidad. Tal vez pienses como Carlos, de 14 años, que comenta: “Me gusta poder reservarme algunas cosas”. *

¿Por qué será que de repente has empezado a sentirte así? En parte es porque estás en pleno desarrollo. Por ejemplo, los cambios físicos de la adolescencia pueden volverte muy retraído, incluso ante tu familia. Además, a medida que vas creciendo, comienzas a tener la necesidad de reflexionar a solas sobre ciertos asuntos. Esto es señal de que estás cultivando tu “capacidad de pensar”, una cualidad que, según la Biblia, es excelente en los jóvenes (Proverbios 1:1, 4; Deuteronomio 32:29). Hasta Jesucristo mismo fue en cierta ocasión a “un lugar solitario” para meditar (Mateo 14:13).

Con todo, recuerda que mientras vivas con tus padres, ellos tienen el derecho de estar al tanto de lo que pasa en tu vida (Efesios 6:1). Ahora bien, ¿qué puedes hacer cuando ese derecho entra en conflicto con tu necesidad de privacidad? Veamos dos campos en los que pudiera surgir este conflicto.

Cuando necesitas momentos de soledad

Existen razones válidas para buscar momentos de soledad. Puede que tan solo quieras descansar un poco (Marcos 6:31). O quizá quieras orar y seguir este consejo de Jesús a sus discípulos: “Entra en tu cuarto privado y, después de cerrar tu puerta, ora a tu Padre” (Mateo 6:6; Marcos 1:35). El problema es que cuando te encierras en tu cuarto (si tienes uno para ti solo), es poco probable que tus padres piensen que estás orando. Por otra parte, tus hermanos tal vez no entiendan por qué quieres estar a solas.

Qué puedes hacer. Para que tu privacidad no sea un motivo de pelea, prueba lo siguiente.

● En el caso de tus hermanos, ¿qué tal si fijas ciertas reglas razonables para que en determinados momentos te dejen a solas? Habla con tus padres si necesitas ayuda.

● En el caso de tus padres, intenta ponerte en su lugar. Rebeca, de 16 años, admite: “Mis padres a veces comprueban si realmente hago lo que les he dicho. Pero la verdad es que si yo fuera madre de un adolescente, haría lo mismo, sobre todo por las muchas tentaciones que existen hoy”. Al igual que Rebeca, ¿puedes ver lo que hay detrás de la preocupación de tus padres? (Proverbios 19:11.)

● Pregúntate con franqueza: “Si mis padres sospechan que me encierro en mi cuarto para hacer algo malo, ¿será porque les he dado algún motivo? ¿Les oculto tantas cosas que se han visto obligados a espiarme?”. Si eres más abierto con tus padres, es muy probable que aumente su confianza en ti. *

Plan de acción. Escribe lo que podrías decirles a tus padres para tratar este asunto.

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Los amigos y tu privacidad

Es normal que en la adolescencia busques tus propias amistades, pero también es normal que a tus padres les interese saber quiénes son tus amigos y las cosas que hacen juntos. Para ellos, eso es parte de su responsabilidad. A ti, sin embargo, te parece que son unos exagerados. Amelia, de 16 años, se lamenta así: “Cómo quisiera poder usar el teléfono o el correo electrónico sin que mis papás aparezcan cada diez minutos a mi lado para averiguar con quién me estoy comunicando”.

Qué puedes hacer. Para que no se cree una barrera entre tus padres y tú debido a tus amigos, prueba lo siguiente.

● Cuéntales quiénes son tus amigos y preséntaselos para que los vayan conociendo. ¿Verdad que no te gustaría que tus padres tuvieran que hacer de detectives por no saber quiénes son tus amistades? Recuerda que tus compañías pueden influir mucho en ti, y tus padres lo saben (1 Corintios 15:33). Si les dices con quién andas, estarán más tranquilos.

● Habla respetuosamente con tus padres sobre este asunto. En vez de quejarte de que se meten en todo, podrías decirles algo como: “Tengo la sensación de que cada cosa que les digo a mis amigos se examina con lupa. Casi no puedo mantener una simple conversación”. De este modo, es probable que te dejen disfrutar de mayor privacidad en lo que tiene que ver con tus amigos (Proverbios 16:23).

● Pregúntate con franqueza: “¿Quiero privacidad, o quiero ocultar todo lo que hago?”. Beatriz, de 22 años, dice: “Si mientras vives con tus padres notas que algo de lo que haces les preocupa, deberías pensar: ‘¿Por qué ocultarlo si no es nada malo?’. Pero si necesitas encubrirlo, significa que hay gato encerrado”.

Plan de acción. Escribe lo que podrías decirles a tus padres para tratar este asunto.

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Otros campos de tu vida

Ahora piensa en un campo de tu vida en el que te parezca que no tienes suficiente privacidad y trata de encontrar algunas soluciones.

Paso 1: Identifica el problema.

¿En qué campo de tu vida te gustaría tener más privacidad?

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Paso 2: Trata de entender a tus padres.

¿Qué es lo que realmente les preocupa?

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Paso 3: Busca soluciones.

a) Escribe algo que hayas hecho sin querer que tal vez empeoró la situación.

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b) ¿Qué cambios harías para remediar dicha situación?

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c) ¿Cómo te gustaría que tus padres abordaran el problema?

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Paso 4: Comunícate con tus padres.

Busca el momento adecuado para hablar con ellos sobre lo que has escrito.

Encontrarás más artículos de la sección “Los jóvenes preguntan” en www.watchtower.org/yps

[Notas]

^ párr. 13 Se han cambiado algunos nombres.

^ párr. 21 En caso de que tus padres sigan desconfiando de ti, exprésales calmada y respetuosamente cómo te sientes. Presta atención cuando te digan lo que les preocupa y asegúrate de que no estés haciendo algo que les dé razones para dudar de ti (Santiago 1:19).

PARA PENSAR

● ¿Por qué tienen derecho tus padres a hacerte preguntas sobre tu vida?

● ¿Cómo te ayudará a comunicarte con otros adultos en el futuro el aprender a comunicarte ahora con tus padres?

[Ilustraciones y recuadro de la página 19]

LO QUE OPINAN OTROS JÓVENES

“Si les cuentas tus asuntos a tus padres, ellos no tendrán que leer tus mensajes electrónicos y de texto para saber lo que piensas y haces.”

“No me molestaría que mis padres leyeran mi correo electrónico. Si en algunos países el patrono tiene el derecho de revisar los mensajes de sus empleados, ¿por qué no pueden los padres hacer lo mismo con sus hijos?”

“A veces da la impresión de que nuestros padres se entrometen en nuestra vida, y nos parece injusto. Pero es que no desean que nos pase nada malo. En realidad, si yo tuviera hijos, creo que haría lo mismo.”

[Ilustraciones]

Eden

Kevin

Alana

[Recuadro de la página 21]

A LOS PADRES

Su hijo está en su habitación con la puerta cerrada. ¿Entrarían sin llamar?

Su hija se fue de prisa a la escuela y dejó el celular en casa. ¿Echarían un vistazo a sus mensajes?

Tal vez no sea fácil responder a estas preguntas. Es cierto que ustedes tienen el derecho de saber lo que hacen sus hijos y la obligación de velar por su seguridad. Pero no siempre podrán estar encima de ellos como un helicóptero, controlando hasta el más mínimo movimiento que hagan. Entonces, ¿cómo hallar el equilibrio?

En primer lugar, el que sus hijos deseen más privacidad no siempre significa que vayan a meterse en problemas. De hecho, tal deseo es parte de su desarrollo. Tener privacidad les ayuda a echarse a volar, es decir, a forjar sus propias amistades y a saber cómo afrontar sus problemas utilizando las “facultad[es] de raciocinio” (Romanos 12:1, 2). También les ayuda a cultivar la capacidad de pensar, cualidad esencial para llegar a ser adultos responsables (1 Corintios 13:11). Además, los ratos de soledad les permiten meditar sobre cómo responderían a ciertas preguntas complejas (Proverbios 15:28).

En segundo lugar, tratar de controlar en exceso la vida de sus hijos puede provocar resentimiento y rebeldía (Efesios 6:4; Colosenses 3:21). Ahora bien, ¿significa esto que deberían desentenderse de sus hijos? No, pues ustedes siguen siendo sus padres. Pero en vez de vigilarlos todo el tiempo, es mejor ayudarlos a educar bien su conciencia (Deuteronomio 6:6, 7; Proverbios 22:6).

Finalmente, hablen del asunto con sus hijos y escúchenlos con atención. ¿Podrían ceder ustedes en algunas ocasiones? (Filipenses 4:5.) Díganles que les permitirán cierto grado de privacidad siempre y cuando no abusen de su confianza y desobedezcan. Déjenles claro cuáles serán las consecuencias de sus acciones, y sean firmes pero razonables. Conceder a sus hijos más privacidad no significa renunciar a su autoridad como padres.

[Ilustración de la página 20]

Al igual que un sueldo, la confianza debe ganarse