UNA VENTANA AL PASADO
Decretos que dividieron el mundo
EN 1493, tras el regreso de Cristóbal Colón de su primer viaje a América, los reyes de España y Portugal entraron en conflicto sobre el control del comercio y la colonización de los territorios descubiertos. Para acabar con la disputa, España pidió la mediación del papa Alejandro VI.
REYES Y PAPAS DIVIDEN EL MUNDO
España, Portugal y los papas ya habían hablado sobre el dominio de las tierras recién descubiertas. En 1455, el papa Nicolás V dio a los portugueses la exclusividad para explorar las islas y territorios a lo largo de la costa atlántica de África, y reclamar todo cuanto encontraran. Con la firma del Tratado de Alcaçovas en 1479, Alfonso V de Portugal y su hijo, el príncipe Juan, cedieron las islas Canarias a Isabel y Fernando, los reyes de España. A cambio, estos reconocieron el monopolio portugués del comercio con África y la soberanía sobre las islas de Cabo Verde, Azores y Madeira. Dos años después, el papa Sixto IV confirmó el tratado y aclaró que cualquier nuevo descubrimiento al sur y al este de las Canarias sería para Portugal.
Sin embargo, al nuevo rey de Portugal, Juan II, se le ocurrió reclamar todos los territorios descubiertos por Colón. Los reyes de España se negaron rotundamente a cedérselos y apelaron al nuevo papa, Alejandro VI, a fin de obtener los derechos para colonizar y cristianizar aquellos territorios.
Con tan solo el trazo de una pluma, el papa Alejandro VI dividió el mundo en dos
En respuesta, el papa emitió tres decretos. El primero concedió a España, “por la autoridad de Dios omnipotente”,
el dominio exclusivo y perpetuo de los nuevos territorios. El segundo fijó una línea divisoria de norte a sur a unos 560 kilómetros (350 millas) al oeste de las islas de Cabo Verde. El papa afirmó que todas las tierras descubiertas o por descubrir al oeste de esa línea pertenecían a España. Con tan solo el trazo de una pluma, el papa dividió el mundo en dos. El tercer decreto parecía aumentar la influencia de España en el este, hasta la India. Esto último enfureció al rey Juan II. Los marineros portugueses apenas acababan de rodear el extremo sur de África, y eso extendía el monopolio portugués al océano Índico.OTRA LÍNEA EN EL MAPA
Descontento con el papa Alejandro, * el rey Juan de Portugal negoció directamente con los reyes Fernando e Isabel. El escritor William Bernstein comenta: “Los monarcas españoles, temerosos por la determinación del portugués y atareados en controlar el Nuevo Mundo, deseaban alcanzar un acuerdo razonable”. Todo esto condujo en 1494 a la firma del Tratado de Tordesillas.
Lo firmado en la villa española de Tordesillas mantenía la línea norte-sur marcada por el papa Alejandro, pero la desplazó al oeste 1.480 kilómetros más (920 millas). Se suponía que toda África y Asia ahora “pertenecían” a Portugal, y el Nuevo Mundo a España. Este desplazamiento de la línea hacia el oeste daría a Portugal acceso a parte de un territorio aún por descubrir, y que hoy conocemos como Brasil.
Estos decretos, que autorizaron a España y Portugal a tomar posesión y defender los territorios descubiertos, también sirvieron para justificar terribles masacres. Estas decisiones no solo pasaron por alto los derechos de las gentes de aquellas tierras, quienes fueron sometidas y explotadas, sino que también dieron paso a siglos de disputas internacionales por el poder marítimo.
^ párr. 9 Si desea más información sobre este infame y corrupto papa, lea el artículo “Alejandro VI, un papa al que Roma no olvida”, de La Atalaya del 15 de junio de 2003, páginas 26 a 29.