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Un año en la vida de los pastores de Gales

Un año en la vida de los pastores de Gales

Un año en la vida de los pastores de Gales

POR todo el mundo hay más de mil millones de ovejas. Los diligentes pastores que las cuidan afrontan diversos desafíos, dependiendo de la estación del año en que se encuentren. Gerwyn, Ioan y Rhian nos hablan de las tareas que realiza un pastor en las montañas de Gales, donde la población ovina supera a la humana en una proporción de casi 3 a 1.

Primavera, época de alumbramiento

En la primavera, los pastores trabajan día y noche ayudando a las hembras durante el parto.

Gerwyn: “Aunque la temporada más pesada del año es la de alumbramiento, también es la más gratificante. Un perro bien entrenado es un compañero invaluable en esa época. Si alguna hembra tiene dificultades a la hora de parir, mi perro la sujeta con suavidad para que yo pueda asistirla”.

Ioan: “He ayudado a infinidad de ovejas a parir, pero aun así no deja de fascinarme la imagen de un corderito recién nacido”.

Verano, época de esquila

En el verano comienzan las labores de esquileo. Cada oveja produce hasta 10 kilos (22 libras) de lana, según la raza, y un solo pastor es capaz de esquilar hasta 250 en un día.

Rhian: “Primero preparo al animal cortando la lana sucia que rodea la cola. Un trabajador experimentado puede quitarle toda la lana a una oveja en dos minutos con una máquina eléctrica. También ayudo a limpiar los vellones, y luego los enrollo con cuidado y los meto en sacos para su venta”.

Al pie de las montañas, los pastores necesitan dos semanas sin lluvia a fin de segar las praderas y obtener buenos pastos para el invierno. La familia y los amigos cooperan acarreando el forraje.

Ioan: “Una de las cosas que más disfruto es caminar por los campos temprano en la mañana después de la siega”.

Otoño, época de agrupamiento

Llega el momento de destetar a los corderos y separarlos de sus madres, para lo cual es necesario agrupar los rebaños que pacen en las montañas.

Ioan: “Es muy raro que las ovejas se pierdan o invadan los terrenos de los vecinos, incluso cuando no hay cercas o muros de piedra. Las madres conocen bien los linderos de nuestra granja; ese conocimiento se transmite del pastor a la hembra o de madre a hija. Aun así, en ocasiones algunas se extravían y tardamos horas —o hasta días— en encontrarlas”.

Otra de las labores consiste en buscar y comprar sementales y prepararlos para el apareamiento. Se requiere 1 carnero por cada 25 a 50 hembras. Los dueños los ven como una inversión a futuro.

Diez o doce semanas después del apareamiento, el pastor utiliza un escáner de ultrasonido, o ecógrafo, para determinar qué ovejas quedaron preñadas y cuántas crías cargan. Las estériles son vendidas, las que tendrán una cría se agrupan juntas, y las que tendrán dos o tres reciben atención especial y más alimento.

Invierno, época de engorde

En el invierno, el pastor aprovecha al máximo las pocas horas de luz para alimentar a las hembras preñadas. Sean cuales sean las condiciones del tiempo, se mantiene cerca de ellas a fin de garantizar que tengan suficiente forraje durante las heladas.

Gerwyn: “En esos momentos, las ovejas dependen más que nunca del pastor para obtener comida y protección”.

Rhian: “¡Qué estimulante es pasar todo el año en el campo, observando los cambios que experimentan la flora y la fauna a lo largo de las estaciones! Es una recompensa más del trabajo que tanto amo: cuidar de mi rebaño”.

[Mapa de la página 12]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

IRLANDA DEL NORTE

IRLANDA

ESCOCIA

GALES

INGLATERRA

[Ilustración de la página 14]

Ioan inspeccionando un carnero

[Ilustración de la página 14]

Gerwyn con un perro ovejero bien entrenado