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Joven, deja que tus padres te ayuden a salvaguardar el corazón

Joven, deja que tus padres te ayuden a salvaguardar el corazón

Joven, deja que tus padres te ayuden a salvaguardar el corazón

¿CUÁL dirías que es la tarea más difícil que afronta el capitán de un barco? ¿Atravesar el vasto océano sin ningún percance? Por lo general, no. La mayoría de los naufragios ocurren cerca de la costa, no en alta mar. De hecho, atracar un barco puede ser aún más peligroso que hacer aterrizar un avión. ¿Por qué?

Para que el navío arribe sin contratiempos, el capitán tiene que eludir los peligros que pudieran presentarse al acercarse a cierto puerto. Debe tomar en cuenta las corrientes submarinas y, a la vez, evitar chocar con otras embarcaciones. También tiene que bordear los bancos de arena, las rocas o los restos de naufragios ocultos bajo el agua. Para colmo, es posible que sea la primera vez que entra en tal puerto.

A fin de superar estos obstáculos, el capitán prudente tal vez contrate los servicios de un práctico de puerto que conozca bien las aguas. Este se coloca al lado del capitán en el puente de mando y lo guía con pericia. Juntos analizan los peligros y conducen el barco a través de cualquier canal angosto en dirección al puerto.

La invaluable pericia del práctico ilustra la valiosísima ayuda con la que cuentan los jóvenes cristianos para trazarse un rumbo a través de las turbulentas aguas de la vida. ¿A qué ayuda nos referimos? ¿Por qué la necesitan los adolescentes?

Sigamos con el ejemplo del barco. Si eres adolescente, entonces eres como un capitán de navío en el sentido de que con el tiempo serás responsable de tu propia vida. Tus padres desempeñan un papel parecido al del práctico de puerto porque se esfuerzan por guiarte a través de algunas de las situaciones más difíciles de tu vida. Ahora bien, durante tu adolescencia quizá te cueste aceptar sus consejos. ¿Por qué?

El problema muchas veces está en el corazón. El corazón figurado tal vez te incite a desear algo prohibido o a protestar ante una aparente amenaza a tu libertad. “La inclinación del corazón del hombre —dice la Biblia— es mala desde su juventud.” (Génesis 8:21.) Jehová deja claro que tienes una verdadera lucha por delante, pues te advierte: “El corazón es lo más torcido de todo, y voluble” (Jeremías 17:9, Coffman). Además de abrigar malos deseos, el corazón es capaz de engañar al joven haciéndole pensar que sabe más que sus padres, aunque estos tengan mucha más experiencia que él. Pero hay buenas razones para que tú, joven, busques la ayuda de tus padres a medida que navegas por los años difíciles de la adolescencia.

¿Por qué debes obedecer a tus padres?

Ante todo, Jehová, el Fundador de la familia, dice que debes seguir la dirección de tus padres (Efesios 3:15). Dado que Dios ha encargado tu cuidado a tus padres, te da a ti el siguiente consejo: “Hijos, obedezcan a sus padres, porque ustedes son de Cristo y eso es lo que les corresponde hacer” (Efesios 6:1-3, Traducción en lenguaje actual; Salmo 78:5). Aunque seas adolescente, tus padres aún tienen la responsabilidad de guiarte, y tú tienes la obligación de obedecerles. Cuando el apóstol Pablo escribió que los hijos deben obedecer a sus padres, utilizó un término griego que puede aplicarse a los hijos sin importar su edad. Según Mateo 23:37, por ejemplo, Jesús se refirió a los habitantes de Jerusalén como “hijos” de ella, aunque la mayoría eran adultos.

Muchos hombres fieles de la antigüedad continuaron obedeciendo a sus padres aun cuando eran adultos. Jacob, ya crecido, comprendía que debía obedecer el mandato de su padre de no casarse con una mujer que no fuera sierva de Jehová (Génesis 28:1, 2). Sin duda también tuvo que haber observado que la decisión de su hermano de casarse con cananeas paganas había causado profundo dolor a sus progenitores (Génesis 27:46).

Además de cumplir con el deber que Dios les ha dado de guiarte, tus padres cristianos son probablemente los más capacitados para aconsejarte, ya que te conocen muy bien y han demostrado durante muchos años su amor abnegado por ti. Al igual que el práctico del puerto, hablan por experiencia propia. Ellos mismos han pasado por “los deseos que acompañan a la juventud” y, como cristianos verdaderos, han visto personalmente el valor de seguir los principios bíblicos (2 Timoteo 2:22).

Con tal experiencia a tu lado, puedes recibir la ayuda necesaria para hacer frente a las situaciones más difíciles. Fíjate, por ejemplo, en la relación con el sexo opuesto. ¿Cómo pueden tus padres cristianos guiarte en este asunto delicado?

Atracción por el sexo opuesto

Los prácticos aconsejan a los capitanes de navío que se mantengan lo más alejados posible de los bancos de arena, pues aunque son suaves, son muy traicioneros, debido a sus constantes cambios de posición. De igual manera, tus padres desean que te mantengas lo más lejos posible de situaciones que pudieran entramparte emocionalmente. Saben, por ejemplo, que los sentimientos por alguien del sexo contrario son intensos y difíciles de definir. Y que cuando se despiertan, pueden hacerte encallar.

El ejemplo de Dina ilustra lo insensato que es acercarnos demasiado al peligro. Tal vez la curiosidad y el deseo de pasar un buen rato impulsaron a Dina a buscar la compañía de las cananeas, que tenían una conducta moral relajada. Lo que al principio parecía ser una diversión inocente, terminó en una tragedia: Dina fue violada por el joven “más honorable” de la ciudad (Génesis 34:1, 2, 19).

En la época en que vivimos abundan tales peligros, pues se da mucho énfasis al sexo (Oseas 5:4). Algunos jóvenes quizás den la impresión de que divertirse con personas del sexo contrario es la actividad más emocionante que existe. Puede que tu corazón palpite más rápido con tan solo pensar en estar a solas con alguien a quien encuentres físicamente atractivo. Pero los padres amorosos intentarán protegerte de la compañía de jóvenes que no respetan las normas de Dios.

Laura admite que la curiosidad puede cegar a los adolescentes de modo que no vean el peligro. “Cuando mis compañeras de clase me dicen que bailaron hasta la madrugada con unos chicos fabulosos, suena como si fuera una experiencia inolvidable. Reconozco que a veces exageran, pero aun así siento curiosidad y creo que a lo mejor me estoy perdiendo algo muy divertido. Aunque sé que mis padres tienen razón al no dejarme ir a esos sitios, de todos modos siento la tentación.”

Una embarcación no tiene frenos, por lo que le toma más tiempo detenerse. Los padres saben que la pasión reacciona de forma parecida. El libro de Proverbios asemeja al hombre impulsado por una pasión sin restricciones a un toro que es conducido al degüello (Proverbios 7:21-23). De seguro, no quieres que tal cosa te ocurra a ti, pues sufrirías un naufragio emocional y espiritual. Tus padres tal vez perciban claramente si tu corazón empieza a engañarte en estos asuntos y entonces te den consejo al respecto. ¿Obrarás con sabiduría y los escucharás a fin de evitar la calamidad? (Proverbios 1:8; 27:12.)

También necesitas el apoyo de tus padres cuando afrontas la presión de grupo. ¿Cómo pueden ayudarte?

La influencia persuasiva de tus compañeros

Una fuerte marea o corriente puede apartar un barco de su rumbo. Para contrarrestar esta fuerza, el barco tiene que ser dirigido en otra dirección. De manera parecida, la influencia persuasiva de otros jóvenes puede descarriarte en sentido espiritual, a menos que tomes medidas que lo remedien.

Tal como lo ilustra la experiencia de Dina, “el que con necios se junta, saldrá mal parado” (Proverbios 13:20, Nueva Versión Internacional). Recuerda que el vocablo “necio”, tal y como se usa en la Biblia, se refiere a alguien que no conoce a Jehová o que no quiere andar en sus caminos.

Ahora bien, quizá no sea fácil rechazar los puntos de vista o la conducta de tus compañeros de clase. María José explica: “Quería que los demás jóvenes me aceptaran. Como no quería que me consideraran diferente, los imitaba en todo lo que podía”. Sin darte cuenta, tus compañeros pudieran influir en ti: en tu selección de música, en la ropa que deseas ponerte, incluso en tu forma de hablar. Es natural que te sientas cómodo cuando estás con otros jóvenes de tu edad, pero eso te hará más vulnerable a su fuerte influencia, la cual quizá sea destructiva (Proverbios 1:10-16).

Caroline recuerda el dilema que afrontó hace unos años: “Desde que tenía 13 años de edad, la mayoría de las muchachas con las que estaba tenían novios, y por varios años me encontré bajo constante presión para hacer lo mismo. No obstante, mi madre me guió durante esos momentos difíciles. Pasaba horas escuchándome, haciéndome razonar y ayudándome a ver la importancia de aplazar el noviazgo hasta que fuera más madura”.

Al igual que la madre de Caroline, tal vez tus padres se sientan obligados a advertirte acerca de la presión de otros jóvenes o incluso a impedir que participes en ciertas actividades o que tengas ciertas amistades. Nathan recuerda varios conflictos que tuvo con sus padres sobre estos asuntos. “Mis amigos me invitaban a menudo a salir con ellos —explica él—, pero mis padres no querían que saliera en grupos grandes ni que fuera a fiestas grandes donde no hubiera supervisión. En aquella época, no entendía por qué los demás padres eran más permisivos que los míos.”

Sin embargo, con el tiempo Nathan comprendió la razón. “Sabía que en mi caso ‘la tontedad estaba atada al corazón del muchacho’”, admite. Y añade: “Esta tontedad parece surgir fácilmente cuando los jóvenes están en grupo. Uno de ellos hace algo impropio, luego otro hace algo peor, y el tercero va más allá. Pronto, a todo el mundo se le presiona para que haga lo mismo. Hasta jóvenes que dicen servir a Jehová pueden caer en esta trampa” (Proverbios 22:15).

Nathan y María José tuvieron una lucha con su corazón cada vez que sus padres no les permitían hacer lo que sus compañeros les decían. Sin embargo, obedecieron, y después se alegraron de haberlo hecho. El proverbio dice: “Inclina tu oído y oye las palabras de los sabios, para que apliques tu mismísimo corazón a mi conocimiento” (Proverbios 22:17).

Dignos de honra

Un barco que se escora o se inclina es difícil de manejar, y si se escora demasiado es fácil que zozobre. En vista de nuestra naturaleza imperfecta, todos nos “inclinamos” hacia lo egoísta y lo prohibido. Pero a pesar de dichas tendencias, los jóvenes pueden arribar a buen puerto, por así decirlo, si siguen con cuidado la dirección de sus padres.

Por ejemplo, tus padres pueden ayudarte a rechazar la idea de que hay un camino en el medio, es decir, entre el camino angosto que conduce a la vida y el ancho que lleva a la destrucción (Mateo 7:13, 14). No es realista la idea de que puedes disfrutar un poco de lo que es malo con tal de que no te entregues por completo a ello, es decir, que puedes “saborear” algo sin tragarlo. Quienes procuran hacer eso están “cojeando sobre dos opiniones diferentes”: sirviendo a Jehová hasta cierto grado, pero también amando el mundo y las cosas del mundo, y tales personas pueden zozobrar fácilmente en sentido espiritual (1 Reyes 18:21; 1 Juan 2:15). ¿Por qué razón? Debido a nuestras tendencias pecaminosas.

Nuestros deseos imperfectos se hacen más intensos si sucumbimos a ellos. El ‘corazón traicionero’ no estará satisfecho con solo un bocado. Exigirá más (Jeremías 17:9). Una vez que empecemos a irnos a la deriva en sentido espiritual, el mundo ejercerá cada vez más influencia sobre nosotros (Hebreos 2:1). Aunque tú no percibas que te estás escorando espiritualmente, tus padres cristianos sí lo verán. Es cierto que ellos tal vez no aprendan tan rápido como tú a manejar un programa informático, pero saben mucho más que tú acerca del corazón rebelde y quieren ayudarte a ‘guiar tu corazón por el camino’ que conduce a la vida (Proverbios 23:19).

Ahora bien, no esperes que tus padres juzguen los asuntos a la perfección cuando tengan que darte guía en campos difíciles, como la música, el entretenimiento y el arreglo personal. Quizás tus padres no tengan la sabiduría de Salomón ni la paciencia de Job. Tal como el práctico de puerto, puede que sean demasiado cautelosos. Con todo, su guía resultará ser inestimable si prestas atención a “la disciplina de tu padre, y no abandon[a]s la ley de tu madre” (Proverbios 1:8, 9).

Otros jóvenes quizás hablen con desprecio de sus padres. Pero si los tuyos se esfuerzan por seguir las Escrituras, estarán a tu lado por tormentosos que soplen los vientos, en todo momento y cuando afrontes cualquier temporal. Al igual que el capitán de un barco que recibe el consejo de un práctico de puerto con experiencia, tú también debes dejarte guiar por tus padres en el camino de la sabiduría. Los beneficios serán incalculables.

“Cuando la sabiduría entre en tu corazón y el conocimiento mismo se haga agradable a tu mismísima alma, la capacidad de pensar misma te vigilará, el discernimiento mismo te salvaguardará, para librarte del mal camino, del hombre que habla cosas perversas, de los que dejan las sendas de la rectitud para andar en los caminos de la oscuridad [...]. Porque los rectos son los que residirán en la tierra, y los exentos de culpa son los que quedarán en ella.” (Proverbios 2:10-13, 21.)

[Ilustración de la página 22]

La influencia de otros jóvenes puede descarriarte en sentido espiritual

[Ilustración de la página 23]

Recuerda lo que le pasó a Dina

[Ilustración de la página 24]

Tal como un capitán de navío busca los consejos de un práctico de puerto con experiencia, los jóvenes deben buscar la guía de sus padres

[Reconocimiento de la página 24]

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