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Padres, ¿qué futuro desean para sus hijos?

Padres, ¿qué futuro desean para sus hijos?

Padres, ¿qué futuro desean para sus hijos?

“Ustedes los jóvenes y también ustedes las vírgenes [...]. Alaben ellos el nombre de Jehová.” (SALMO 148:12, 13.)

1. ¿Qué preocupaciones tienen los padres?

¿QUIÉN no siente gran inquietud por el futuro de sus hijos? Desde el momento en que nacen, o incluso antes, los padres comienzan a preocuparse por su bienestar. ¿Será un bebé saludable? ¿Se desarrollará normalmente? Y a medida que el niño crece, se añaden otras ansiedades. Esto se debe a que, en su inmensa mayoría, los padres desean lo mejor para sus hijos (1 Samuel 1:11, 27, 28; Salmo 127:3-5).

2. ¿Por qué anhelan muchos padres un buen porvenir para sus hijos?

2 Sin embargo, en el mundo de hoy no es fácil darles lo mejor a los hijos. Muchos adultos han vivido guerras, trastornos políticos, penurias económicas, traumas físicos o emocionales y otras dificultades, y es natural que no deseen que sus hijos pasen por esas mismas experiencias. En los países prósperos, quizá vean que los hijos de sus amigos y parientes tienen éxito en el campo laboral y parecen triunfar en la vida. Por eso, es posible que se sientan obligados a hacer cuanto puedan para que sus propios hijos también tengan un buen porvenir, una vida razonablemente cómoda y segura (Eclesiastés 3:13).

Cómo escoger un buen porvenir

3. ¿Qué decisión han tomado los cristianos?

3 Los discípulos de Jesucristo han decidido dedicar su vida a Jehová. Han tomado en serio estas palabras de Jesús: “Si alguien quiere venir en pos de mí, repúdiese a sí mismo y tome su madero de tormento día tras día y sígame de continuo” (Lucas 9:23; 14:27). En efecto, la vida del cristiano entraña sacrificios, abnegación. Con todo, no es una vida de privaciones y miserias. Por el contrario, produce felicidad y satisfacción, pues implica dar, y Jesús dijo que “hay más felicidad en dar que en recibir” (Hechos 20:35).

4. ¿Qué consejo dio Jesús a sus discípulos?

4 En tiempos de Jesús, la gente vivía circunstancias muy difíciles. Además de ganar el sustento, tenían que soportar la cruel dominación romana y la opresiva carga que les imponían los exigentes religiosos de la época (Mateo 23:2-4). Aun así, muchos oyeron hablar de Jesús y pusieron a un lado sus metas personales —e incluso sus profesiones— para hacerse sus discípulos (Mateo 4:18-22; 9:9; Colosenses 4:14). ¿Se estaban arriesgando y poniendo en peligro su porvenir? Fijémonos en lo que les dijo Jesús: “Todo el que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos, o tierras, por causa de mi nombre, recibirá muchas veces más, y heredará la vida eterna” (Mateo 19:29). Con estas palabras les garantizó que el Padre celestial estaba al tanto de sus necesidades. Por consiguiente, les dio este consejo: “Sigan, pues, buscando primero el reino y la justicia de Dios, y todas estas otras cosas les serán añadidas” (Mateo 6:31-33).

5. ¿Cómo se sienten algunos padres respecto a la garantía de Jesús de que Dios cuidará de sus siervos?

5 La situación no es muy distinta hoy. Jehová está al tanto de nuestras necesidades, y quienes ponen los intereses del Reino en primer lugar en la vida, y sobre todo los que emprenden el ministerio de tiempo completo, cuentan con la misma garantía de que Dios cuidará de ellos (Malaquías 3:6, 16; 1 Pedro 5:7). Sin embargo, algunos padres tienen un conflicto de sentimientos a este respecto. Por un lado, les gustaría que sus hijos progresaran en el servicio a Jehová y que, quizá más adelante, emprendieran el ministerio de tiempo completo. Pero por otro lado, en vista de la situación económica y laboral del mundo, les parece que es importante que los jóvenes obtengan primero una buena formación que les permita acceder a un buen empleo o al menos tener algo a lo cual recurrir si lo necesitan. Para tales padres, una buena formación a menudo equivale a una educación superior.

Cómo prepararse para el futuro

6. ¿A qué se refiere la expresión “educación superior” en este artículo?

6 El sistema educativo varía de un país a otro. En Estados Unidos, por ejemplo, las escuelas públicas ofrecen doce años de enseñanza básica. A partir de ahí, los estudiantes pueden optar por asistir a la universidad durante cuatro años o más para conseguir el grado de licenciado, lo que, a su vez, les permite acceder, si así lo desean, a estudios de posgrado para cursar carreras como medicina, derecho o ingeniería. En este artículo, la expresión “educación superior” se refiere a estos estudios universitarios. Por otra parte, están las escuelas técnicas o vocacionales, las cuales ofrecen cursos cortos para obtener un certificado o diploma en algún oficio o servicio.

7. ¿A qué presiones se somete a los estudiantes de enseñanza media?

7 La tendencia actual de las instituciones de enseñanza media, o secundaria, es preparar a sus estudiantes para la educación superior. Con ese fin, la mayoría de estos centros les imparten asignaturas o materias que les permitan obtener una buena puntuación en los exámenes de ingreso a la universidad, en vez de capacitarlos para acceder al mundo laboral. Los estudiantes de enseñanza media reciben enormes presiones de parte de profesores, consejeros y otros jóvenes para que logren ser aceptados en las mejores universidades, donde supuestamente conseguirán los títulos que les abrirán las puertas a empleos prometedores y bien pagados.

8. ¿A qué decisiones se enfrentan los padres cristianos?

8 En vista de esto, ¿qué harán los padres cristianos? Por supuesto, desean que sus hijos obtengan buenas calificaciones y la capacitación necesaria para ganarse la vida (Proverbios 22:29). Pero ¿deberían observar de brazos cruzados cómo sus hijos son arrastrados por el espíritu competitivo, cuyo único objetivo son los logros de índole material? ¿Qué clase de metas ponen ante ellos, tanto de palabra como con su ejemplo? Algunos padres trabajan arduamente y ahorran para enviar a sus hijos a instituciones de educación superior cuando llegue el momento. Otros están dispuestos a endeudarse con ese propósito. Pero el precio de tal decisión no puede medirse simplemente en términos de dinero. ¿Cuál es el costo de una educación superior hoy día? (Lucas 14:28-33.)

El costo de la educación superior

9. ¿Qué puede decirse del costo económico de la educación superior hoy día?

9 Cuando hablamos de costos, por lo general pensamos en términos de dinero. Es cierto que algunos gobiernos dan ayudas económicas, de modo que los estudiantes cualificados no tienen que pagar tasas ni matrículas. Pero en casi todas partes, tales estudios son cada vez más caros. Un artículo del periódico The New York Times señala: “La educación superior solía considerarse un generador de oportunidades. Ahora solo confirma la brecha entre los ricos y los pobres”. En otras palabras, la educación superior de calidad se está convirtiendo rápidamente en un privilegio exclusivo de los ricos e influyentes, quienes se la proporcionan a sus hijos para que ellos también lleguen a ser los miembros ricos e influyentes de la sociedad. ¿Deberían los padres cristianos poner esa meta a sus hijos? (Filipenses 3:7, 8; Santiago 4:4.)

10. ¿Por qué está la educación superior estrechamente vinculada a la promoción de este sistema de cosas?

10 Aun en el caso de que la educación superior sea gratuita, quizá exija cumplir algunas condiciones. Por ejemplo, el rotativo The Wall Street Journal informa que cierto gobierno del sudeste asiático mantiene una “estructura escolar piramidal que descaradamente empuja a la cima a los mejores estudiantes”. En último término, “la cima” significa el ingreso en las universidades más prestigiosas del mundo, como Oxford y Cambridge en Inglaterra o Harvard y Yale en Estados Unidos. ¿Por qué ofrece ese gobierno un programa de estudios tan extenso? “Para estimular la economía nacional”, responde el informe. Como vemos, aunque los estudios puedan ser casi gratuitos, el precio que paga el estudiante es una vida completamente dedicada a promover este sistema de cosas. Si bien es cierto que tal estilo de vida es algo muy valorado en el mundo, ¿es eso lo que los padres cristianos desean para sus hijos? (Juan 15:19; 1 Juan 2:15-17.)

11. ¿Qué muestran algunos informes sobre el abuso del alcohol y la inmoralidad sexual entre los estudiantes universitarios?

11 Además, hay que tener en cuenta el ambiente. Las universidades son bien conocidas por ser escenario de conductas perjudiciales: consumo de drogas, abuso del alcohol, inmoralidad, falta de honradez en los exámenes, humillantes pruebas de iniciación, y la lista sigue y sigue. Tomemos, por ejemplo, el abuso del alcohol. En un informe sobre la práctica de beber sin parar con el único fin de emborracharse, la revista New Scientist comenta: “Alrededor del 44% de [los estudiantes universitarios de Estados Unidos] lo hace por lo menos una vez en un período normal de dos semanas”. Y lo mismo ocurre con los jóvenes de Australia, Gran Bretaña, Rusia y otros lugares. En lo que se refiere a la inmoralidad sexual, el tema de conversación de los estudiantes es lo que podríamos denominar “engancharse con alguien”. Esta costumbre, según un reportaje de la revista Newsweek, “consiste en fugaces encuentros sexuales —que incluyen desde besarse hasta tener relaciones— entre recién conocidos que ni siquiera tienen la intención de volver a hablarse después”. Las encuestas indican que del 60 al 80% de los estudiantes participan en esta clase de actividades. Cierta investigadora afirma: “Si eres un universitario normal, lo haces” (1 Corintios 5:11; 6:9, 10).

12. ¿A qué presiones están expuestos los estudiantes universitarios?

12 A este ambiente malsano se añade la presión de los exámenes y las tareas de investigación, que, naturalmente, exigen horas de estudio de parte de los alumnos. Además, puede que algunos deban tener al menos un trabajo de tiempo parcial. Todo esto les quita mucho tiempo y energías. ¿Qué queda, entonces, para las actividades espirituales? Cuando las presiones se acumulen, ¿qué abandonarán primero? ¿Seguirán dando prioridad a los intereses del Reino, o los pondrán a un lado? (Mateo 6:33.) La Biblia insta a los cristianos: “Vigilen cuidadosamente que su manera de andar no sea como imprudentes, sino como sabios, comprándose todo el tiempo oportuno que queda, porque los días son inicuos” (Efesios 5:15, 16). Es lamentable que algunos jóvenes hayan perdido su fe por sucumbir a las exigencias de tiempo y energías que les ha impuesto la universidad o por caer en prácticas contrarias a las Escrituras.

13. ¿En qué preguntas deben pensar los padres cristianos?

13 Claro está que la inmoralidad, la mala conducta y las presiones no están limitadas a las universidades, ni mucho menos. Sin embargo, numerosos jóvenes del mundo consideran que tales cosas son parte de la educación, y no ven nada malo en ello. ¿Deberían los padres cristianos exponer a sabiendas a sus hijos a esta clase de ambiente durante cuatro o más años? (Proverbios 22:3; 2 Timoteo 2:22.) Sean cuales sean las ventajas que los jóvenes puedan recibir, ¿vale la pena correr el riesgo? Y lo más importante: ¿qué están aprendiendo los jóvenes en cuanto a las cosas que deben ocupar el primer lugar en su vida? * (Filipenses 1:10; 1 Tesalonicenses 5:21.) Los padres han de pensar seriamente y con oración en estas preguntas, así como en el peligro que conlleva enviar a sus hijos a otra ciudad o país para que continúen sus estudios.

¿Qué otras opciones hay?

14, 15. a) Contrariamente a la opinión popular, ¿qué consejo bíblico es oportuno hoy día? b) ¿Qué preguntas pueden hacerse los jóvenes?

14 Hoy día, la opinión popular es que los jóvenes solo podrán triunfar en la vida si van a la universidad. Pero en lugar de guiarse por la opinión popular, los cristianos obedecen esta exhortación bíblica: “Cesen de amoldarse a este sistema de cosas; más bien, transfórmense rehaciendo su mente, para que prueben para ustedes mismos lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios” (Romanos 12:2). ¿Cuál es la voluntad de Dios para sus siervos, tanto jóvenes como mayores, en esta etapa final del tiempo del fin? Pablo instó a Timoteo: “Mantén tu juicio en todas las cosas, sufre el mal, haz la obra de evangelizador, efectúa tu ministerio plenamente”. No cabe duda de que estas palabras son muy oportunas para todos nosotros (2 Timoteo 4:5).

15 En vez de dejarnos atrapar por la actitud materialista del mundo, todos debemos ‘mantener nuestro juicio’, nuestra orientación espiritual. Si eres joven, pregúntate: “¿Me esfuerzo todo lo que puedo por ‘efectuar mi ministerio’, por ser un ministro capacitado de la Palabra de Dios? ¿Qué planes tengo para efectuar mi ministerio ‘plenamente’? ¿He pensado en hacer del servicio de tiempo completo la carrera de mi vida?”. Son preguntas difíciles de contestar, sobre todo cuando ves a otros jóvenes yendo en pos de metas egoístas, “buscando cosas grandes” que en su opinión les garantizarán un brillante porvenir (Jeremías 45:5). Esto subraya la necesidad de que, desde la infancia, los padres proporcionen a sus hijos la clase de ambiente y formación que favorezca su desarrollo espiritual (Proverbios 22:6; Eclesiastés 12:1; 2 Timoteo 3:14, 15).

16. ¿Cómo pueden los padres cristianos proporcionar a sus hijos el ambiente y la formación propicios para su desarrollo espiritual?

16 “Mamá estaba muy pendiente de quiénes eran nuestras compañías —recuerda el mayor de tres chicos cuya madre había participado durante muchos años en el ministerio de tiempo completo—. No nos juntábamos con los compañeros de la escuela, sino únicamente con los miembros de la congregación que tenían buenos hábitos espirituales. También solía invitar a casa a ministros de tiempo completo, como misioneros, superintendentes viajantes, betelitas y precursores. Escuchar las experiencias y observar el gozo de esos hermanos nos infundió el deseo de emprender el ministerio de tiempo completo.” Felizmente, hoy los tres han cumplido ese deseo, pues uno sirve en Betel, otro ha asistido a la Escuela de Entrenamiento Ministerial y el otro es precursor.

17. ¿Cómo pueden guiar los padres a sus hijos en su elección de asignaturas y metas profesionales? (Véase el recuadro de la pág. 29.)

17 Además de proporcionar a sus hijos un ambiente en el que predominen los asuntos espirituales, es esencial que los padres los guíen, lo más temprano posible, en su elección de asignaturas y metas profesionales. Otro joven, que ahora sirve en Betel, dice: “Mis padres fueron precursores antes y después de casarse, y se esforzaron al máximo por transmitir el espíritu de precursor a toda la familia. Cuando teníamos que escoger las materias o tomar decisiones que influirían en nuestro futuro, siempre nos animaban a elegir lo que ofreciera más posibilidades de encontrar un empleo de tiempo parcial y hacer el precursorado”. En vez de optar por asignaturas académicas orientadas hacia la enseñanza universitaria, padres e hijos deben pensar en cursos que resulten útiles para emprender una carrera teocrática. *

18. ¿En qué opciones laborales pudieran pensar los jóvenes?

18 Los estudios indican que en muchos países hay una apremiante necesidad, no de graduados universitarios, sino de personas que tengan un oficio o puedan prestar servicios útiles. La revista USA Today informa que “en las próximas décadas, el 70% de los trabajadores no necesitarán un título universitario, sino, más bien, un certificado de un centro de formación técnico profesional”. Muchas de estas instituciones imparten cursos cortos de gestión de oficinas, mecánica automotriz, reparación de computadoras, plomería, peluquería y multitud de otros oficios. ¿Son deseables estos empleos? ¡Por supuesto que sí! Quizá haya quienes no los consideren tan prestigiosos, pero ofrecen los medios y la flexibilidad necesarios para aquellos cuya verdadera vocación es el servicio a Jehová (2 Tesalonicenses 3:8).

19. ¿Cuál es el camino más seguro a una vida feliz y satisfactoria?

19 La Biblia hace este llamamiento: “Ustedes los jóvenes y también ustedes las vírgenes, viejos junto con muchachos. Alaben ellos el nombre de Jehová, porque solo su nombre es inalcanzablemente alto. Su dignidad está por encima de tierra y cielo” (Salmo 148:12, 13). En comparación con los puestos y recompensas que el mundo ofrece, la carrera del servicio de tiempo completo a Jehová es sin duda el camino más seguro a una vida feliz y satisfactoria. Nunca olvidemos la garantía que nos da la Biblia: “La bendición de Jehová... eso es lo que enriquece, y él no añade dolor con ella” (Proverbios 10:22).

[Notas]

^ párr. 13 Si se desea leer relatos de cristianos que han valorado más la educación teocrática que los estudios universitarios, véanse La Atalaya del 1 de agosto de 1982, págs. 3-6, y del 1 de mayo de 1979, págs. 5-10; y ¡Despertad! del 22 de septiembre de 1978, pág. 19, y del 22 de marzo de 1975, págs. 3-6.

^ párr. 17 Véanse los artículos “La búsqueda de una vida segura” (¡Despertad! del 8 de octubre de 1998, págs. 4-6) y “¿Qué carrera debería escoger?” (¡Despertad! del 8 de mayo de 1989, págs. 12-14).

¿Podría explicarlo?

• ¿En qué cifran los cristianos sus esperanzas de un futuro seguro?

• ¿Qué desafíos afrontan los padres con respecto al porvenir de sus hijos?

• ¿Qué debe tenerse en cuenta al calcular el costo de conseguir una educación superior?

• ¿Cómo pueden ayudar los padres a sus hijos a hacer del servicio a Jehová la carrera de su vida?

[Preguntas del estudio]

[Recuadro de la página 29]

¿Cuánto valor tiene la educación superior?

En su mayoría, quienes ingresan en la universidad sueñan con conseguir un título que les permita acceder a empleos seguros y bien remunerados. Sin embargo, los informes oficiales de Estados Unidos indican que solo la cuarta parte de los universitarios consiguen un título antes de seis años, una proporción penosamente baja. Con todo, ¿se traducen tales títulos en buenos puestos de trabajo? Observemos lo que revelan estudios e investigaciones recientes.

“Por el simple hecho de ir a [las universidades de] Harvard o Duke no se logra automáticamente un mejor empleo ni un salario más alto. [...] Las empresas no saben mucho de los jóvenes candidatos. Un diploma reluciente [...] quizá impresione al principio. Pero después, cuenta mucho más lo que la persona puede o no puede hacer.” (Newsweek, 1 de noviembre de 1999.)

“Aunque los empleos de hoy exigen en general mayores destrezas que en el pasado [...], lo que hace falta es dominar las que se aprenden en el nivel de enseñanza media, como matemáticas, lectura y expresión escrita [...], no las que se enseñan en la universidad. [...] Los estudiantes no necesitan ir a la universidad para conseguir un buen trabajo, pero deben dominar las materias que se enseñan en el nivel de enseñanza media.” (American Educator, primavera de 2004.)

“La mayoría de las universidades están seriamente desconectadas del mundo real en cuanto a preparar a los estudiantes para entrar en el mercado laboral después de graduarse. De repente, las escuelas vocacionales [...] están ganando popularidad, pues de 1996 a 2000, el número de matriculados ha aumentado en un 48%. [...] Mientras tanto, los títulos universitarios que tanto dinero y tiempo consumen han llegado a valer menos que nunca.” (Time, 24 de enero de 2005.)

“Las previsiones del Departamento de Trabajo de Estados Unidos para el año 2005 pintan el desolador cuadro de que al menos un tercio de todos los graduados universitarios con cuatro años de carrera no hallarán un empleo que esté acorde con su titulación.” (The Futurist, julio-agosto de 2000.)

En vista de todo esto, cada vez más educadores abrigan serias dudas sobre el valor que hoy tiene la educación superior. “Estamos encaminando mal a los estudiantes”, lamenta el informe de la revista The Futurist. Por el contrario, observemos lo que dice la Biblia en cuanto a Dios: “Yo, Jehová, soy tu Dios, Aquel que te enseña para que te beneficies a ti mismo, Aquel que te hace pisar en el camino en que debes andar. ¡Oh, si realmente prestaras atención a mis mandamientos! Entonces tu paz llegaría a ser justamente como un río, y tu justicia como las olas del mar” (Isaías 48:17, 18).

[Ilustración de la página 26]

Pusieron a un lado sus metas personales y siguieron a Jesús

[Ilustración de la página 31]

Los padres cristianos sabiamente proporcionan a sus hijos un ambiente en el que predominan los asuntos espirituales