AYUDA PARA LAS FAMILIAS | LA CRIANZA DE LOS HIJOS
Cómo enseñarle a su hijo a obedecer
EL PROBLEMA
Usted y su hijo están en una lucha constante por el control, y al parecer siempre gana él.
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Cuando le dice que haga algo que él no quiere hacer, no le hace ni el más mínimo caso. *
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Cuando él quiere hacer algo y usted le dice que no, le da un berrinche.
¿Será algo de la edad? ¿Se le pasará cuando crezca?
No espere a que se le pase. La obediencia se aprende. Pero antes de averiguar cómo enseñarle a su hijo a obedecer, es necesario que entienda por qué se porta mal.
LA CAUSA
Cuando nació el niño, su prioridad era cuidar de él. Estaba a sus órdenes las veinticuatro horas. Apenas empezaba a llorar, usted corría a satisfacer sus necesidades. Y eso es lo que se espera de los padres. Un bebé necesita que se le atienda constantemente.
Después de tantas atenciones, es normal que el niño piense que es el rey de la casa y que sus padres son sus sirvientes, que están ahí para lo que se le antoje. Entonces, para cuando tiene dos años, se da cuenta de la cruda realidad: su corto reinado ha terminado. Sus padres ya no le obedecen. Pero no solo eso, esperan que sea él quien obedezca. Ese es un tremendo golpe. Algunos niños reaccionan con pataletas, y otros ponen a prueba la autoridad de sus padres desobedeciendo.
En esta etapa de cambios tan crítica de la vida del niño, los padres tienen que asumir un nuevo papel: el de alguien con autoridad que le dice al niño de manera clara lo que tiene que hacer. Pero ¿y si el pequeño no obedece o se rebela, como en el caso que planteamos en la introducción? Veamos qué se puede hacer.
LO QUE PUEDE HACER
Tome el control. Su hijo no aceptará que usted es quien manda si usted no toma las riendas. Sin dejar de ser cariñoso, tiene que hacerse respetar. Unas décadas atrás, algunos “expertos” empezaron a decir que la palabra autoridad era muy fuerte. Incluso hay quienes piensan que tratar de imponer la autoridad es una “falta de ética” y un acto “inmoral”. Pero la falta de dirección clara confunde a los hijos y no los prepara para la vida. Es más, podrían terminar siendo unos consentidos que piensan que tienen derecho a todo. (Texto bíblico clave: Proverbios 29:15.)
Discipline a su hijo. Cierto diccionario define la disciplina como “instrucción de una persona con el objetivo de que aprenda a obedecer o a controlarse por medio de reglas y de castigos”. Por supuesto, jamás se debe ser irrazonable o maltratar al niño. Pero si no se le castiga conforme a lo que ha hecho, nunca mejorará. (Texto bíblico clave: Proverbios 23:13.)
Sea claro y directo. Hay padres que tratan de maquillar las órdenes. Por ejemplo, le dicen al niño: “Mi cielo, ¿quieres recoger tu cuarto, por favor?”. Tal vez piensen que es una cuestión de modales. Sin embargo, eso les quita autoridad, pues le da la opción al niño de desobedecer. En vez de dejar que el niño decida si quiere obedecer, hay que darle órdenes claras y directas. (Texto bíblico clave: 1 Corintios 14:9.)
Sea firme. Si le ha dicho que no al niño, no cambie de opinión. Además, presente un frente unido con su cónyuge. En caso de que le haya dicho que lo va a castigar, no se eche atrás. Tampoco se ponga a negociar con el niño ni pierda demasiado tiempo explicándole por qué lo castiga. Será mejor para su hijo y para usted si se asegura de “que su Sí signifique Sí, y su No, No”. (Texto bíblico clave: Santiago 5:12.)
Sea cariñoso. La familia no es ni una democracia ni una dictadura. Dios creó la familia para que los hijos reciban la guía que necesitan para madurar. La disciplina forma parte del proceso de educación. Si disciplina a su hijo con cariño, lo ayudará a que sea obediente y a que se sienta seguro y querido.
^ párr. 5 Aunque en este artículo usamos el género masculino, la información es también aplicable a las niñas.