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Examinemos las pruebas

Examinemos las pruebas

Examinemos las pruebas

USTED se encuentra en una isla lejana y desierta. Un día, paseando por la playa, descubre sobre una piedra la siguiente inscripción: “John 1800”. ¿Pensaría que, por ser una isla apartada y despoblada, las marcas son el producto del desgaste causado por el viento o el agua? ¡Claro que no! Más bien, llegaría a la conclusión lógica de que alguien debió hacerlas. ¿Por qué? Primero, porque una serie bien definida de letras y números —aunque estén en otro idioma⁠— no es algo que se dé de manera natural; y segundo, porque la inscripción comunica un mensaje con sentido, lo que indica que es obra de un ser inteligente.

Todos los días nos encontramos con información codificada en más de una forma: letras del alfabeto, braille, gráficos, notas musicales, lenguaje oral, gestos con las manos, señales de radio o programas informáticos, los cuales utilizan un código binario de ceros y unos. El medio para transmitir la información puede ser prácticamente cualquier cosa, desde la luz y las ondas de radio hasta el papel y la tinta. Sea como sea, la gente siempre asocia la información que tiene sentido con una mente inteligente... excepto cuando se halla contenida en una célula viva. Tal información, dicen los evolucionistas, apareció así como así o se escribió sola de algún modo. ¿Es eso cierto? Examinemos las pruebas.

¿Se escribe sola la información compleja?

Protegido en el interior del núcleo de casi todas las células del cuerpo, se encuentra un sorprendente código llamado ácido desoxirribonucleico (sus siglas son ADN). La molécula de ADN está formada por dos largas hebras retorcidas como una escalera de caracol. Nuestro ADN es como una receta, o programa, que dirige la formación, crecimiento, mantenimiento y reproducción de los billones de células que componen el cuerpo. Las unidades básicas del ADN se llaman nucleótidos y se designan con las letras A, C, G y T, dependiendo de la base química que contengan. * Al igual que las letras del alfabeto, estos cuatro caracteres se pueden combinar de múltiples maneras con el fin de formar “oraciones”, es decir, instrucciones para los procesos que tienen lugar en el interior de la célula, como el de la replicación.

El conjunto total de la información contenida en el ADN se denomina genoma. Algunas secuencias de letras de su ADN son exclusivamente suyas y de nadie más, pues el ADN es el portador de su información hereditaria (el color de sus ojos o su piel, la forma de su nariz, etc.). En palabras llanas, su genoma es como una inmensa biblioteca de recetas para cada parte de su cuerpo, y el producto final es usted.

¿Cuál es el tamaño de esta “biblioteca”? Su longitud es de unos tres mil millones de “letras”, o nucleótidos (bases). Si se trasladaran al papel, ocuparían 200 guías telefónicas de 1.000 páginas cada una, según el Proyecto Genoma Humano.

Estos hechos evocan una hermosa oración a Dios que se escribió hace unos tres mil años. Se encuentra en la Biblia, en Salmo 139:16, y dice: “Tus ojos vieron hasta mi embrión, y en tu libro todas sus partes estaban escritas”. Aunque, obviamente, el salmista no estaba pensando en términos de ciencia, expresó en lenguaje sencillo un concepto asombrosamente exacto para ilustrar el extraordinario poder y sabiduría de Dios. ¡Qué distinto de otros libros religiosos de la antigüedad que abundan en mitos y supersticiones!

¿Quién organizó la “biblioteca”?

Si la razón dicta que una inscripción grabada sobre una piedra tiene que ser obra de un ser inteligente, ¿no debería serlo también la información contenida en el ADN, que es infinitamente más compleja y significativa? Al fin y al cabo, la información es información, independientemente de dónde se halle o qué forma adopte. Donald E. Johnson, doctor en Química y especialista en Ciencias de la Información y la Informática, declaró que las leyes de la química y la física son incapaces de generar por sí mismas información compleja o sistemas que la procesen. Y es lógico que cuanto más compleja sea la información, más inteligente será su autor. Un niño puede escribir “John 1800”, pero solo una mente sobrehumana pudo haber escrito el código de la vida. Es más, como señala la revista Nature, “la complejidad de la biología parece haber aumentado en órdenes de magnitud” con cada nuevo descubrimiento.

Atribuir la compleja biblioteca de información del ADN a procesos ciegos y azarosos contradice la razón y la experiencia. * Además, exige un acto monumental de fe.

En sus intentos de borrar del panorama a Dios, los evolucionistas han sacado a veces conclusiones que más adelante han resultado estar equivocadas. Veamos a título de ejemplo la idea de que nuestro genoma es 98% “basura”, una biblioteca de recetas que contiene miles de millones de palabras inútiles.

¿De verdad es “basura”?

Desde hace tiempo, los biólogos han sostenido que el ADN es una receta para la fabricación de proteínas y nada más. No obstante, con los años se ha descubierto que solo un 2% del genoma consiste en codificadores de proteínas. ¿Cuál es el propósito del 98% restante? Este ADN misterioso “fue calificado inmediatamente de basura evolutiva”, observó John S. Mattick, profesor de Biología Molecular de la Universidad de Queensland en Brisbane (Australia).

El término ADN basura fue acuñado por el evolucionista Susumu Ohno. En su artículo “So Much ‘Junk’ DNA in Our Genome” (Tanto ADN “basura” en nuestro genoma), el científico afirmó que las secuencias sobrantes de ADN “son vestigios de experimentos fallidos de la naturaleza”. Y añadió: “La Tierra está llena de restos fósiles de especies que han desaparecido; ¿debería, entonces, extrañarnos que nuestro genoma también esté lleno de los restos de genes extintos?”.

¿Qué repercusiones tuvo en el estudio de la genética el concepto del ADN “basura”? En palabras del biólogo molecular Wojciech Makalowski, esta forma de pensar “ahuyentó a los investigadores e impidió que estudiaran el ADN no codificante [o basura]”, con la excepción de un reducido número de científicos que, “corriendo el riesgo de ser ridiculizados, exploraron territorios poco populares”. Makalowski señala que “gracias a ellos, la visión que se tenía del ADN basura [...] empezó a cambiar a principios de la década de 1990”. Además, lo que solía llamarse “basura”, hoy es catalogado por los biólogos en general como “un tesoro genómico”.

El citado profesor Mattick opina que la teoría del ADN “basura” es un clásico ejemplo de cómo la tradición científica “puede desvirtuar la interpretación de las observaciones”. Y agrega: “Haber ignorado la posibilidad de que estas secuencias desempeñaran una función importante bien puede pasar a la historia como uno de los más grandes errores sufridos por la biología molecular”. La ciencia debe determinar la verdad sobre la base de las pruebas, no por votación popular. Siendo así, ¿qué revelan las pruebas recientes sobre la función del ADN “basura”?

Para qué sirve la “basura”

En una fábrica de automóviles hay maquinaria para elaborar diferentes piezas, las cuales podemos asemejar a las proteínas que se elaboran en una célula. La fábrica también necesita aparatos y sistemas que ensamblen todas esas piezas paso a paso y que controlen las tareas de ensamblaje. Lo mismo sucede con los procesos que tienen lugar en el interior de la célula. Aquí es donde, según los investigadores, entra en juego el ADN “basura”. Gran parte de este contiene la receta para formar un tipo de molécula compleja llamada ácido ribonucleico (ARN) regulador, que desempeña un papel esencial en el desarrollo y funcionamiento de la célula. * “La mera existencia de estos reguladores exóticos —afirma el biólogo matemático Joshua Plotkin en la revista Nature⁠— indica que nuestra comprensión de las cosas más elementales [...] es increíblemente simplista.”

Una buena fábrica necesita, además, sistemas de comunicación eficaces. Otro tanto ocurre con la célula. Tony Pawson, biólogo celular de la Universidad de Toronto (Ontario, Canadá), explica: “La información de señalización en las células se transmite a través de redes de información y no de simples rutas aisladas”, lo que hace que el entero proceso sea “infinitamente más complejo” de lo que se creía. De hecho, el genetista Leonid Kruglyak, de la Universidad de Princeton, dijo que “muchos de los mecanismos y principios que regulan el comportamiento intercelular e intracelular siguen siendo un misterio”.

Cada nuevo descubrimiento sobre la célula apunta a niveles más y más altos de orden y complejidad. Entonces, ¿por qué se aferran tantas personas a la noción de que la vida y el sistema de información más sofisticado que el hombre haya conocido son producto de un proceso evolutivo aleatorio?

[Notas]

^ párr. 5 Cada nucleótido contiene una de cuatro bases químicas: adenina (A), citosina (C), guanina (G) y timina (T).

^ párr. 11 Supuestamente, la evolución ocurrió como resultado de las mutaciones, hipótesis que se resumirá en el siguiente artículo.

^ párr. 19 Los estudios recientes señalan que las largas moléculas de ARN no codificante son bastante complejas y, además, necesarias para el desarrollo normal de la célula. Se ha descubierto que las fallas en estas moléculas están vinculadas a muchas enfermedades, como diversos tipos de cáncer, psoriasis y hasta la enfermedad de Alzheimer. Es probable que lo que un día se calificó de “basura” encierre la clave para el diagnóstico y tratamiento de varias enfermedades.

[Recuadro de la página 5]

¿CUÁNTO MIDE SU ADN?

El ADN de una sola de sus células mide extendido dos metros (seis pies). Si se extraen las hebras de ADN de los billones de células que forman su cuerpo y se ponen una detrás de la otra, su longitud total equivaldría, según ciertos cálculos, a casi seiscientos setenta viajes de ida y vuelta de la Tierra al Sol. Recorrer esa distancia a la velocidad de la luz le tomaría aproximadamente ciento ochenta y cinco horas.