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Imitemos al Dios de la verdad

Imitemos al Dios de la verdad

Imitemos al Dios de la verdad

“Háganse imitadores de Dios, como hijos amados.” (EFESIOS 5:1.)

1. ¿Qué creen algunas personas sobre la verdad, y por qué son erróneos sus argumentos?

“¿QUÉ es la verdad?” (Juan 18:38.) Esta pregunta, que Poncio Pilato formuló con tono escéptico hace casi dos mil años, da a entender que es imposible conocer la verdad. En la actualidad hay muchas personas que piensan así, y otras cuestionan su misma esencia. Quizás hayamos oído decir que cada cual tiene su propia verdad o que esta es relativa o que cambia constantemente. Tales argumentos son erróneos. El objetivo de la investigación científica y la educación es conocer los hechos, la verdad, sobre el mundo en que vivimos. La verdad no es asunto de opinión personal. Por ejemplo, o el alma humana es inmortal, o no lo es. O Satanás existe, o no existe. O la vida tiene un propósito, o no lo tiene. En todos estos casos, solo una de las dos posibilidades es correcta. Una es cierta y la otra falsa; las dos no pueden ser ciertas.

2. ¿En qué aspectos es Jehová el Dios de la verdad, y qué preguntas se responderán a continuación?

2 En el artículo anterior vimos que Jehová es el Dios de la verdad. Él conoce la verdad sobre todas las cosas. En marcado contraste con su adversario Satanás el Diablo, que es un mentiroso, Jehová siempre dice la verdad. Es más, la revela generosamente a otros seres. El apóstol Pablo exhortó a sus hermanos en la fe: “Háganse imitadores de Dios, como hijos amados” (Efesios 5:1). Por lo tanto, ¿cómo podemos los testigos de Jehová imitarlo en lo que respecta a decir la verdad y vivir en armonía con ella? ¿Por qué es importante que lo hagamos? ¿Y qué garantía tenemos de que Jehová aprueba a quienes se esfuerzan por ser siempre veraces? Veamos.

3, 4. ¿Qué dijeron los apóstoles Pablo y Pedro que ocurriría en “los últimos días”?

3 Vivimos en una era en la que abunda la mentira religiosa. Como predijo por inspiración divina el apóstol Pablo, en estos “últimos días” muchas personas aparentan tener devoción piadosa, pero con sus hechos niegan el poder de esta. Algunos se oponen a la verdad, pues están “completamente corrompidos de mente”. Además, “los hombres inicuos e impostores avanz[an] de mal en peor, extraviando y siendo extraviados”. Aunque tales individuos están siempre aprendiendo, nunca llegan a “un conocimiento exacto de la verdad” (2 Timoteo 3:1, 5, 7, 8, 13).

4 El apóstol Pedro también escribió bajo inspiración divina sobre los últimos días. Tal como profetizó, la gente no solo rechaza la verdad, sino que además ridiculiza la Palabra de Dios y a quienes proclaman la verdad que contiene. “Conforme [a su] deseo”, tales burlones pasan por alto el hecho de que el mundo de los días de Noé fue anegado en agua, lo que sentó un precedente para el futuro día de juicio. Pero su vano deseo los llevará a la perdición cuando llegue el momento designado por Dios para destruir a los impíos (2 Pedro 3:3-7).

Los siervos de Jehová conocen la verdad

5. Según el profeta Daniel, ¿qué sucedería en “el tiempo del fin”, y cómo se ha cumplido esa profecía?

5 En una descripción del “tiempo del fin”, el profeta Daniel predijo que entre el pueblo de Dios se daría una situación totalmente diferente: un renacer de la verdad religiosa. Escribió: “Muchos discurrirán, y el verdadero conocimiento se hará abundante” (Daniel 12:4). Los siervos de Jehová no están confundidos o cegados por el gran Engañador. Examinando las páginas de la Biblia han llegado a tener un conocimiento exacto. En el siglo primero, Jesús iluminó a sus discípulos. “Les abrió la mente por completo para que captaran el significado de las Escrituras.” (Lucas 24:45.) En nuestros días, Jehová ha hecho algo muy parecido, pues mediante su Palabra, su espíritu y su organización ha permitido que millones de personas de todo el planeta comprendan lo que él ya conoce: la verdad.

6. ¿Qué verdades bíblicas entiende el pueblo de Dios hoy día?

6 Por el hecho de ser siervos de Dios, entendemos muchas cosas que de otra forma no hubiéramos aprendido. Conocemos la respuesta a preguntas que intrigan a los sabios de este mundo desde hace milenios. Por ejemplo, sabemos por qué existe el sufrimiento, por qué muere la gente y por qué los seres humanos no pueden lograr la paz y unidad mundial. También se nos ha bendecido con una visión de lo que depara el futuro: el Reino de Dios, una Tierra paradisíaca y vida eterna en perfección. Hemos llegado a conocer a Jehová, el Ser Supremo. Nos hemos familiarizado con su atractiva personalidad y hemos aprendido lo que debemos hacer para obtener su aprobación. Al conocer la verdad podemos identificar lo que no es cierto. Y poner en práctica la verdad impide que nos fijemos objetivos vanos, nos permite sacar el máximo provecho de la vida y nos da una maravillosa esperanza.

7. ¿Para quiénes son comprensibles las verdades bíblicas, y para quiénes no lo son?

7 ¿Entiende usted la verdad bíblica? Si así es, ha recibido una gran bendición. Cuando alguien escribe un libro, normalmente lo hace pensando en un público determinado. Algunos libros están dirigidos a gente muy culta, otros a niños y otros a especialistas en cierta materia. Aunque la Biblia está al alcance de todo el mundo, se escribió de modo que la entendiera y la apreciara un grupo de personas en particular. Jehová la dirigió a los humildes, los mansos de la Tierra. Estos pueden captar el mensaje de la Biblia prescindiendo de su nivel educativo y cultural, posición social o antecedentes étnicos (1 Timoteo 2:3, 4). Por otra parte, a quienes no tienen la disposición correcta se les niega el entendimiento de la verdad bíblica, sin importar lo inteligentes o instruidos que sean. Los altivos y orgullosos no pueden comprender las preciosas verdades de la Palabra de Dios (Mateo 13:11-15; Lucas 10:21; Hechos 13:48). Solo Dios podía hacer un libro así.

Los siervos de Jehová son veraces

8. ¿Por qué puede decirse que Jesús fue la personificación de la verdad?

8 Al igual que Jehová, sus fieles Testigos son veraces. Jesucristo, el principal testigo de Jehová, confirmó la verdad con sus enseñanzas y la forma en que vivió y murió. Sostuvo la verdad de la palabra de Jehová y de Sus promesas. Por consiguiente, fue la personificación de la verdad, como él mismo declaró (Juan 14:6; Revelación 3:14; 19:10).

9. ¿Qué enseñan las Escrituras sobre decir la verdad?

9 Jesús estaba “lleno de bondad inmerecida y verdad”, y de él se afirmó que “no hubo engaño en su boca” (Juan 1:14; Isaías 53:9). Los cristianos verdaderos siguen el ejemplo de veracidad que dio Jesús. Pablo aconsejó a sus hermanos en la fe: “Hable verdad cada uno de ustedes con su prójimo, porque somos miembros que nos pertenecemos unos a otros” (Efesios 4:25). El profeta Zacarías había escrito siglos antes: “Hablen verazmente unos con otros” (Zacarías 8:16). Los cristianos dicen la verdad porque desean agradar a Dios. Jehová es veraz y sabe cuánto daño causa la falsedad, de modo que espera, con todo derecho, que sus siervos digan la verdad.

10. ¿Por qué miente la gente, y qué perjuicios se acarrea por ello?

10 A muchas personas, la mentira les parece un medio adecuado de conseguir ciertas ventajas. La gente miente para eludir el castigo, para obtener algún provecho o para recibir elogios. No obstante, quienes adquieren el vicio de mentir jamás pueden contar con la aprobación divina (Revelación 21:8, 27; 22:15). Cuando tenemos fama de ser veraces, la gente nos cree porque confía en nosotros. Ahora bien, si nos sorprenden diciendo aunque sea solo una mentira, de ahí en adelante dudarán de todo lo que digamos. Una mentira echa a perder mil verdades, reza un proverbio africano. Y otro dicho afirma: Al mentiroso nadie le creerá, ni siquiera cuando diga la verdad.

11. ¿Por qué puede afirmarse que ser veraz implica más que decir la verdad?

11 Ser veraz implica más que decir la verdad. Es un modo de vida que nos distingue, pues damos a conocer la verdad no solo con nuestras palabras, sino también con nuestras acciones. “Tú [...], el que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? —preguntó el apóstol Pablo—. Tú, el que predicas: ‘No hurtes’, ¿hurtas? Tú, el que dices: ‘No cometas adulterio’, ¿cometes adulterio?” (Romanos 2:21, 22.) Para impartir la verdad a otras personas, debemos ser veraces en todo aspecto de la vida. Si tenemos fama de ser veraces y sinceros, la gente responderá mucho mejor a nuestra enseñanza.

12, 13. ¿Qué escribió una joven sobre la veracidad, y por qué tenía tan altas normas morales?

12 Los jóvenes que sirven a Jehová también captan la importancia de ser veraces. A sus 13 años, una muchacha llamada Jenny escribió en una redacción escolar: “La sinceridad es una cualidad que valoro muchísimo. Por desgracia, hoy en día no hay mucha gente que la manifieste en todo momento. Yo estoy decidida a ser sincera por el resto de mi vida. Lo seré aun cuando decir la verdad no me beneficie a mí ni a mis amigos de forma inmediata. Además, siempre me aseguro de que mis amigos sean personas sinceras que digan la verdad”.

13 La maestra de Jenny hizo el siguiente comentario sobre esa redacción: “Para ser tan joven, tienes unos valores morales y éticos muy firmes. Sé que los mantendrás porque posees mucha fortaleza moral”. ¿Cómo había adquirido tal fortaleza moral? En la introducción de su trabajo, Jenny declaraba que su religión “establece las normas en [su] vida”. Desde entonces han pasado siete años y, tal como se figuraba la maestra, Jenny, que es testigo de Jehová, sigue rigiéndose por altas normas morales.

Los siervos de Jehová revelan la verdad

14. ¿Por qué tienen los siervos de Dios una responsabilidad muy especial de sostener lo que es cierto?

14 Es obvio que los testigos de Jehová no somos los únicos que decimos la verdad e intentamos ser sinceros. Sin embargo, como siervos de Dios, tenemos una responsabilidad muy especial de sostener lo que es cierto. Se nos han confiado las verdades bíblicas, las cuales pueden llevar a la vida eterna. Por lo tanto, estamos obligados a difundir ese conocimiento. “A todo aquel a quien se dio mucho, mucho se le exigirá”, dijo Jesús (Lucas 12:48). Sin duda ‘se exige mucho’ de quienes han sido bendecidos con el valioso conocimiento de Dios.

15. ¿Le produce felicidad dar a conocer la verdad bíblica?

15 Dar a conocer la verdad bíblica produce felicidad. Al igual que los discípulos de Jesús del siglo primero, nosotros declaramos las buenas nuevas —un mensaje de esperanza— a personas que están “desolladas y desparramadas como ovejas sin pastor” y ciegas y confundidas por las “enseñanzas de demonios” (Mateo 9:36; 1 Timoteo 4:1). El apóstol Juan escribió: “No tengo mayor causa de sentir agradecimiento que estas cosas: que oiga yo que mis hijos siguen andando en la verdad” (3 Juan 4). Así como la fidelidad de sus “hijos” —tal vez aquellos a quienes llevó la verdad— le produjo gran satisfacción al apóstol, a nosotros también nos hace muy felices ver que hay personas que responden con aprecio a la Palabra de Dios.

16, 17. a) ¿Por qué no acepta la verdad todo el mundo? b) ¿Qué satisfacción experimentamos al proclamar la verdad bíblica?

16 Es cierto que no todo el mundo aceptará la verdad. Pero Jesús hablaba de la verdad acerca de Dios aunque a la gente no le gustara. A los opositores judíos les dijo: “¿Por qué no me creen ustedes? El que procede de Dios escucha los dichos de Dios. Por esto no escuchan ustedes, porque no proceden de Dios” (Juan 8:46, 47).

17 Nosotros, tal como Jesús, no nos retraemos de hablar sobre la preciosa verdad acerca de Jehová. No esperamos que todo el mundo acepte lo que decimos, pues tampoco a Jesús lo escucharon todos. No obstante, tenemos la satisfacción de saber que estamos haciendo lo que debemos. Jehová, en su gran bondad amorosa, desea que la verdad se revele a la humanidad. Como poseedores de la verdad, los cristianos somos portadores de luz en un mundo en oscuridad. Al dejar que nuestras palabras y acciones reflejen la luz de la verdad, ayudamos a otras personas a dar gloria al Padre celestial (Mateo 5:14, 16). Damos a conocer públicamente que rechazamos la versión satánica falsificada de la verdad y defendemos la Palabra de Dios, pura y sin adulterar. La verdad que conocemos y difundimos otorga auténtica libertad a quienes la aceptan (Juan 8:32).

Esforcémonos por ser siempre veraces

18. ¿Por qué favoreció Jesús a Natanael, y cómo?

18 Jesús amaba la verdad y hablaba de ella. Durante su ministerio terrestre, favoreció a quienes eran veraces. De Natanael dijo: “Mira, un israelita de seguro, en quien no hay engaño” (Juan 1:47). Más adelante, Natanael, a quien probablemente llamaban también Bartolomé, tuvo el gran honor de ser uno de los doce apóstoles escogidos por Jesús (Mateo 10:2-4).

19-21. ¿Qué bendición recibió por decir con valor la verdad un hombre que había sido ciego?

19 Un capítulo entero del Evangelio de Juan está dedicado al relato de otro hombre sincero a quien Jesús bendijo. Aunque ignoramos su nombre, sí sabemos que era un mendigo y que era ciego de nacimiento. Cuando Jesús lo sanó, la gente se quedó admirada. Pero las noticias de su curación milagrosa llegaron a oídos de algunos fariseos, que odiaban la verdad y habían decidido expulsar de la sinagoga a todo el que ejerciera fe en Jesús. Conociendo sus planes, los padres del hombre sanado se atemorizaron y mintieron a los fariseos. Les dijeron que no sabían por qué su hijo podía ver ni quién lo había curado (Juan 9:1-23).

20 Entonces los fariseos llamaron nuevamente ante su presencia al hombre que había sido ciego, y este les declaró con valor la verdad, sin importarle las consecuencias. Les dijo que era Jesús quien lo había curado y les explicó cómo lo había hecho. Asombrado de que aquellos hombres destacados e instruidos no creyeran que Jesús procedía de Dios, los exhortó sin temor a aceptar lo que era obvio: “Si este hombre no fuera de Dios, no podría hacer nada”. No sabiendo qué contestarle, los fariseos lo acusaron de insolente y lo echaron fuera (Juan 9:24-34).

21 Al enterarse Jesús de lo ocurrido, se puso a buscar con interés al hombre que había curado. Cuando lo encontró, le fortaleció la fe que había demostrado tener, pues se identificó abiertamente ante él como el Mesías. ¡Qué bendición tan grande recibió aquel hombre por decir la verdad! Está claro que quienes hablan la verdad se granjean el favor divino (Juan 9:35-37).

22. ¿Por qué debemos esforzarnos por ser siempre veraces?

22 Debemos proponernos seriamente practicar la verdad, pues es fundamental para forjar y mantener buenas relaciones con el prójimo y con Dios. La persona veraz es abierta, sincera, accesible y confiable, y se gana la aprobación de Jehová (Salmo 15:1, 2). La persona que no es veraz es embustera, poco confiable y falsa, e incurre en la desaprobación divina (Proverbios 6:16-19). Así pues, resolvámonos a ser siempre veraces. Sin duda alguna, para imitar al Dios de la verdad, debemos conocer, decir y vivir la verdad.

¿Qué respondería?

• ¿Por qué debemos estar agradecidos de conocer la verdad?

• ¿Cómo podemos imitar el ejemplo de veracidad de Jehová?

• ¿Qué beneficios resultan de dar a conocer la verdad bíblica a otras personas?

• ¿Por qué es importante esforzarse por ser siempre veraces?

[Preguntas del estudio]

[Ilustraciones de la página 17]

Los cristianos difunden con celo la verdad bíblica que se les ha confiado

[Ilustraciones de la página 18]

El ciego a quien Jesús curó recibió una gran bendición por decir la verdad