El punto de vista bíblico
¿Debería usted pertenecer a una religión organizada?
SI LAS religiones lo han decepcionado o si le parece que han dejado de ser relevantes en el mundo de hoy, sepa que usted no es el único. La cantidad de personas que optan por no formar parte de ninguna organización religiosa está creciendo a pasos agigantados.
Hay quienes han abandonado su religión porque piensan que fomenta la hipocresía y la intolerancia. A otros les resulta muy difícil ajustarse a un sistema rígido a fin de adorar a Dios. Y otros ven la religión como un intermediario innecesario entre Dios y los hombres. ¿Qué enseña la Biblia sobre el tema de la religión organizada?
Amigos de Dios de tiempos bíblicos
La Biblia ofrece detalles sobre la manera en que rendían culto a Dios los patriarcas de la antigüedad, como Abrahán, Isaac y Jacob. En cierta ocasión, Dios dijo: “He llegado a conocerlo [a Abrahán] a fin de que dé mandato a sus hijos y a su casa después de él de modo que verdaderamente guarden el camino de Jehová para hacer justicia y juicio” (Génesis 18:19). Aunque Abrahán gozaba de una relación personal e individual con Dios al grado de que se lo llamaba su amigo, también lo adoraba junto con los miembros de su casa (Santiago 2:23). Otros patriarcas fieles hacían lo mismo: adoraban a Dios en comunidad, por lo general en compañía de su familia inmediata, su familia extendida y sus sirvientes.
Con el correr del tiempo, Dios mandó a los israelitas, y más tarde a los cristianos del siglo primero, que se congregaran para rendirle culto (Levítico 23:2, 4; Hebreos 10:24, 25). Se trataba de ocasiones formales en las que se cantaba, se leía de las Escrituras y se oraba (Nehemías 8:1-8; Colosenses 3:16). Además, la Biblia dispuso que hubiera un grupo de hombres capacitados para dirigir a la congregación (1 Timoteo 3:1-10).
Los beneficios de adorar a Dios en comunidad
Tomando como base estos modelos bíblicos, es razonable concluir que hoy día Dios espera que quienes quieran ser sus amigos le rindan culto de manera organizada, lo cual, además, ofrece claros beneficios.
Veamos uno de ellos. Las Escrituras comparan al siervo fiel de Dios con un viajero que recorre un camino estrecho (Mateo 7:14). También lo asemejan a un corredor que participa en una competencia (1 Corintios 9:24-27). En una carrera de larga distancia por terreno difícil, el atleta puede agotarse y darse por vencido; no obstante, si cuenta con el apoyo de otros, es más fácil que saque fuerzas de flaqueza y siga adelante. De igual modo, la persona de inclinaciones espirituales puede conservar su relación con el Creador a pesar de las adversidades si recibe ánimo de otros que profesen su misma fe.
De ahí las palabras de Hebreos 10:24, 25: “Considerémonos unos a otros para incitarnos al amor y a las obras excelentes, sin abandonar el reunirnos”. En las Escrituras también leemos que los auténticos siervos de Dios compondrían una hermandad y le servirían unidos, como si formaran parte de un mismo cuerpo.
De acuerdo con la Biblia, ese cuerpo simbólico, o congregación, se mantiene unido por efecto del amor y la paz. Por ejemplo, Efesios 4:2, 3 exhorta a los verdaderos adoradores de Dios a conducirse “con completa humildad mental y apacibilidad, con gran paciencia, soportándose unos a otros en amor, esforzándose solícitamente por observar la unidad del espíritu en el vínculo unidor de la paz”. ¿Cómo podría alguien obedecer este mandato si está aislado de los demás?
La voluntad de Dios es que sus siervos conformen una comunidad de fe compacta, no una simple asociación informal de personas con inclinaciones espirituales. La Biblia los anima a ponerse de acuerdo, a evitar las divisiones y a mantenerse “unidos en la misma mente y en la misma forma de pensar” (1 Corintios 1:10). Estas palabras no tendrían mucho sentido si el Creador quisiera que cada cual le rindiera culto por su cuenta.
Como vemos, las Escrituras dejan claro que para contar con el favor divino es necesario formar parte de una religión estructurada. Y la religión de la que habla la Biblia, la que Dios respalda, puede satisfacer todas nuestras necesidades espirituales (Mateo 5:3).
Es cierto que hoy día muchas religiones actúan con hipocresía y han cometido atrocidades sin número. Pero eso no significa que deba rechazarlas todas; tiene que haber una que esté organizada para enseñar a la gente a amar al prójimo, para educarla en los principios morales de Dios. Esa religión le ayudará a cultivar verdadera fe, pues cuenta con el sello de aprobación del Creador. Y lo mejor es que la Biblia le ofrece las pistas necesarias para descubrirla.