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TEMA DE PORTADA | CONSUELO ANTE LA MUERTE

¿Está mal llorar?

¿Está mal llorar?

¿Ha estado enfermo alguna vez? Quizás se recuperó tan rápido que prácticamente lo ha olvidado. En cambio, el duelo es diferente. El doctor Alan Wolfelt, en su libro Healing a Spouse’s Grieving Heart (Consuelo tras la muerte del cónyuge), explica: “El dolor por la muerte no se supera. [...] Pero con el paso del tiempo y el apoyo de otras personas, el dolor irá disminuyendo”.

Veamos como ejemplo la reacción del patriarca Abrahán ante la muerte de su esposa Sara. La Biblia dice que Abrahán estuvo de duelo y lloró amargamente, lo que indica que superar aquella pérdida le tomó algún tiempo. * Otro ejemplo es Jacob, a quien le hicieron creer que un animal salvaje había devorado a su hijo José. Estuvo de duelo por “muchos días” y ni su familia podía consolarlo. Años después seguía angustiado por la muerte de José (Génesis 23:2; 37:34, 35; 42:36; 45:28).

Abrahán lloró amargamente la pérdida de Sara.

Lo mismo les ocurre hoy día a muchas personas que sufren la pérdida de un familiar o de un amigo. Piense en los siguientes relatos.

  • “Mi esposo, Robert, murió en un accidente el 9 de julio de 2008. Aquella mañana fue igual a cualquier otra. Y como todos los días, después de desayunar nos despedimos con un beso, un abrazo y un ‘te quiero’. Ya han pasado más de seis años, y todavía me duele la muerte de Rob. No sé si algún día lo superaré” (Gail, de 60 años).

  • “Aunque ya hace dieciocho años que perdí a mi querida esposa, todavía la extraño y me duele no tenerla a mi lado. Cuando veo algo hermoso en la naturaleza, me acuerdo de ella, y no puedo evitar pensar cómo disfrutaría de verlo” (Etienne, de 84 años).

Es normal que el dolor por la muerte de alguien dure bastante tiempo. Cada persona vive el duelo de manera diferente. Por eso no sería prudente juzgar la reacción de los demás ante una tragedia. Tampoco deberíamos contener nuestras emociones pensando que son exageradas. Ahora bien, ¿hay algo que pueda ayudarnos a seguir adelante?

^ párr. 4 Isaac, el hijo de Abrahán, también estuvo de duelo por mucho tiempo. Como podemos leer en el artículo “Ejemplos de fe” de esta revista, tres años después de la muerte de Sara, su madre, él todavía estaba de duelo (Génesis 24:67).