Un abogado emite su juicio sobre los Testigos
Un abogado emite su juicio sobre los Testigos
“NO SABÍA casi nada de los testigos de Jehová”, reconoce Les Civin, abogado y director de un bufete de Sudáfrica. No obstante, sucedió algo que lo llevó a investigar las creencias de este grupo religioso. ¿A qué conclusiones llegó? Veamos lo que él mismo relató en una entrevista con ¡Despertad!
¿En qué religión lo educaron?
Crecí en la religión judía, pero a principios de los años setenta me casé con Carol, que era anglicana. A ella no le interesaba la religión; de hecho, esta no tenía ninguna incidencia en nuestra vida. Ahora bien, cuando nuestro hijo Andrew tenía ocho años, a mi esposa le pareció necesario brindarle alguna formación religiosa. Un rabino me dijo que si Carol se convertía al judaísmo, Andrew automáticamente se consideraría judío y, al cumplir 13 años, podría celebrar la ceremonia del Bar Mitzvah (la llegada a la madurez religiosa y jurídica). Así que empezamos a asistir a las sesiones semanales de conversión al judaísmo que se impartían en la sinagoga.
¿Cómo conoció a los testigos de Jehová?
Ellos llegaban a nuestra casa para predicarnos, y yo siempre los interrumpía diciéndoles: “Soy judío y no creo en el Nuevo Testamento”. Sin embargo, un día Carol me comentó que tenía una amiga que era Testigo y conocía muy bien la Biblia, así que me propuso que nos familiarizáramos más con las enseñanzas bíblicas estudiando con los Testigos. Aunque no me gustó mucho la idea, acepté que uno de ellos nos visitara.
¿Y cómo le fue?
Creo que fui bastante tolerante. Con todo, para ese tiempo había reafirmado mis convicciones judías, y estaba convencido de que pertenecía a una raza escogida. De modo que pensaba: “Esta gente no tiene nada que enseñarme”. El primer día que nos visitó el Testigo, le dije: “Yo ya encontré mi religión. Nací judío, y judío voy a morir. Podrá decirme lo que quiera, pero no voy a cambiar”. Amablemente, agradeció mi opinión. Así, aunque los lunes y los viernes por la noche asistíamos a nuestro estudio en la sinagoga, los domingos por la mañana —si no lograba escaparme— estudiábamos con los Testigos. Por cierto, a diferencia de las sesiones que nos impartían los judíos, las de los Testigos eran gratuitas.
Prefería utilizar mi Biblia judía porque pensaba que la de los Testigos era una versión adaptada a sus creencias. Sin embargo, me sorprendió ver lo mucho que ambas concordaban. Esto solo avivó mi determinación de probar que los Testigos no sabían de lo que hablaban.
Tras haber tenido unas cuantas sesiones de estudio con el rabino, a Carol le pareció que este no sabía mucho de la Biblia. Así pues, me dijo que dejaría de asistir y que seguiría creyendo en Cristo. Eso fue un gran golpe para mí, y hasta pensé en ponerle fin a nuestro matrimonio. Pero una vez que me recuperé del impacto, opté por otra estrategia: me valdría de mis habilidades como abogado para demostrarle a Carol que aquella “secta de chiflados” —como yo llamaba a los Testigos— solo enseñaba mentiras.
¿Logró su objetivo?
Un rabino me dio un libro que refutaba las profecías sobre el Mesías. Carol y yo lo leímos durante dieciocho meses, a la vez que continuamos nuestro estudio semanal con los Testigos. No obstante, cuantas más profecías del libro analizábamos, más perturbado me iba sintiendo. Contrario a los argumentos que este presentaba, todas las profecías mesiánicas de la Biblia apuntaban a una sola persona: Jesucristo. Pero entonces, lo que terminó de desarmarme fue el pasaje de Daniel 9:24 a 27, el cual predice que el Mesías aparecería en el año 29 de nuestra era. * El Testigo que nos visitaba me facilitó una Biblia hebrea interlineal que, debajo de cada palabra, tenía la traducción literal al inglés. La revisé, hice mis propios cálculos cronológicos y le dije: “Muy bien, la profecía nos lleva al año 29 de nuestra era. ¿Y qué tiene que ver eso con Jesús?”.
Él me respondió: “Ese fue precisamente el año en que Jesús se bautizó”.
Me quedé boquiabierto. No podía creer que las profecías bíblicas fueran tan exactas y que encajaran entre sí a la perfección.
¿Cómo reaccionaron sus amigos ante su nueva postura?
Algunos, sumamente preocupados porque según ellos se nos estaba lavando el cerebro, prometieron que nos presentarían a unas personas para que nos abrieran los ojos. Pero era todo lo contrario: nuestras convicciones se basaban en análisis minuciosos y argumentos lógicos.
¿Qué lo llevó a hacerse Testigo?
Al principio iba una que otra vez a las reuniones en el Salón del Reino con Carol, que para entonces ya era Testigo. * Me asombraba lo amigables que eran las personas ahí y el cariño con que se trataban —prescindiendo de la raza—, cosa que jamás había visto entre los de mi religión. Así que seguí estudiando por tres años, y luego me bauticé.
¿Cómo se siente por haber tomado esa decisión?
Para mí es un privilegio poder decir que soy testigo de Jehová. ¡Y pensar que me resistí tanto a la verdad! Por eso a veces siento que no merezco las maravillosas bendiciones que Jehová me ha dado. Jamás me arrepentiré de haber decidido ser Testigo suyo.
¿Qué bendiciones ha recibido?
Francamente, han sido muchas. Una de ellas es mi preciada responsabilidad de servir en mi congregación como anciano, o pastor espiritual y maestro. Además, he tenido la oportunidad de colaborar con el Departamento de Asuntos Legales de la sucursal de los testigos de Jehová en Sudáfrica. Pero mi mayor bendición ha sido conocer a Jehová y a su Hijo, así como comprender el verdadero significado de nuestros tiempos y de los acontecimientos trascendentales que estremecen al mundo.
[Notas]
^ párr. 12 En la página 197 del libro ¿Qué enseña realmente la Biblia? hallará más información sobre lo que el profeta Daniel dijo acerca del Mesías.
^ párr. 18 Carol falleció en 1994, y Les Civin se volvió a casar.
[Comentario de la página 11]
No podía creer que las profecías bíblicas fueran tan exactas y que encajaran entre sí a la perfección