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Éramos agresivas como lobos; ahora somos mansas como ovejas

Éramos agresivas como lobos; ahora somos mansas como ovejas

Éramos agresivas como lobos; ahora somos mansas como ovejas

De niñas, Sakina y yo éramos vecinas. Ella era grande y robusta, mientras que yo era pequeña y delgada. Siempre discutíamos, pero un día tuvimos una disputa violenta y desde entonces no volvimos a dirigirnos la palabra, ni siquiera para saludarnos. Andando el tiempo, ambas nos mudamos de vecindario y no supimos más la una de la otra.

En 1994 inicié un curso bíblico con los testigos de Jehová, y poco a poco cambió mi personalidad. Cuatro años después, cuando asistía a un día especial de asamblea en Bujumbura (Burundi), me quedé estupefacta al encontrarme con Sakina. Me alegró que estuviera allí, pero nos saludamos con cierta frialdad. Al cabo de un rato, no podía creer lo que veía: Sakina era una de las que iban a bautizarse. Ella también había cambiado de manera radical. Ya no era la persona belicosa con la que tantas veces había peleado. Fue maravilloso presenciar la declaración pública de su dedicación a Dios mediante el bautismo.

Cuando salió del agua, fui corriendo a darle un abrazo y le susurré al oído: “¿Te acuerdas de cuando nos peleábamos?”. “Sí —me contestó—, me acuerdo, pero eso ya es el pasado. Ahora soy una persona nueva.”

Ambas nos alegramos de haber hallado la unificadora verdad bíblica y haber dejado de ser agresivas como lobos para convertirnos en personas mansas como ovejas que pertenecen al Gran Pastor, Jehová Dios. La verdad bíblica verdaderamente cambia vidas.