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La enfermedad más temida del siglo XIX

La enfermedad más temida del siglo XIX

La enfermedad más temida del siglo XIX

Corría el año 1854, y otro brote de cólera tenía en jaque a Londres. Se esparcía a una velocidad pasmosa. Muchos que despertaban sanos yacían muertos a la noche. No se conocía cura alguna.

ERA la enfermedad más temida del siglo, y nadie sabía su origen. Había quienes opinaban que el cólera —trastorno intestinal que produce diarrea y deshidratación agudas— se contraía al inhalar miasmas, o emanaciones tóxicas y malolientes, que procedían de materias en descomposición. Sus deducciones eran bastante lógicas, pues el Támesis, que atravesaba Londres, apestaba. ¿Transportaría el fétido aire la enfermedad?

Cinco años atrás, el médico John Snow había dicho que no era el aire lo que propagaba el cólera, sino el agua contaminada. Otro médico, William Budd, opinaba que el portador de la enfermedad era un tipo de hongo.

Durante la epidemia de 1854, Snow corroboró su teoría estudiando los hábitos de quienes habían contraído el cólera en el distrito londinense de Soho. “¿Qué tienen en común?”, se preguntó. Su investigación lo llevó a un descubrimiento sorprendente: todos los que contrajeron el cólera en aquel distrito habían bebido agua de la misma fuente pública, agua que estaba contaminada con residuos fecales. *

Aquel mismo año tuvo lugar otro hito de la medicina: el investigador italiano Filippo Pacini publicó un trabajo en el que describía la bacteria que causaba el cólera. Sin embargo, tanto sus descubrimientos como los de Snow y Budd fueron en general pasados por alto. El cólera siguió haciendo estragos hasta 1858.

El Gran Hedor

El Parlamento se había dilatado en construir un nuevo sistema de alcantarillado para sanear el Támesis, pero la ola de calor del verano de 1858 aceleró el proyecto. El hedor proveniente del río, que fluía junto a la Cámara de los Comunes, era tan insoportable que los políticos tuvieron que colgar cortinas bañadas en desinfectante en las ventanas a fin de disimular la peste. Lo que llegó a conocerse como el Gran Hedor hizo que el Parlamento actuara: en menos de tres semanas ya se había ordenado la construcción de un nuevo sistema de alcantarillado.

Se prepararon grandes canales que interceptaran los vertidos antes de llegar al Támesis para bombearlos luego hacia el este de Londres. Allí se unirían con el río y fluirían con la marea baja hasta el mar. Los resultados fueron drásticos: cuando toda la ciudad se conectó al nuevo alcantarillado, cesaron las epidemias de cólera.

Ya no quedaba ninguna duda: el origen del cólera no eran las miasmas, sino el agua o la comida contaminada. Quedó claro también que la mejor forma de prevenir enfermedades es una buena higiene.

Una ley que se anticipa a su tiempo

Miles de años antes que las epidemias de cólera arrasaran Londres, Moisés sacó a los israelitas de Egipto. Aunque vagaron por el desierto de Sinaí cuarenta años, se libraron de epidemias de este tipo. ¿Cómo fue posible?

Al pueblo se le mandó que enterrara los excrementos humanos en un lugar determinado lejos del campamento para que la zona habitable y las fuentes de agua no se contaminaran. Esta ley aparece en la Biblia en Deuteronomio 23:12, 13, que dice:

“Deberás designar una zona fuera del campamento donde puedas ir a hacer tus necesidades. Cada persona tendrá una pala entre sus herramientas. Cuando vayas a hacer tus necesidades, cava un hoyo con la pala y luego cubre el excremento.” (Nueva Traducción Viviente.)

Una norma tan sencilla como esta protegió a los israelitas del contagio de enfermedades que plagaban a otros pueblos. En tiempos modernos, prácticas sanitarias semejantes también han salvado vidas. * Veamos un ejemplo.

“Nunca tuvimos un brote”

En la década de 1970, muchos testigos de Jehová de Malaui tuvieron que abandonar el país debido a una ola de persecución. Más de treinta mil hombres, mujeres y niños se refugiaron en la vecina Mozambique, donde se distribuyeron en diez campos de refugiados. Como es sabido, estos centros son normalmente caldo de cultivo de las enfermedades transmitidas por el agua. ¿Cómo les fue a los Testigos?

Lemon Kabwazi, una de las diecisiete mil personas que vivieron en el campo de Mlangeni, el más grande de todos, cuenta: “El campo se mantenía limpio todo el tiempo. Se instalaron letrinas en las afueras, y no se permitía que nadie tuviera una en el interior. También se excavaron hoyos para echar la basura fuera del campo. Había voluntarios que se encargaban de todos los aspectos sanitarios, lo que incluía la pureza del agua de los pozos excavados en otra zona exterior. Aunque estábamos apiñados, como seguimos las normas higiénicas de la Biblia nunca tuvimos un brote infeccioso grave, y nadie enfermó de cólera”.

Lamentablemente, en algunas partes del mundo, todavía hay hogares sin acceso a un sistema de alcantarillado adecuado. Las enfermedades relacionadas con residuos fecales causan la muerte de ¡cinco mil niños al día!

Los esfuerzos del hombre en materia de sanidad han producido buenos resultados; de hecho, el cólera y otras enfermedades parecidas pueden prevenirse. Pero la Biblia predice que, no solo esas enfermedades, sino todas serán eliminadas pronto. Revelación (Apocalipsis) 21:4 garantiza que bajo el gobierno del Reino de Dios, “la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor”. Será el día en que “ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’” (Isaías 33:24).

Si desea aprender más sobre lo que el Reino de Dios hará por la humanidad, lea los capítulos 3 y 8 del libro ¿Qué enseña realmente la Biblia?, editado por los testigos de Jehová.

[Notas]

^ párr. 5 Aunque en 1854 ya había inodoros con cisterna, un sistema de alcantarillado antiguo todavía conducía las aguas fecales directamente al Támesis, de donde se obtenía gran parte del agua para la población.

^ párr. 15 Dado que el origen del cólera es el agua o la comida contaminada, la clave de la prevención consiste en ser precavido con lo que se ingiere. Purificar el agua y cocinar bien los alimentos son medidas esenciales.

[Comentario de la página 21]

En muchas ilustraciones de la época se pinta el Támesis atravesando Londres, contaminado con residuos fecales que transmitían el cólera

[Ilustración de la página 22]

Más de treinta mil hombres, mujeres y niños se distribuyeron en diez campos de refugiados de Mozambique, los cuales se mantuvieron limpios todo el tiempo

[Reconocimientos de la página 20]

Muerte en el Támesis: © Mary Evans Picture Library; mapa: Bibliotecas de la Universidad de Texas